'S¨®lo la novela puede restablecer la verdad'
Hace treinta a?os, su hermano mayor se mat¨® de un disparo de una escopeta de caza en una caba?a aislada en Israel. Hab¨ªa acudido all¨ª para luchar por la paz y milit¨® en movimientos pacifistas hasta que se sinti¨® excluido y se peg¨® un tiro en la cabeza. Para explicarse su vida, su muerte, para intentar entenderle, Hubert Haddad, escritor franc¨¦s de origen tunecino, de 64 a?os, ha escrito Palestina (Demipage, premio Renaudot de bolsillo en Francia en 2009), una novela exquisita sobre un asunto peligroso y resbaladizo para un narrador que no quiera caer en t¨®picos: la situaci¨®n de Cisjordania. Hubert Haddad no es sospechoso de aprovecharse de temas con tir¨®n: devoto de Borges, este novelista, poeta, dramaturgo y ensayista, se confiesa perteneciente a la estirpe de los novelistas fant¨¢sticos. Sin embargo, los personajes de esta novela caminan por las calles de una destruida Cisjordania trazada con la precisi¨®n realista de un buen reportaje. En Palestina, Cham, un soldado jud¨ªo, es secuestrado por un comando terrorista en Hebr¨®n. Tras perder la memoria y el carn¨¦ de identidad, este soldado, de repente sin nombre y sin pasado, se refugia en la casa de dos mujeres: una, la madre, se llama Asmahane; la otra, la hija, se llama Falastin (Palestina), y simboliza, en su cuerpo d¨¦bil y corajudo, esa tierra estragada.
"Falastin, como Ant¨ªgona, dice 'no' a lo que es arbitrario y, a la vez, local. Apela a lo universal"
Haddad, un hombre de identidades m¨²ltiples (jud¨ªo, bereber, ¨¢rabe, franc¨¦s, europeo...), ha sabido "proteger su alma"
Haddad, t¨ªmido, amable, de origen jud¨ªo, con tendencia a mirar de reojo las religiones y los nacionalismos, vengan de donde vengan, afirma que necesitaba, sobre este asunto, escribir una novela y no un ensayo.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦?
RESPUESTA. Porque ensayos ya hay muchos. Y, por lo general, olvidan el lado humano de esta historia. A veces, se tiende mucho a la caricatura, al radicalismo, a una especie de violencia radical extremista. Yo quer¨ªa mostrar ese lado ¨ªntimo de todo gran drama, con todas sus contradicciones. Y solo la novela puede explicar esa complejidad, esto es, solo la novela puede restablecer la verdad. Porque hay mucha informaci¨®n, pero siempre se ofrece desde un determinado punto de vista que reproduce caminos y deseos de guerra de exterminaci¨®n.
P. La novela apela a un lenguaje po¨¦tico, pero a situaciones concretas muy realistas.
R. Todo lo que cuento es real, excepto la historia de los protagonistas. Era necesario que el lector comprendiera la situaci¨®n real de esa regi¨®n. Por eso situ¨¦ la acci¨®n en Hebr¨®n, que es un poco un microcosmos de todo lo que pasa en Palestina. En Hebr¨®n hay un parcelamiento de la ciudad, un Ej¨¦rcito que trata de controlarlo todo, la Tumba de los Patriarcas, que une las tres religiones, y est¨¢n los colonos que han ocupado las tierras... La novela reproduce todo eso: el inconsciente de los personajes, pero tambi¨¦n los distintos grupos pol¨ªticos y las carreteras cortadas... Adem¨¢s, la novela no se cierra abruptamente, como un ensayo. Se tiende sobre el tiempo, respira. Y eso da esperanza...
P. ?Hay esperanza?
R. A veces han comparado a la protagonista de la novela, Falastin, con Ant¨ªgona. Por eso hay esperanza, porque, como Ant¨ªgona, Falastin dice "no" a lo que es arbitrario y, a la vez, local. Apela a lo universal. Tanto el islam como el juda¨ªsmo son grandes religiones, desde el punto de vista estrictamente cultural, que no deben encerrarse en cuestiones de identidad. Reivindicar as¨ª la identidad es perder, porque al otro se le convierte en objeto.
P. ?Por eso los dos protagonistas, el soldado jud¨ªo Cham que pierde la memoria y Falastin, se encuentran en medio?
R. Son seres humanos que no se identifican con ninguna posici¨®n formada a partir de la identidad. Son una mezcla. Como yo, que soy descendiente de jud¨ªos bereberes. En 1966, mi hermano se fue a Jerusal¨¦n a vivir a un kibutz. Milit¨®, como Falastin, en movimientos por la paz. Y fue rechazado por la sociedad. Por eso, y por problemas afectivos, se fue a vivir, herido, a una caba?a apartada, una caba?a que sale en el libro. En 1979, se suicid¨®. Michel, mi hermano, es un poco los dos personajes a la vez. Eso s¨ª, hizo falta que pasaran a?os para que yo volviera a eso, a la muerte de mi hermano, para ver qu¨¦ significaba.
P. En alg¨²n sitio ha dicho que trabaj¨® mucho para este libro. ?Se refiere a eso?
R. S¨ª. Y tambi¨¦n a que para escribirlo tuve que huir de mis propios prejuicios, desembarazarme de los miedos y de los prejuicios de mis padres, gentes muy normales y sionistas. Tambi¨¦n ten¨ªa que pensar en mi hermano, que se sacrific¨® por todo eso.
P. Pero el episodio de la muerte de Michel (en la novela hermano del soldado) es marginal en la novela.
R. Pero es como el testigo de todo. Es como un di¨¢logo de ultratumba, como si yo hubiera dialogado con mi hermano. Es una historia ¨ªntima y pol¨ªtica. Yo quer¨ªa hacer algo universal a partir de un hecho ¨ªntimo, creo que eso es la literatura. Ahora le toca al libro vivir su propia vida, que vuele libre, sin estar asociado al autor.
P. ?Por qu¨¦ la protagonista se llama Falastin?
R. No es por azar, claro. Es un s¨ªmbolo de Palestina. Yo la veo as¨ª. Falastin es una chica joven, anor¨¦xica y fr¨¢gil. Palestina naci¨® con Israel, antes no exist¨ªa. Antes hab¨ªa tribus, tribus ¨¢rabes mezcladas con tribus jud¨ªas y cristianas, todo un territorio de gente que viv¨ªa all¨ª, sometida paulatinamente a los varios imperios que se fueron sucediendo, pasando de una dominaci¨®n a otra, sin cuestionarse su identidad... hasta que lleg¨® Israel. Ahora, leg¨ªtimamente, reclama un Estado...
P. El soldado jud¨ªo pierde la memoria, se identifica con la gente que le acoge y acaba convirti¨¦ndose casi en terrorista palestino. ?Por qu¨¦?
R. La desgracia lo arrastra. Yo quer¨ªa demostrar c¨®mo los j¨®venes pueden convertirse en terroristas: a fuerza de humillaciones, de ver morir a su gente, de ver heridos, de desesperanza. Entonces se fanatizan. Pero repito: la novela tiene un final abierto y, por tanto, abierto a la esperanza.
P. ?En qu¨¦ consiste esa esperanza? ?Cu¨¢l es la soluci¨®n pol¨ªtica?
R. En dos Estados solidarios que trabajen juntos. Dos Gobiernos, pero solidarios.
P. ?Y usted cree que eso es posible?
R. S¨ª. La historia es fuente de sorpresas. Y ya hay gente, intelectuales, artistas o escritores, en Israel y en Palestina, que piensan as¨ª.
P. ?No es eso demasiado ut¨®pico?
R. Uno se adhiere a las utop¨ªas en situaciones desesperadas, cuando solo las utop¨ªas te pueden salvar. La democracia, en el fondo, hace siglos, era una utop¨ªa. Hay que trabajar por esa utop¨ªa.
P. ?Y para cu¨¢ndo ve usted esa utop¨ªa, esa paz?
R. Nadie lo puede prever: pero hay fen¨®menos que precipitan las cosas. Tal vez Obama despierte. O f¨ªjese en lo de la flotilla: puede servir de conciencia en Israel, para que se d¨¦ cuenta de que no puede seguir as¨ª, hacia el suicidio colectivo.
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