'Normalidad' en la frontera
Cesa el boicoteo comercial en Melilla, pero la situaci¨®n en los pasos sigue siendo "ingestionable" para la polic¨ªa
"Hay tranquilidad por ahora, pero aqu¨ª todo es impredecible". Un polic¨ªa y un guardia civil del puesto fronterizo de Beni Enzar repet¨ªan ayer, por separado, la misma idea: en Melilla nunca se sabe lo que puede pasar; los activistas marroqu¨ªes que agitaron un conflicto incomprensible protestan de forma habitual, aunque lo hagan sin apoyo diplom¨¢tico marroqu¨ª y sin osar inundar la tierra de nadie de carteles insultando a la polic¨ªa espa?ola. En ese sentido, el Sindicato Unificado de Polic¨ªa colocar¨¢ en unos d¨ªas carteles con fotos de una mujer polic¨ªa y el lema "Melillenses, vamos a darle un abrazo".
En la frontera se espera que la reuni¨®n del lunes entre los ministros del Interior zanje el asunto. Ayer, los camiones circulaban sin problemas y la tierra de nadie volv¨ªa a ser un lugar ocupado por los marroqu¨ªes pero libre de tensi¨®n y pancartas. Los agentes conf¨ªan en que la atenci¨®n medi¨¢tica que ha recibido el conflicto haga reflexionar a los pol¨ªticos y muestre a los espa?oles en la Pen¨ªnsula que la frontera de Melilla es una anomal¨ªa. "?T¨² has visto algo as¨ª antes?", preguntan. Por Beni Enzar cruzan 30.000 o 40.000 personas al d¨ªa. Pero ayer a mediod¨ªa solo hab¨ªa seis guardias civiles en el control de aduanas y siete polic¨ªas en el de pasaportes. El entorno del paso, lleno de gente vendiendo productos, rodeados de suciedad y polvo, es el de un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo. Los marroqu¨ªes deben acceder a la ciudad aut¨®noma a trav¨¦s de unos peque?os y agobiantes tornos en los que se junta demasiada gente, mientras los espa?oles (y los ciudadanos de la UE) pasan tranquilos a su lado sin tornos.
Habiba, de 78 a?os, cobra tres euros por cada bulto que lleva a Marruecos
La frontera del barrio chino es a¨²n peor. Todo el que la visita por primera vez queda impactado. No hay foto, imagen ni reportaje capaz de transmitir en toda su crudeza la realidad de ese paso fronterizo para personas y transporte a pie de mercanc¨ªas. El sistema es sencillo: se utiliza como transporte a seres humanos para no pagar aranceles aduaneros. Motos, camiones, coches y furgonetas llegan con paquetes ya preparados de los productos que quieren vender a Marruecos. Los hay grandes (sobre todo, ropa usada y mantas), que pueden pesar 60 kilos; y peque?os (pa?ales, champ¨², patatas fritas, galletas). Los porteadores, sobre todo mujeres (las hay con muletas, ancianas, embazaradas), pasan a las siete de la ma?ana a Espa?a y corren a coger un bulto. A veces se pelean por ellos. Llevan un colchoncito en la espalda. Despu¨¦s, hacen cola en unos carriles ordenados por guardias civiles con ayuda de unos gorrillas marroqu¨ªes, que les ayudan a que no haya incidentes. A cambio, les permiten pasar bultos sin hacer cola. "Qu¨¦ vamos a hacer, esto es ingestionable", dice un agente. Una mujer muri¨® aplastada por la muchedumbre en 2008.
A partir de las nueve ya pueden volver a Marruecos. La aduana local permite entrar los bultos. O no. Depende del momento. Si lo logran, los dejan y vuelven a por m¨¢s. As¨ª hasta tres o cuatro veces. Los productos acaban en mercados de Nador, previo pago a los porteadores, m¨¢s un soborno a los funcionarios locales.
Habiba comenz¨® de porteadora hace dos a?os, con 78. Su hijo se qued¨® inv¨¢lido y tiene que alimentarlo. Gana tres euros por bulto, que ser¨ªan cinco si pudiera cargar los de 60 kilos. Transporta a lo largo de 300 metros un paquete que a una mujer de 20 a?os le costar¨ªa llevar. Hace mucho calor, pero no puede ni beber agua. Es Ramad¨¢n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.