Ifigenia sin Pina Bausch
La ¨®pera de Gluck coreografiada por la artista alemana emociona al Liceo
Sin duda la Iphigenie auf Tauris, estrenada ayer en el Liceo, no es el trabajo m¨¢s representativo de Pina Bausch, la gran core¨®grafa alemana desaparecida hace un a?o. Incluso puede decirse que, desde el punto de vista filol¨®gico, se trata de una operaci¨®n ileg¨ªtima: apartar a los cantantes y al coro de la escena para llenarla de bailarines va contra la reforma oper¨ªstica que Gluck impuls¨® en la segunda mitad del siglo XVIII y que b¨¢sicamente consisti¨® en dar un protagonismo dram¨¢tico a la m¨²sica y el texto que la ¨®pera italiana, inclinada al ornamentalismo, le negaba. Es m¨¢s, Gluck fue muy contenido a la hora de introducir el ballet en esta obra, precisamente para que el continuum dram¨¢tico no se viera injustificadamente interrumpido.
Y sin embargo, esta segunda coreograf¨ªa de Bausch, estrenada en 1973, es la que abri¨® las puertas internacionales a su carrera. ?Por qu¨¦? Pues porque la ¨®pera, en unos momentos en que el g¨¦nero se hallaba fuertemente contestado por la progres¨ªa, necesitaba entroncar con la contemporaneidad, y la danza le ofreci¨® un clavo ardiente al que agarrarse. La f¨®rmula de desdoblar canto y danza ha sido luego repetida hasta la saciedad, acaso hasta privarla de sentido. Pero en 1973 era sin duda un experimento lleno de valent¨ªa y buena fe, aunque la propia core¨®grafa se alejara posteriormente de ese camino para optar por espect¨¢culos collage, de escenas cerradas y m¨²sica seleccionada ad hoc, mucho m¨¢s acordes con su est¨¦tica minimalista.
Dicho lo cual, hay que a?adir que la reposici¨®n de esta Iphigenie vale la pena, ni que sea para admirar con aliento contenido como hacia el final del cuarto acto la ni?a vestida de blanco se acerca muy lentamente desde el fondo del escenario con un ramo de flores para adornar el ara en que ser¨¢ inmolado Orestes. En ese momento la m¨²sica calla y un escalofr¨ªo te recorre el espinazo: Pina Bausch en estado puro.
Musicalmente, la versi¨®n lice¨ªsta estuvo un punto por debajo de la esc¨¦nica, sin desde?ar elementos de buena factura como el canto del tenor (Nikolai Schukoff) que dobla a P¨ªlades, las impecables intervenciones del Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica o el buen pulso del director Jan Michael Horstmann, no siempre correspondido por la Orquesta Sinf¨®nica Juli¨¤ Carbonell de Lleida, a la que le falta un mayor empaque sonoro. Elisabete Matos y Christopher Maltman despacharon correctamente las partes de Ifigenia y Orestes, pero sin la emoci¨®n que les imprimieron sus dobles danzantes, Ruth Amarante y Pablo Aran.
C¨¢lidos aplausos, al final. Merece el aliento del p¨²blico la compa?¨ªa Tanztheater Wuppertal. Sin Pina Bausch no tiene un futuro f¨¢cil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.