Los talibanes lapidan a una pareja acusada de adulterio en Afganist¨¢n
Primera ejecuci¨®n por apedreamiento tras la ca¨ªda de los integristas en 2001
A pesar de no regir el pa¨ªs desde la invasi¨®n estadounidense de 2001, los talibanes siguen aplicando su propia justicia, de acuerdo con su interpretaci¨®n de la shar¨ªa o ley isl¨¢mica, en las zonas de Afganist¨¢n en las que se han hecho fuertes gracias a su continuada campa?a de insurgencia contra el Gobierno leg¨ªtimo de Kabul. El domingo, recuperaron la pr¨¢ctica de la lapidaci¨®n para matar a una pareja acusada de adulterio en Kunduz. La lapidaci¨®n, junto con los latigazos y las amputaciones, era un castigo com¨²n en Afganist¨¢n entre 1996 y 2001, a?os en que los talibanes controlaron el pa¨ªs.
El hombre, de 28 a?os, identificado solo por su nombre de pila, Qayum, estaba casado. Sin embargo, y seg¨²n ha revelado Amnist¨ªa Internacional, hab¨ªa huido a Pakist¨¢n con una mujer identificada como Sadiqa, de 20 a?os, soltera y prometida a otro hombre.
Durante su fuga, sus familiares pudieron contactar con ellos y les prometieron que, si regresaban, les perdonar¨ªan y les permitir¨ªan casarse sin problemas. Lo hicieron. Cuando regresaron a Afganist¨¢n, donde se alojaron en casa de unos amigos, fueron entregados a los talibanes. Seg¨²n el jefe de polic¨ªa de Kunduz, Abdul Raza Yaqoubi, fueron sometidos a un juicio sumario y lapidados inmediatamente, por separado, ante unas 150 personas.
El del domingo es el primer ajusticiamiento por apedreamiento en p¨²blico en Afganist¨¢n del que se tiene noticia desde la ca¨ªda de los talibanes, pero no la primera condena a muerte de una pareja ad¨²ltera afgana por la interpretaci¨®n fundamentalista del Cor¨¢n.
Hace un a?o fueron fusilados Abdul Aziz, de 21 a?os, y su novia, Gul Pecha, de 19, en la provincia de Nimroz. Ambos quer¨ªan casarse, pero sus respectivas familias no lo permit¨ªan. Se fugaron con la intenci¨®n de vivir an¨®nimamente en Ir¨¢n, aunque sus familiares les delataron, los buscaron y los entregaron a los talibanes, que los mantuvieron encerrados en una mezquita durante cuatro d¨ªas mientras deliberaban sobre su futuro. Finalmente, se les envi¨® al pared¨®n en aquel mismo templo.
Pocos pa¨ªses isl¨¢micos siguen manteniendo la pr¨¢ctica de la lapidaci¨®n. Entre ellos se encuentran Arabia Saud¨ª, Somalia e Ir¨¢n. Las autoridades religiosas de ese ¨²ltimo pa¨ªs paralizaron el mes pasado el apedreamiento de Sakineh Mohammadi Ashtian¨ª, de 43 a?os. Iba a ser ajusticiada por haber enga?ado a su fallecido marido. Los fiscales incluso la acusaron de haber conspirado para asesinarlo, algo que ella lleg¨® a confesar p¨²blicamente el jueves en una entrevista en la televisi¨®n estatal iran¨ª, aunque sus abogados aseguran que lo hizo despu¨¦s de permanecer sometida a torturas de toda ¨ªndole durante varios d¨ªas.
El pasado 8 de agosto los talibanes fusilaron en Afganist¨¢n a una mujer encinta, Bibi Sanubar, a la que acusaban de adulterio por haber mantenido relaciones sexuales con un hombre despu¨¦s de que su marido hubiera muerto. Previamente le dieron 200 latigazos.
Kunduz, la provincia en que se produjo el doble apedreamiento el domingo, vive una escalada de la violencia insurgente. En un a?o, este basti¨®n past¨²n ha pasado de ser una zona relativamente tranquila a convertirse en un basti¨®n de los talibanes. Seg¨²n el ¨²ltimo informe de la ONU sobre v¨ªctimas en el conflicto afgano, en los primeros seis meses de 2010 Kunduz y las otras provincias del noreste del pa¨ªs han experimentado un incremento de un 136% en el n¨²mero de civiles fallecidos en ataques con respecto a las mismas cifras de 2009.
El domingo, el mismo d¨ªa en que los talibanes lapidaron a la pareja supuestamente ad¨²ltera, los insurgentes exigieron en un comunicado una investigaci¨®n internacional sobre las muertes de civiles. Seg¨²n la ONU, los talibanes han sido responsables de 920 de esos asesinatos (el 72% del total) en la primera mitad de 2010.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.