Con ellos llegaron las dudas
A los diestros Enrique Ponce y El Juli se les vio ayer a la manera del cuento de Jorge Luis Borges El jard¨ªn de los senderos que se bifurcan. Ver¨¢n. El segundo toro de la tarde, primero de El Juli, a poco de iniciar la faena se raj¨®, se fue a las tablas como un poseso, rehuyendo de todo lo que fuera trapo rojo. El torero no se ocup¨® de buscarle las vueltas. Tom¨® la espada y lo mat¨®. Por cierto, mal.
Sucedi¨® que el cuarto de la tarde, segundo de Enrique Ponce, result¨® ser otro manso calcado del anterior. Tambi¨¦n ese toro se raj¨®. Pues bien, lo que hizo Ponce fue torearlo en el terreno de tablas, en el sitio en el que el toro se encontraba mejor. Y all¨ª el maestro, Maestro en este caso con may¨²scula, hizo que el animal tragara un pase tras otro. Naturalmente hab¨ªa que exponer lo suyo y estar con una atenci¨®n m¨¢xima para sujetar al toro e impedir que se rajara cada dos por tres.
Este fue uno de los senderos. El otro acaeci¨® a trav¨¦s de la intervenci¨®n del presidente. Deneg¨® este la oreja que el p¨²blico pidi¨® para Ponce, en el toro rajado, pensando que lo hab¨ªa matado muy mal. Sin embargo, concedi¨® la oreja a El Juli en su segundo, quinto de la tarde, cuando en realidad lo mat¨® tambi¨¦n de mala manera. En un caso y otro no hubo la equidad que debe regir en un presidente que se precie.
Hasta aqu¨ª los senderos que se bifurcan. El primer toro de Ponce no ten¨ªa fuerza, no val¨ªa nada. Ten¨ªa media arrancada, no pasaba, se revolv¨ªa. El Juli en el quinto toro instrument¨® una faena por ambas manos. Hubo de todo. Pases muy ligados, llev¨¢ndolo muy toreado; dominado siempre. Lo m¨¢s notable de su faena fueron unos naturales con la muleta muy baja, arrastrando con templanza la tela. En algunos momentos hizo aparici¨®n el pico y fuera de cacho.
El tercero de la terna se llama Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares. De manera exagerada el p¨²blico atisb¨® en la labor de su segundo, sexto de la tarde, unas cualidades de excelsitud. En rigor no lleg¨® a darse tal magnificencia. Porque no puede ser que la mayor¨ªa de sus pases, lo mismo con la mano derecha que con la izquierda, llevara al toro hacia las afueras como si fuera a salirse de la ciudad. Se contabilizan algunos muletazos muy buenos por su largueza, algunos rematados con suave lentitud y templanza. No obstante, parec¨ªan m¨¢s fuegos artificales que grandeza, profundidad, hondura. Y si no se enfada nadie, dir¨ªamos que algunos muletazos fueron tan vagabundos como el humo. En su primero, la faena tambi¨¦n tuvo la apariencia de ser mejor de lo que en realidad fue. Junto a pases muy ligados y con empaque, en otros momentos volvi¨® a salir el sac¨¢rselos demasiado afuera, exageradamente lejos, nunca dej¨¢ndose la cadera como debe ser ejecutado un buen pase, sea natural o derechazo.
Respecto a El Juli y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares quiero poner por encima de la rigidez del dogma, la vitalidad de la duda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.