El joyero de la fama
La cita es una boutique del Soho. En las vitrinas brillan las joyas del argentino Rodrigo Otazu. Con 15 minutos de retraso, el joyero hace su aparici¨®n rodeado de un equipo de rodaje. Ha anunciado su demora v¨ªa m¨®vil. Otazu tiene la misma soltura tallando piedras y dise?ando lujosos abalorios que tecleando su Blackberry, una alhaja m¨¢s para este joyero del siglo XXI. Espont¨¢neo, vital, carism¨¢tico y un avispado hombre de negocios, Rodrigo cuelga v¨ªdeos caseros en YouTube, tweetea con frenes¨ª e informa a sus seguidores v¨ªa Facebook de sus andanzas. Se siente absolutamente c¨®modo ante una c¨¢mara. Gajes de la fama o quiz¨¢, en su caso, ventajas de ser hijo de una presentadora de la televisi¨®n argentina y un productor. Tiene claro que estos canales de comunicaci¨®n son la base para crear una marca contempor¨¢nea. "Hoy d¨ªa existen otros recursos. Las publicaciones tradicionales de moda al final dependen en gran medida de sus anunciantes. Con Internet se abren otras puertas".
"Intento hacer algo que no est¨¦ hecho: mezclo los ingredientes, los vuelvo del rev¨¦s y aspiro a dar a todo otro sabor"
Otazu viste camisa azul claro, luce un perfecto bronceado y una amplia sonrisa blanca. En la mu?eca izquierda, un gran Cartier cl¨¢sico, y en la derecha, dos de sus pulseras: una inspirada en los rosarios tibetanos realizada en hilo negro y plata y un fino brazalete del mismo metal. Como es de suponer, cambia a menudo de accesorios. La pulsera tibetana es una de las piezas que ha incluido en Strong Men, la l¨ªnea para hombre que viene a sumarse a las tres que ya tiene en el mercado: Otazu, para joyas de d¨ªa; Rodrigo Otazu, la gama alta, y Silver, las piezas de plata para hombre y mujer. A esto se a?ade Classic, con reediciones de los best seller de las ¨²ltimas colecciones, y las llamadas colecciones In Between, proyectos aislados para artistas como Tyra Banks y pel¨ªculas como Sexo en Nueva York 2.
El idilio de Otazu con las estrellas y el espect¨¢culo se remonta a Britney Spears y la gala de MTV de 2002. Ese mismo a?o hab¨ªa dise?ado las joyas para el desfile de alta costura de Christian Lacroix. La americana y su equipo de asesores quedaron prendados de su trabajo y en cinco d¨ªas Rodrigo consigui¨® preparar una l¨ªnea completa para la estrella. Desde Lady Gaga hasta Beyonc¨¦, la lista de famosas a quienes Otazu hace resplandecer es considerable. High and low, alto y bajo, arriba y abajo, este joyero tiene personalidad y empuje suficientes para derrumbar las barreras que separan el lujo del universo pop, altamente comercial. Sus joyas esculturales aparecen en un amplio reportaje del Vogue Italia y ¨¦l comparece unos meses despu¨¦s en un programa de telerrealidad de la televisi¨®n americana sobre amas de casa. "?Esas son unas locas divinas!", exclama. Ahora prepara el episodio piloto de su propio reality, Rodrigo Otazu Rocks, de ah¨ª las c¨¢maras que le acompa?an en la entrevista.
P¨¦simo estudiante, pero con un fuerte impulso art¨ªstico, Rodrigo particip¨® siendo adolescente en una de las campa?as publicitarias de Calvin Klein. A los 18 dej¨® Argentina y vol¨® a Madrid. Con 150 d¨®lares empez¨® su andadura. Vendi¨® sus pulseras de cuero por las Ramblas barcelonesas. Con lo que ganaba compraba nuevos materiales y segu¨ªa adelante. De Espa?a a Grecia y a Creta, y de all¨ª a Israel, a la India y a Tailandia. Cuando lleg¨® a Australia decidi¨® que se quedar¨ªa un tiempo en Sidney. "Hab¨ªa corrido como un loco y quer¨ªa hacer algo de lo que me sintiera orgulloso", recuerda. A esas altura, Otazu ya hab¨ªa logrado acumular un buen n¨²mero de perlas. Con este bot¨ªn fabric¨® un solo collar. Una vez lo tuvo listo, se dirigi¨® al mercado de Paddington, parada habitual de fashionistas. En su puesto expuso esa ¨²nica pieza. Una estilista de Vogue repar¨® en ¨¦l y unas semanas despu¨¦s hicieron una sesi¨®n de fotos para la revista. La due?a de la casa donde se hizo el reportaje le compr¨® el collar. Y as¨ª Rodrigo consigui¨® montar su primer taller, donde trabaj¨® con plata, jade y lapisl¨¢zuli. ?C¨®mo aprendi¨® el oficio? "Metiendo la pata mil veces", confiesa.
En Sidney recal¨® cinco a?os antes de poner rumbo a ?msterdam, ciudad que le dio el impulso definitivo. "Fui a la calle m¨¢s cara y consegu¨ª vender colecciones distintas a tiendas que estaban una enfrente de otra", dice divertido. All¨ª aprendi¨® la parte de negocio. "Lo que intento es hacer algo que no est¨¦ hecho, me gusta jugar con la femineidad y la elegancia de las mujeres que est¨¢n seguras de s¨ª mismas", explica. "Mezclo los ingredientes, los vuelvo del rev¨¦s y aspiro a dar a todo un sabor diferente". Esto es lo que el marketing de Otazu define como el "factor WOW!"(?guau!), es decir, una sorpresa m¨¢s internacional, menos vista y con marcados signos de exclamaci¨®n.
Otazu busca ese lado inesperado, l¨²dico, teatral e irreverente. En Italia e India compra algunas de las cadenas, en Bali tiene sus talleres, en Nueva York y Holanda las oficinas centrales. Un equipo de 300 personas trabajan con su marca. Y sus alhajas siguen conquistando nuevos mercados. Hace apenas tres meses llegaron a Espa?a de la mano de su representante, Bruno Rovegno, y ya est¨¢n en media docena de tiendas en Madrid y Barcelona.
Otazu entra y sale de la boutique del Soho para que las c¨¢maras rueden el plano perfecto. Siempre sonriente y fresco a pesar del abrumador calor neoyorquino. Al d¨ªa siguiente vuelve a llegar con retraso a la presentaci¨®n de sus joyas en una fiesta organizada en un ¨¢tico del edificio Greenwich Club. Las joyas est¨¢n expuestas en los laterales de la sala principal, y por las terrazas pasean dos modelos vestidas por el joven dise?ador Ruben Singer y enjoyadas por Otazu. La mezcla funciona a la perfecci¨®n. A Otazu lo que le interesa es la pasi¨®n, las ganas de hacer cosas. Al cumplir los 40, el inquieto argentino sinti¨® que Nueva York segu¨ªa en su lista de aventuras pendientes. Hizo las maletas y lleg¨® al Village hace apenas un a?o. Lleg¨® reasustado. "Aqu¨ª sabes que hay un tigre que domar. Este lugar a¨²lla y parece que te come, pero a m¨ª me ha recibido con los brazos abiertos".
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