Martirio guineano
El fusilamiento de cuatro oficiales muestra que la democracia que promete Obiang es una farsa
Cuatro oficiales del Ej¨¦rcito de Guinea Ecuatorial fueron fusilados hace una semana acusados de intentar un golpe de Estado contra el dictador Obiang Nguema. El juicio se celebr¨® el viernes y los reos fueron llevados al pared¨®n al d¨ªa siguiente. Carece de sentido interrogarse acerca del mensaje que ha intentado transmitir el dictador, cuya sucesi¨®n parece cada vez m¨¢s decantada a favor de su hijo Teodoro. Con estos fusilamientos, el r¨¦gimen ha vuelto a demostrar que los ins¨®litos niveles de corrupci¨®n que ha alcanzado solo se sostienen con una capacidad de represi¨®n a la altura.
Guinea Ecuatorial se ha convertido en uno de los mayores productores de petr¨®leo del mundo. Esta circunstancia no deber¨ªa servir para que la comunidad internacional ignore los desmanes de una dictadura establecida en 1979, continuaci¨®n de otra -la de Mac¨ªas, t¨ªo de Obiang- que diezm¨® literalmente a la poblaci¨®n. Si hasta el descubrimiento de unas formidables reservas energ¨¦ticas la dictadura guineana disfrutaba de impunidad por la escasa relevancia internacional del pa¨ªs, no puede ser que ahora siga gozando de ella por lo contrario. La poblaci¨®n guineana, que no ha conocido otro r¨¦gimen que el de la familia Nguema, no merece la indiferencia internacional que ha padecido en las m¨¢s de tres d¨¦cadas de independencia.
Del aislamiento que pes¨® sobre el r¨¦gimen de Obiang desde mediados de los a?os noventa se ha pasado a una situaci¨®n en la que el dictador a punto ha estado de patrocinar en la Unesco un premio de investigaci¨®n cient¨ªfica con su nombre. Espa?a ha sido en parte responsable del levantamiento del cerco diplom¨¢tico a la dictadura guineana, t¨ªmidamente durante los Gobiernos de Aznar y de manera abierta con los de Zapatero, que, entre otros gestos, promovieron una visita bilateral del dictador.
Los cuatro fusilamientos son la prueba de que la interminable transici¨®n democr¨¢tica prometida por Obiang es una farsa. Ni se han ampliado espacios de libertad que no sean meras reservas de opositores acotadas por el r¨¦gimen, ni los derechos elementales de las personas son otra cosa que papel mojado. La comunidad internacional que se beneficia de los recursos naturales guineanos no deber¨ªa hacerlo a costa de la poblaci¨®n. Primero consintiendo que Obiang, su familia y su entorno se apropien de los ingresos; despu¨¦s, cerrando los ojos ante la represi¨®n, que acaba de sumar cuatro nuevas v¨ªctimas.
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