La aventura del espa?ol
Una de las mejores descripciones de Nueva York jam¨¢s llevadas a cabo por un escritor espa?ol es La ciudad autom¨¢tica (1934), de Julio Camba. El libro conserva intacta su frescura hoy. Uno de los momentos m¨¢s reveladores es cuando el autor, paseando por Harlem, atraviesa la barrera invisible del idioma. La fisonom¨ªa de los personajes sigue siendo la misma. Son gentes de origen africano, solo que al cruzar una calle, de repente, el paseante es testigo de un cambio ins¨®lito. Ya no se escuchan las cadencias del idioma ingl¨¦s. Los viandantes, todos, hablan en espa?ol. En uno de los gui?os que caracterizan su inimitable humor, Camba proclama tener ante s¨ª la Espa?a Negra, t¨ªtulo de uno de los cap¨ªtulos m¨¢s sugerentes del libro. Lo que el autor acababa de descubrir es que estaba en una ciudad destinada a ser biling¨¹e.
La fascinante historia del espa?ol en los Estados Unidos no ha encontrado su cronista definitivo por la sencilla raz¨®n de que se trata de una aventura interminable que se desarrolla en directo ante los ojos del espectador. Aunque es cierto que cuanto se constata por escrito acerca del fen¨®meno del espa?ol en Estados Unidos queda obsoleto en el instante de ser publicado, nos encontramos en v¨ªsperas de un momento que nos permitir¨¢ tener una visi¨®n bastante certera de la situaci¨®n: pronto se publicar¨¢n los datos correspondientes al censo de poblaci¨®n del a?o 2010. Efectuado con una periodicidad de 10 a?os el estudio, seg¨²n las proyecciones de los expertos en estad¨ªstica, subrayar¨¢ un aumento espectacular de cuanto guarda relaci¨®n con lo hisp¨¢nico. Dentro de ello, se sabe ya que uno de los indicadores m¨¢s relevantes es el que se?ala el refuerzo del uso del espa?ol. Camba se sobresalt¨® al descubrir que se hablaba nuestro idioma en el bien llamado Spanish Harlem. Hoy se escucha en todos los barrios de la ciudad, en pac¨ªfica coexistencia con el ingl¨¦s. En este sentido, Nueva York es una met¨¢fora del pa¨ªs, m¨¢s que Miami, donde el ingl¨¦s es virtualmente prescindible. Nueva York es mejor reflejo de la realidad biling¨¹e del pa¨ªs. Lo primero que constata indefectiblemente el hispanohablante que regresa a la metr¨®polis del Hudson tras uno o dos a?os de ausencia es que la penetraci¨®n del espa?ol no solo aumenta num¨¦rica sino tambi¨¦n cualitativamente. A fecha de hoy, m¨¢s de una cuarta parte de la poblaci¨®n neoyorquina es hispanohablante. Y suma y sigue. Todo ello es reflejo de un hecho que no siempre se tiene presente: el espa?ol no ha sido nunca aqu¨ª una lengua extranjera.
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