"?A m¨ª que me quiten lo bailao!"
Guillermo Cabrera Infante contaba que un d¨ªa se encontr¨® en el hotel Palace de Madrid con Alfonso Guerra; el entonces vicepresidente del Gobierno socialista hablaba con Octavio Paz, cuando el poeta mexicano todav¨ªa no era premio Nobel. Y dec¨ªa Cabrera Infante que brome¨® con ellos: "Ah¨ª est¨¢n, la novela de Tolst¨®i: Guerra y Paz".
Es probable que sea una broma del autor de Tres tristes tigres. Lo cierto es que con el apellido del m¨¢s influyente de los socialistas en la ¨¦poca constituyente (y de despu¨¦s) se pueden hacer algunas paradojas. Pues es un hombre que en efecto ha dado, da y dar¨¢ mucha guerra. Pero su presencia, esta figura ahora nimbada por los 70 a?os, algo m¨¢s grueso, inspira un cierto sentimiento de sosiego. Como si fuera un hombre de paz. Mucho m¨¢s que Octavio Paz.
"Espa?a es un pa¨ªs muy complejo: cuando las cosas van bien, hay que buscarse algo para meter un palo en la rueda"
Le he venido a ver a su despacho del Congreso de los Diputados porque ¨¦l fue, siendo ya el segundo de Felipe Gonz¨¢lez, el que pronunci¨® aquella famosa frase: "A Espa?a no la va a conocer ni la madre que la pari¨®". Fue un eslogan. Y viniendo de ¨¦l, que dibuj¨® casi todas las campa?as electorales de aquel PSOE, era, adem¨¢s, un objetivo.
El objetivo se ha cumplido. A aquella Espa?a que dej¨® Franco no la conoce ni la madre que la pari¨®, ciertamente. Se puede decir que el eslogan de Guerra era un desaf¨ªo al dictador, que poco tiempo antes de que lo metieran en el quir¨®fano dijo con la arrogancia propia de los dictadores: "Todo est¨¢ atado y bien atado".
Aquel hombre flaco, pol¨ªtico, dramaturgo, la lengua m¨¢s veloz a este lado del mundo, contribuy¨® a desatar del todo todo lo que Franco crey¨® haber atado. De eso hablamos, mientras en el televisor de las Cortes (que tiene sintonizado) se escucha c¨®mo Elena Salgado trata de convencer a los parlamentarios de que Zapatero tiene raz¨®n: "la cosa" puede ir mejor.
Guerra da esa impresi¨®n, s¨ª, de que est¨¢ de acuerdo con su tiempo, con su cuerpo, con su traje claro, con sus manos, que redondean siempre sus ideas. Nada m¨¢s sentarnos en la mesa redonda, de madera muy brillante, de esta estancia parlamentaria a la que vuelve despu¨¦s de votar nada menos que 90 votaciones, suelta esta reflexi¨®n: "Las ¨¦lites, y no solo las ¨¦lites pol¨ªticas, sino las ¨¦lites culturales, universitarias, econ¨®micas, no han hecho m¨¢s que enredar en la historia. En 1977 se pusieron a colaborar, y el pa¨ªs se dispar¨® como un cohete, pero ahora ya est¨¢n otra vez".
Como si quisieran que Espa?a se parara. Le pregunt¨¦: ?y por qu¨¦ pasa eso? "Porque las ¨¦lites aqu¨ª son muy ego¨ªstas. Tienen que mirar m¨¢s a los que est¨¢n por debajo y dejarse de mirar a ellos o solo pensar en escalar continuamente. Es una gente poco generosa, salvo en algunos momentos hist¨®ricos".
?l lo ha estudiado con la historia en la mano. "En la Constituci¨®n de 1812 las ¨¦lites se encuentran con un problema grav¨ªsimo: quieren para Espa?a lo que ha ocurrido en Francia (la libertad, la unidad de la patria, la fraternidad), pero se encuentran con que las tropas francesas han invadido el pa¨ªs y no pueden terminar con el antiguo r¨¦gimen... Y todav¨ªa hoy pagamos, en el Derecho Constitucional, la proclamaci¨®n de derechos hist¨®ricos de unos y de otros".
Fue, dice Guerra, "un momento desgraciado en el que no se pudo completar lo que era una Constituci¨®n liberal, que tra¨ªa libertad y democracia y que acababa con el antiguo r¨¦gimen... La invasi¨®n francesa fracasa, pero tambi¨¦n hace fracasar un movimiento que imitaba a la Revoluci¨®n Francesa y que origina la independencia de los pa¨ªses americanos".
Nos hemos ido muy lejos, y ven¨ªamos a hablar de esas dos frases, la del dictador ("est¨¢ todo atado y bien atado") y esa de Guerra, que parece desanudar lo que Franco dej¨® como testamento mezquino de su se?or¨ªo totalitario: "A Espa?a no la conocer¨¢ ni la madre que la pari¨®".
Pero antes de llegar a esa sucesi¨®n de frases, Guerra todav¨ªa tiene un momento para reflexionar para un momento de plata de nuestra historia: "El primer bienio de la Segunda Rep¨²blica. Creo que ya tenemos unos datos, una perspectiva suficiente como para darnos cuenta de que la Rep¨²blica no respond¨ªa a ese repudio repugnante que ha hecho de ella la derecha. Ni a la idealizaci¨®n que ha hecho la izquierda. Ten¨ªa sus sombras y sus luces. Pero hay un aspecto en el que solo hay luces: la ambici¨®n por aumentar el grado de conciencia cultural del pa¨ªs. Las Misiones Pedag¨®gicas, La Barraca, todo ese movimiento cultural que mueve la ¨¦lite de la sociedad, que va a las aldeas m¨¢s abandonadas en burro... Pero no van los estudiantes, que tambi¨¦n; van Luis Cernuda, Miguel Hern¨¢ndez, Antonio Machado, Pedro Salinas... Va la ¨¦lite".
Luego, ya se sabe, Franco organiza "la alianza de la cruz y el sable" y Espa?a se para de tal modo que el dictador que sale triunfante de aquel desastre se siente con agallas suficientes como para decir que lo ten¨ªa todo atado. ?Qu¨¦ hizo la ¨¦lite? "Una parte muy importante de esa ¨¦lite es expulsada de Espa?a, se va al exilio. Pero la ¨¦lite conservadora se adapta como un guante a una mano en la etapa de Franco. Por ejemplo, los medios de comunicaci¨®n. Ahora van diciendo que se opusieron. Ser¨¢ en la Transici¨®n, que ah¨ª s¨ª jugaron un papel, ?pero antes? ?Silencio y colaboraci¨®n!".
"A partir de 1973", dice Guerra, "se ve con m¨¢s claridad que las cosas van a cambiar. Llev¨¢bamos varios a?os con la misma canci¨®n: se derrumban las columnas del r¨¦gimen. Pero no se derrumbaba nada. A partir de la muerte de Carrero, un eslab¨®n perfectamente elegido por el General¨ªsimo Caudillo por la gracia de Dios, se palpa que esto se puede debilitar de una manera seria".
Y es curioso: ah¨ª es donde Franco dice lo de las ataduras. Cuando est¨¢n enfermos ¨¦l y el r¨¦gimen. Entonces nos damos cuenta, dice Guerra, de que "este tipo es mortal, perecedero". "Esta idea pone en marcha un mecanismo entre la gente que lucha por la democracia y alerta tambi¨¦n a los que est¨¢n dentro del r¨¦gimen: se dan cuenta de que aquello se agota y tienen que hacer algo". J¨®venes como aquel socialista andaluz viajan por Europa y saben que otra vida es posible. "Esa era nuestra ilusi¨®n, vivir como los hombres libres viv¨ªan en Europa". ?Se ha cumplido esa ilusi¨®n? "En gran medida la superamos. Lo que ocurre es que Espa?a es un pa¨ªs muy complejo: cuando las cosas van bien hay que buscarse algo para ver si metemos un palo en la rueda".
-?Estamos en ese momento?
-Estamos en ese momento.
Ese momento "lo condiciona", dice Alfonso Guerra, "la frivolidad. En estos d¨ªas, en el Congreso de los Diputados ha salido un tipo diciendo que en su comunidad aut¨®noma con esta Constituci¨®n no se puede caminar de pie, que hay que caminar agachado, de rodillas. ?Y nadie dice nada! Eso es un canto rodado en el r¨ªo; el canto va y va y cualquier d¨ªa nos da en la cabeza...".
Ahora s¨ª, le digo, h¨¢bleme de aquellas frases. Franco dijo: "Todo queda atado y bien atado". Alfonso Guerra dijo: "A este pa¨ªs no lo va a conocer ni la madre que lo pari¨®"... "Mire por donde la historia me ha dado la raz¨®n a m¨ª... Si lo dej¨® atado, en el ¨²ltimo momento algo cort¨® la cuerda porque este pa¨ªs no se parece nada a lo que ese se?or quer¨ªa para Espa?a. Si es que quer¨ªa algo para Espa?a o solo era para su nomenclatura".
La madre que lo pari¨® no conoce el pa¨ªs, "pero el perfeccionamiento de un pa¨ªs no tiene fin; aunque los grandes temas que ahog¨® la dictadura creo que se han resuelto todos". Enumera otra vez: "Esta es una sociedad mucho m¨¢s justa, mucho m¨¢s libre, much¨ªsimo m¨¢s tolerante y mucho m¨¢s culta...". ?Y del franquismo que queda, Guerra? "Cuando una dictadura ha durado tantos a?os y ha sido tan cruel es probable que dure cien a?os m¨¢s; siempre hay una r¨¦mora. Me lo dijo el presidente uruguayo Sanguinetti, un hombre inteligent¨ªsimo: 'Cuando se muere un dictador, hacen cola los valientes'. Ahora hay una cola enorme de valientes que antes no s¨¦ d¨®nde estaban".
Ah, ataja Guerra antes de decir adi¨®s. "Mucha gente, desde posiciones pretendidamente progresistas, dice, como un reproche a no s¨¦ quien: '?Eh, que Franco muri¨® en la cama!'. ?Para nada, mentira! Muri¨® destrozado en un quir¨®fano por los suyos".
?Y una imagen de aquel momento? "Ah, ?cuando ya hab¨ªa muerto? La felicidad de la gente, los primeros m¨ªtines, esa alegr¨ªa, esa pasi¨®n por la libertad. Ya no es posible que la pueda vivir porque es signo de que ya disfrutan de la libertad, pero a m¨ª ?que me quiten lo bailao!".
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