Locuras de amor
Por si acaso los calores estivales hubieran marchitado, entre los catalanes, el efecto de la sentencia del Constitucional acerca del Estatuto, la defensora del pueblo en funciones se encarg¨®, durante la segunda quincena de agosto, de reverdecer el cabreo con un recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de Acogida de Inmigrantes, a causa de la preferencia que dicha ley otorga al catal¨¢n sobre el castellano como lengua de integraci¨®n de aquellos. Ante la indignaci¨®n desatada en Catalu?a, la citada defensora arguy¨® en su descargo lo que sigue: "Quiero a Catalu?a con locura. Tengo casa y muchos familiares enterrados all¨ª". Y bien, puesto que ella misma los invoca, examinemos la trayectoria de alguno de esos "familiares".
Do?a Mar¨ªa Luisa Cava es hija de un ingeniero industrial que milit¨® desde 1935 en la grupuscular Falange barcelonesa
Do?a Mar¨ªa Luisa Cava de Llano y Carri¨® -familiarmente, Maysi-, nacida en Barcelona en 1948, es hija de Carlos Cava de Llano y Pint¨® (Lleida 1914-Barcelona 1986), ingeniero industrial de formaci¨®n, pero ante todo militante desde 1935 de la grupuscular Falange barcelonesa y fundador del SEU en ese distrito universitario. Cooperador civil en la sublevaci¨®n militar del 19 de julio de 1936 -aunque no todas las fuentes coinciden sobre este punto-, consigui¨® eludir la represi¨®n y trabaj¨® para la quinta columna antes de pasar a la zona franquista, donde luchar¨ªa como alf¨¦rez provisional.
A partir de 1939, su triple condici¨®n de camisa vieja, de excombatiente y de caballero mutilado dio a Carlos Cava de Llano ancho acceso a las mieles del poder: ocup¨®, entre otros cargos, los de delegado provincial de Organizaciones Juveniles e inspector provincial de FET y de las JONS en Lleida -donde su hermano Miguel era concejal de 1949 a 1955- y, ya asentado en Barcelona, fue presidente del Sindicato Nacional de Agua, Gas y Electricidad, procurador en Cortes de 1964 a 1971 por el tercio sindical y receptor de numerosas condecoraciones civiles y militares franquistas.
Es preciso subrayar que, a diferencia de otros, Cava de Llano no rectific¨® nunca su adhesi¨®n a la dictadura, ni siquiera esboz¨® una adaptaci¨®n cosm¨¦tica a los nuevos tiempos. En 1974 asumi¨® la presidencia en Barcelona de la Hermandad Nacional de Alf¨¦reces Provisionales; en 1975 dio a la imprenta el op¨²sculo La aportaci¨®n de los catalanes a la guerra de liberaci¨®n y a la paz espa?ola (publicado por las Ediciones del Movimiento); en 1976 figuraba como uno de los dirigentes de la rancia Falange de Raimundo Fern¨¢ndez Cuesta; y, ya en democracia, no tuvo empacho en comparecer m¨¢s de una vez, al lado de Blas Pi?ar, para hacer la apolog¨ªa del r¨¦gimen franquista. Todav¨ªa a ra¨ªz de su muerte, en el verano de 1986, alg¨²n camarada elogi¨® en la prensa la "lealtad y coherencia" del difunto "frente a la cobard¨ªa ambiental que soportamos, ante tantas traiciones y componendas".
Sin caer en el determinismo biol¨®gico -falangista el padre, falangista la hija...-, parece evidente que no fue en ese ambiente familiar entre joseantoniano y devoto del Caudillo donde la joven Mar¨ªa Luisa pudo interiorizar que el catal¨¢n es la lengua propia de Catalu?a, con iguales valor y dignidad que el castellano, o que Espa?a est¨¢ compuesta -observen que me atengo al estricto marco constitucional- por diversas nacionalidades. Tampoco debi¨® de aprenderlo despu¨¦s, una vez radicada en Ibiza por raz¨®n de matrimonio y afiliada a Alianza Popular, aquella AP que rechaz¨® durante una d¨¦cada el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n. Si, habiendo nacido y vivido casi siempre en territorios catalanohablantes, y dedic¨¢ndose a la pol¨ªtica, la se?ora Cava de Llano no ha considerado preciso saber hablar decorosamente el catal¨¢n, ?c¨®mo va a admitir que deban aprenderlo los inmigrantes marroqu¨ªes, ecuatorianos o senegaleses?
Genealog¨ªas y biograf¨ªas al margen -por m¨¢s que, a menudo, resulten esclarecedoras-, lo que constituye un esc¨¢ndalo es la presencia de personas con una mentalidad cerradamente unitarista en instituciones cruciales de un Estado que se pretende -y hasta se jacta de ser- plural, compuesto y federable.
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