La desaceleraci¨®n del taxi
Ganan un 30% menos por la crisis, son m¨¢s que nunca y algunos conducen sin licencia - Los conductores vagan por las calles sin clientes o se api?an en las paradas
"Martes 1 de noviembre, doce de la noche. Estaci¨®n de Atocha. Regreso del puente. Llegada del tren de M¨¢laga. Dos horas y cuarto para coger un taxi. ?C¨®mo es posible que se produzcan estas situaciones?". (Carta al director publicada en EL PA?S en 2005). "En navidades se acent¨²a un problema que sufrimos durante todo el a?o las noches de fin de semana: no hay taxis libres en Madrid a partir de las tres de la madrugada". (Carta al director publicada en 2006).
S¨¢bado 4 de septiembre de 2010, tres de la madrugada: 18 taxis parados junto a la acera de la Gran V¨ªa -seis en la plaza de Callao, 12 en el cruce con la calle de la Montera- esperan en direcci¨®n a la Puerta de Alcal¨¢ para hacer una carrera. La gente empieza a salir de bares y discotecas de vuelta a casa, el metro est¨¢ cerrado. Los taxistas, metidos en sus coches, ven pasar de largo a los posibles clientes.
Hay propietarios de licencias que dejan conducir el taxi sin permiso a familiares
Las asociaciones exigen m¨¢s sitios reservados para sus coches en el centro
"?Aqu¨ª no 'carga' ni Dios!", se queja un taxista en la plaza de Castilla
"Eso es culpa de una crisis global", dice el coordinador de Movilidad
En 2007 el presidente de la Comisi¨®n Nacional de la Competencia, Luis Berenguer, tuvo una idea que no prosper¨®: "Ser¨ªa deseable que se concedieran nuevas licencias en Madrid, porque todos empezamos a tener problemas en algunos momentos para encontrarlos". Tres a?os despu¨¦s, Manuel Barbero est¨¢ en Callao con el motor en marcha, los intermitentes encendidos, la caja verde de "libre" iluminada y los brazos cruzados. "Mira, me paro 10 minutos, espero otros 10 a ver si cargo y si no lo consigo me muevo, ya no me compensa seguir parado". Tiene 32 a?os. Desde 2005 trabaj¨® en la hosteler¨ªa y se qued¨® en paro hace cinco meses. Un taxista lo ha contratado para conducir su veh¨ªculo de noche e intentar compensar la falta de demanda moviendo el coche m¨¢s horas al d¨ªa.
El castillo de naipes se cay¨® y en las calles de Madrid se acumulan 15.800 conductores con licencia para tener taxi y 7.200 con permiso solo para conducirlos, seg¨²n datos municipales y de la Asociaci¨®n Gremial de Auto-Taxi. Un total de 23.000 personas, entre la capital y municipios colindantes; un a?o antes de la crisis eran poco m¨¢s de 21.000.
La tarta del taxi se ha quedado peque?a. Hay un 35% menos de clientes, de acuerdo con los datos que facilitan las principales asociaciones de taxistas, la Gremial (9.000 socios) y la Federaci¨®n Profesional del Taxi (5.200), y m¨¢s conductores que nunca busc¨¢ndose la vida al volante, restos de la implosi¨®n de la construcci¨®n y la hosteler¨ªa, espa?oles e inmigrantes, hombre, mujeres, personas que encarnan los n¨²meros rojos sociales: en julio de 2008 hab¨ªa 268.000 parados en la Comunidad de Madrid; en julio pasado, 560.000, un 16,4% de la poblaci¨®n.
Marisol de Faz, ecuatoriana de 42 a?os, cubr¨ªa el s¨¢bado de madrugada su primera noche a cargo de la nave de otro. Lleg¨® a Espa?a en 2000. Nunca lo hab¨ªa visto tan negro. Para sacar adelante sola a su hijo de a?o y medio se ha tenido que convertir en una son¨¢mbula. Debe trabajar toda la noche en el taxi, hasta las seis de la ma?ana, pasar por su casa de Vallecas para echar una cabezada y llegar medio entera a las ocho de la ma?ana a casa de un anciano al que cuida. A las tres de la tarde acaba. A las nueve tiene que subirse de nuevo al taxi. Entre una cosa y otra: el ni?o. El Dorado se ha oxidado y no ya hay marcha atr¨¢s. "No pienso volverme a Ecuador. Voy a esforzarme como sea por el hijo que tengo", dice.
Los taxistas se mueven por Madrid lentamente, parando cada poco en donde pueden, esperando a ser agraciados con un cliente. El baj¨®n de trabajo ha sido tan abrupto que la media de ingresos de un conductor, seg¨²n Mariano S¨¢nchez, presidente de la Federaci¨®n del Taxi, ha pasado en dos a?os de 1.500 euros a 1.000, un jornal ganado con m¨¢s horas de trabajo en un ambiente de s¨¢lvese quien pueda.
El presidente de la Gremial, Jos¨¦ Luis Funes, lamenta que est¨¢ aumentando el "intrusismo interno". Asegura que crece el n¨²mero de taxistas con licencia que emplean a conductores sin permiso municipal. Entre muchos profesionales corre la percepci¨®n de que esto es cosa de los inmigrantes. Las responsabilidades, cuanto m¨¢s lejos, mejor. Funes afirma lo contrario: "No suelen ser inmigrantes. Son espa?oles. Por ejemplo, el se?or que tiene licencia y un hijo en paro que saca el taxi un rato, o el que se lo pasa a su esposa o a su cu?ado".
Tanto la Gremial como la Federaci¨®n del Taxi asumen que los problemas del sector son consecuencia de la recesi¨®n econ¨®mica y de la falta de orden en la explotaci¨®n del negocio, pero critican que la labor del Ayuntamiento, gobernado por Alberto Ruiz-Gallard¨®n (PP), hace algo m¨¢s asfixiante su purgatorio particular. Empezando por los intrusos: seg¨²n Funes, este a?o pidieron que la polic¨ªa vigilase a lo taxis con conductores sin permiso y no se ha hecho.
Tampoco ven con buenos ojos el borrador de la nueva Ordenanza Municipal del Taxi, que prohibir¨¢ la publicidad exterior en los coches (no la interior), plantea que los taxistas no puedan utilizar coches con m¨¢s de seis a?os para evitar que contaminen demasiado y abre la posibilidad de que se fije la jornada laboral del taxi en un m¨ªnimo de siete horas (en este momento no hay ning¨²n l¨ªmite).
Las asociaciones reivindican su derecho a poner anuncios exteriores, no quieren jubilar sus coches tan pronto y quieren marcarse sus propios horarios. El Ayuntamiento pone calma y recuerda que se trata de un borrador, que todav¨ªa falta una reuni¨®n para limar los asuntos m¨¢s ¨¢speros de la ordenanza. El coordinador del ¨¢rea de Movilidad, Fernando Autr¨¢n, dice que no hay tantas diferencias con los taxistas. "He consensuado art¨ªculo por art¨ªculo con las asociaciones y hemos accedido a todas sus peticiones. Est¨¢n de acuerdo con el 95% del borrador".
Pero los taxistas est¨¢n quejosos, creen que el Ayuntamiento los est¨¢ abandonando y lo ponen en la diana. Esta semana, por ejemplo, la Federaci¨®n del Taxi protest¨® en un comunicado porque las paradas de la calle de Serrano han desaparecido despu¨¦s de la reforma, cosa que dicen que viene ocurriendo por norma con las obras municipales donde hay un sitio reservado para taxis. Autr¨¢n lo trata como un berrinche sin fundamento. "No tenemos quejas de los usuarios ni de los comerciantes. Su problema es que tienen menos clientes, y eso no es culpa del Ayuntamiento, sino de una crisis global". Anuncia, adem¨¢s, que pronto habr¨¢ dos lugares reservados para taxis en dos perpendiculares de Serrano, la calle de Ayala y la calle de Ortega y Gasset.
Los taxistas tienen menos clientes. Y tampoco tienen demasiado sitio donde esperarlos. Pese a que en Madrid hay 12 paradas m¨¢s que al principio de la legislatura, 363, seg¨²n datos municipales, en el centro de la ciudad los taxis se api?an en ellas.
El jueves pasado en la calle Mayor los coches desbordaban la parada. Cinco metros atr¨¢s hab¨ªa otra cola con otros seis coches, ocupando parte de la calzada. No tienen a d¨®nde ir ni d¨®nde quedarse quietos. "Es un problema", dice Mariano S¨¢nchez, de la Federaci¨®n del Taxi. "Tenemos que estar circulando, entorpeciendo el tr¨¢fico, contaminando y gastando gasolina".
Muchos optan por otra opci¨®n: obviar los sitios reservados y parar donde m¨¢s les conviene. A 50 metros de la parada de la calle Mayor, el jueves, los taxis se turnaban delante del edificio de la Comunidad de Madrid para cazar un cliente. Se detienen con dos ruedas sobre la acera, encienden los intermitentes y esperan un rato a que aparezca alguien.
Poco rato. La polic¨ªa persigue los estacionamientos ilegales y tienen que estar atentos. "En la parada te pasas m¨¢s de media hora hasta que sube un cliente. Aqu¨ª te marchas en cuanto ves a un guardia, vuelves en un minuto y cargas", explica ?scar Montejo, que lleva seis meses en este trabajo. Es el juego del rat¨®n y el gato, el mismo que se juega en la Gran V¨ªa, que no tiene ning¨²n lugar para taxis en todo el kil¨®metro y medio de la avenida. La multa por parar en doble fila o en el carril-bus es de 200 euros. A C¨¦sar Gonz¨¢lez le han ca¨ªdo cinco, seg¨²n cuenta a las doce de la ma?ana en el cruce con la calle de Montera, parado, con un ojo puesto en el retrovisor por si aparecen los agentes y otro en la acera para detectar clientes. "La cosa est¨¢ muy mal, no hay trabajo. Si no, ?crees que me iba a arriesgar a parar aqu¨ª?". Las asociaciones acusan al Ayuntamiento de no hacer caso a su petici¨®n de tener m¨¢s zonas reservadas en el centro, en los puntos con m¨¢s negocio, y de reducir paradas o eliminarlas cuando reforman una plaza. "Tenemos que ir a un modelo ordenado, no seguir parando en las esquinas", dice Funes, el presidente de la Gremial.
El gobierno est¨¢ dando prioridad a hacer peatonales las zonas principales del centro. As¨ª han desaparecido las paradas de taxi de la Puerta del Sol y de la plaza de Callao. La que ten¨ªa m¨¢s espacio en la plaza de Col¨®n se ha quedado reducida a la mitad. Y en Serrano se reubicar¨¢n en calles laterales. Autr¨¢n advierte de que en Sol habr¨¢ dentro de unas semanas una parada en la esquina con la calle de Alcal¨¢. E insiste en que hay m¨¢s zonas reservadas que hace tres a?os.
Una de las paradas que han cambiado de sitio es la de la plaza de Castilla. Est¨¢ en un extra?o islote en un borde de la glorieta, repleta de taxis en la estacada. "?Aqu¨ª no carga ni Dios!", dice ?ngel Cano, de 52 a?os, que echa de menos cuando cog¨ªan clientes a las puertas de cada una de las torres Kio. Hace poco tiempo, cuando hab¨ªa negocio para todos. Detr¨¢s de Cano y de sus compa?eros se alzan las cuatro torres de la plaza de Castilla. Aquellos maravillosos a?os...
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