SECOND FACE
La ley Facebook reci¨¦n aprobada por el Gobierno alem¨¢n ha logrado un raro consenso entre empresarios, trabajadores, juristas y expertos en Internet: todos la consideran in¨²til. La ley proh¨ªbe a los empresarios usar Facebook, Myspace y dem¨¢s redes sociales para rechazar a un solicitante de empleo por su orientaci¨®n sexual, por ejemplo. O por sus afinidades pol¨ªticas, por su car¨¢cter reivindicativo, por su religi¨®n, por la falta de ella. Como parece obvio, y as¨ª lo ha se?alado todo el mundo, el empleador podr¨¢ seguir rechazando al aspirante por gay, rojo, ateo o protest¨®n y luego decir que ha sido por falta de vitaminas.
Yo creo que la ley s¨ª tendr¨¢ un efecto. Ahora que todo el mundo se ha enterado de que los jefes de personal buscan en Facebook, vamos a presenciar una mutaci¨®n masiva de la psicolog¨ªa humana a escala planetaria. La gente se va a volver de pronto ecl¨¦ctica en lo espiritual, centrista en lo pol¨ªtico, mansa en lo sindical, recta en lo sexual. Un perfil t¨ªpico en la red social ya no ser¨¢ "De vuelta de todo menos de ti, oh destino", sino "Pulcro, ambicioso y adocenado de puro com¨²n, tan apasionado como el color del acero, si me entienden".
De esta forma, Facebook se habr¨¢ transformado en Second Face, una red social para mostrarle al mundo tu segunda cara, por fin un producto de Internet nacido para imitar al mundo en toda su gloriosa hipocres¨ªa. Pero el Gobierno alem¨¢n no deber¨ªa parar de legislar ah¨ª, porque no solo de Facebook se alimenta el contratador. Tomen mi caso. Cuando busque trabajo, mi empleador no necesitar¨¢ Facebook para nada. Meter¨¢ mi nombre en Google, y las primeras cosas que sabr¨¢ de m¨ª son las siguientes. "El descubrimiento de vida extraterrestre ser¨ªa la gran noticia del milenio, dice Javier Sampedro". Y es verdad que lo dije, aunque sin saber que mi empleador estaba delante. "Javier Sampedro, humorista frustrado". Lo que tambi¨¦n es cierto, probablemente. Tambi¨¦n hay una entrevista que me hicieron sin editar la cinta, donde me paso todo el rato diciendo cosas como "y entonces bueno, digamos, lo que es es digamos ?verdad? y entonces...". Y una cr¨ªtica que me da un repaso por escribir "chorradas sin talento alguno, con los tics propios del palurdo en ficci¨®n breve, supuesto humor extravagante, variaciones vanas de obras ajenas, demenciales estructuras...". Y menos mal que se me ha acabado el espacio.
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