El agosto griego
?Qu¨¦ ha ocurrido con el turismo en el pa¨ªs que desencaden¨® la mayor crisis del euro hace unos meses y en el que se produjeron violentas manifestaciones? Este verano viaja menos gente, pero en Mikonos no se nota
Aqu¨ª, en estas playas de aguas cristalinas de Mikonos, y ahora, en este mes de agosto del a?o de la crisis de la deuda griega, miles de guapos y guapas de Europa hacen ingentes sacrificios de aceite bronceador al dios solar Helios. ?Son m¨¢s o menos que en veranos anteriores? Algo menos, al decir de los hoteleros de la isla, pero muchos m¨¢s de los que cab¨ªa imaginar la pasada primavera, cuando las im¨¢genes de huelgas y manifestaciones contra los recortes presupuestarios en Grecia abr¨ªan los telediarios de Occidente. Bueno, a¨²n las abren: hace unos d¨ªas la BBC daba cuenta del final de una huelga de camioneros griegos que hab¨ªa secado las gasolineras del pa¨ªs en plena temporada tur¨ªstica. Y la cadena brit¨¢nica informaba que el FMI sugiere a Grecia la privatizaci¨®n de los ferrocarriles nacionales para pagar parte de su enorme deuda p¨²blica.
Reci¨¦n llegado al poder, Yorgos Papandreu tuvo que adoptar medidas urgentes de austeridad
Se dijo que se pondr¨ªan en venta 6.000 islas e islotes. El Gobierno lo niega: "Es un insulto"
A la juventud dorada europea -homo o hetero- presente en Mikonos tales noticias parecen tra¨¦rsela al pairo. En el dilema que Nietzsche ve¨ªa en la tragedia cl¨¢sica griega entre lo apol¨ªneo -lo racional- y lo dionisiaco -lo festivo-, esta juventud de cuerpos tatuados y esculpidos en gimnasio opta sin la menor duda por lo segundo. Al menos aqu¨ª, en esta isla de las C¨ªcladas sin moscas ni mosquitos, sin esos bloques de apartamentos que afean el Mediterr¨¢neo espa?ol, con aguas y arenas limpias como una patena y con chiringuitos playeros de dise?o abiertos las 24 horas del d¨ªa.
Tal vez por la especial naturaleza de su clientela -joven, festiva, adinerada, cosmopolita- Mikonos sufre este agosto menos que el resto de Grecia el descenso del n¨²mero de visitantes extranjeros. Aun as¨ª, los meses de mayo y junio tambi¨¦n fueron aqu¨ª penosos para el sector tur¨ªstico. Era cuando las protestas populares por los recortes causaban la muerte de tres empleados bancarios en Atenas o cuando miles de turistas se quedaban en tierra en el puerto de El Pireo a causa de una huelga. A las agencias y hoteles de Grecia llegaba un diluvio de cancelaciones de reservas y Yorgos Petalot¨ªs, portavoz del Ejecutivo heleno, se ve¨ªa obligado a asegurar que el suyo segu¨ªa siendo "un pa¨ªs seguro".
En 2009, a causa de la crisis financiera internacional, Grecia ya perdi¨® un 10% de sus ingresos tur¨ªsticos. Fue un duro golpe para un pa¨ªs en el que uno de cada cinco trabajadores -y el 18% del PIB- depende de ese sector. Pero lo peor estaba por venir. A lo largo del pasado invierno se supo que el d¨¦ficit p¨²blico y la deuda nacional de Grecia eran de dimensiones descomunales. Peor aun, Atenas hab¨ªa estado enga?ando durante a?os a Bruselas a la hora de presentar sus cuentas. Se desencaden¨® as¨ª un periodo de turbulencias en los mercados financieros internacionales y de ataques contra la cotizaci¨®n del euro.
Reci¨¦n llegado al poder, el Gobierno socialista de Yorgos Papandreu tuvo que adoptar medidas urgentes de austeridad para paliar la desastrosa herencia dejada por su predecesor, el derechista Kostas Karamanlis. Como es habitual en el sistema capitalista, tales medidas (reducir los ingresos de asalariados, funcionarios y pensionistas; alargar la edad de jubilaci¨®n; abaratar el despido; subir los impuestos indirectos; disminuir los servicios p¨²blicos; privatizar lo que quede de patrimonio nacional) se centraron en los m¨¢s d¨¦biles, en los votantes de Papandreu.
Pero Grecia, la tierra de Mikis Theodorakis, es un pa¨ªs con coraz¨®n de izquierdas (y no solo socialdem¨®crata; comunistas y anarquistas tienen aqu¨ª m¨¢s peso que en otros pa¨ªses europeos), as¨ª que no tardaron en llegar huelgas y manifestaciones. Algunas de ellas, las m¨¢s violentas, fueron noticia internacional y provocaron el aluvi¨®n de cancelaciones.
A decir de muchos griegos, las protestas est¨¢n siendo menores de lo habitual en este pa¨ªs (menores, por ejemplo, que las provocadas en diciembre de 2008 por la muerte de un estudiante a causa de un disparo policial). Pesan tanto un sentimiento colectivo de resignaci¨®n como la idea de que es injusto cebarse en Papandreu (como escribi¨® el profesor Guy Burgel en Le Monde del pasado 6 de marzo, "no es f¨¢cil ser de izquierda y predicar la austeridad a los que ya son pobres, aunque sea para corregir la ineptitud y la corrupci¨®n de un anterior Gobierno de derechas").
Terminaba as¨ª una fiesta que hab¨ªa durado los 10 a?os anteriores. En ese tiempo el dinero circulaba alegremente en Grecia. Lo hab¨ªa para todo: para los Juegos Ol¨ªmpicos de 2004, para el puente en el golfo de Corinto, para prospecciones arqueol¨®gicas, para que los ricos se construyeran mansiones de lujo y se compraran coches alemanes, trajes italianos, yates japoneses, joyas francesas... Y tambi¨¦n para todos: muchos griegos dejaron de trabajar en la recogida de la aceituna o la limpieza de los lavabos; los inmigrantes del Tercer Mundo asumieron esas tareas. Y, como subray¨® The Economist el 6 de mayo, "los peores h¨¢bitos griegos -el saqueo de las arcas p¨²blicas, el enchufismo, el abuso de los cargos p¨²blicos, la impunidad de los poderosos- se multiplicaron al mismo tiempo".
La Uni¨®n Europea reaccion¨® con torpeza. En aquellas semanas cruciales de la primavera, Angela Merkel se gan¨® una s¨®lida reputaci¨®n internacional de falta de visi¨®n y de capacidad de liderazgo, apareci¨® como una nueva Margaret Thatcher agarrada al bolso. Al final, la factura termin¨® siendo a¨²n m¨¢s elevada para todos... y en los griegos se reactiv¨® cierta germanofobia. "Los alemanes deber¨ªan ser los ¨²ltimos en hablar (de la situaci¨®n financiera griega); al fin y al cabo, no nos pagaron las reparaciones debidas por habernos ocupado durante la II Guerra Mundial", declar¨® el novelista Petros Tatsopoulos en la edici¨®n del 7 de mayo de The Guardian.
Con 11 millones de habitantes, Grecia suele recibir 15 millones de turistas extranjeros al a?o. Este verano est¨¢n viniendo menos y los que vienen est¨¢n gastando menos. A finales de julio, se calculaba que el pa¨ªs puede sufrir en 2010 una reducci¨®n adicional de hasta el 15% de sus ingresos tur¨ªsticos (la ca¨ªda en mayo fue del 24%). Brit¨¢nicos y alemanes, que tradicionalmente suman un tercio de los visitantes extranjeros, son los contingentes nacionales que m¨¢s est¨¢n fallando. En cambio, italianos, franceses y rusos siguen fieles a Grecia, y esto es palmario en las playas, chiringuitos, restaurantes y discotecas de Mikonos.
Grecia saldr¨¢ de esta. Esta tierra de olivos torturados, piedras cargadas de significado y olores mezclados -"resina, terebinto, mirra, tomillo, or¨¦gano, salvia y menta; y la tierra en s¨ª, su gusto de polvo seco, de ceniza ambarina"- que describ¨ªa Jacques Lacarri¨¨re en L?Et¨¦ grec (El verano griego), las ha visto mucho peores. Pero los griegos est¨¢n sufriendo mucho, y no solo en sus bolsillos, tambi¨¦n en su s¨®lido orgullo nacional.
El 25 de junio, The Guardian afirm¨® que Grecia, para evitar la bancarrota nacional, hab¨ªa puesto a la venta algunas de sus 6.000 islas e islotes, incluyendo parte de Mikonos. Millonarios rusos y chinos figurar¨ªan entre los compradores potenciales. Petalot¨ªs, el portavoz del Gobierno griego, lo desminti¨® de inmediato: "Es un insulto". Semanas atr¨¢s, el diario sensacionalista alem¨¢n Bild hab¨ªa propuesto en su portada: "?Vendan sus islas, griegos quebrados! ?Y la Acr¨®polis tambi¨¦n!". Se hac¨ªa eco de unas declaraciones de dos diputados -Schlarmann y Sch?ffler- de la mayor¨ªa gubernamental alemana. A los griegos no les hizo la menor gracia.
Grecia se ha beneficiado extraordinariamente de sus 30 a?os de pertenencia a la Uni¨®n Europea. Sobre el pa¨ªs han llovido miles de millones de euros que han servido para reformar o construir carreteras, puertos y aeropuertos. Todo el mundo sab¨ªa que no todo ese dinero se empleaba en aquello para lo que hab¨ªa sido presupuestado, que en el camino algunos se llenaban los bolsillos, pero millones de turistas del norte de Europa pasaban all¨ª sus vacaciones y se beneficiaban de las mejoras. Luego, la entrada de Grecia en el euro, con la renuncia al dracma y a la posibilidad de devaluarlo en caso de crisis, hizo que los precios, que no as¨ª los salarios, se empezaran a igualar a los de las zonas m¨¢s ricas del continente, con su corolario de p¨¦rdida de competitividad del sector tur¨ªstico.
Hoy Grecia, afirma Alexis Papahelas, uno de los periodistas m¨¢s influyentes del pa¨ªs, necesita una narrativa positiva sobre c¨®mo puede salir de esto. Entre los muchos mitos nacionales a su disposici¨®n, el primer ministro Papandreu ha escogido el de Ulises haciendo el largo y heroico viaje de vuelta a casa, a ?taca. Lo malo de la Odisea es que su protagonista regresa a su hogar solo y pobre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.