El laberinto de los 'manteros'
Los vendedores compran productos falsos a intermediarios asi¨¢ticos y guardan el material en casa - Ganan entre 5 y 10 euros por bolso vendido
La imponente figura de Mamadou atraviesa como una rara avis el pol¨ªgono industrial del sur de Badalona, dominado por el ajetreo de trabajadores chinos. Este H¨¦rcules de ¨¦bano, que viste pantalones de militar y arrastra con energ¨ªa una carretilla, sabe que aqu¨ª va a encontrar una ingente variedad de bolsos para venderlos en el top manta. Por eso se ha desplazado desde Vinar¨°s. Mamadou y su hermano, ambos senegaleses, entran en New Millennium, uno de los almacenes mayoristas del pol¨ªgono coronados con caracteres chinos. Salen a los cinco minutos con dos fardos de 25 bolsos cada uno.
"Yo no quiero falsificaciones. Si la polic¨ªa te coge, pone muchos problemas. Compro los bolsos que hacen los chinos y puedo ense?ar la factura", dice Mamadou, que tiene un margen de beneficio de cinco euros por bolso vendido. "Con las copias se gana m¨¢s, casi el doble, pero es mucho peligro", a?ade mirando a su hermano, que le apremia a terminar: pronto deben coger el tren de vuelta a casa.
Contenedores de China y furgonetas de Mil¨¢n abastecen el mercado ilegal
Los subsaharianos ganan m¨¢s con productos falsos, pero arriesgan m¨¢s
Los almacenes de venta al por mayor nutren de producto a los intermediarios
La mayor¨ªa de productos (bolsos, pero tambi¨¦n gafas, pa?uelos y cinturones) que ofertan los manteros subsaharianos son de esa clase. A la venta ambulante irregular se a?ade un delito contra la propiedad industrial en el caso de las falsificaciones. De ah¨ª los miedos de Mamadou. Las copias, sin embargo, son m¨¢s atractivas para el consumidor -y para el vendedor, que puede ganar 10 euros por pieza- y han proliferado.
El experimento de regularizar la venta ilegal impulsado durante el verano por El Vendrell y Calafell (Baix Pened¨¨s) puso a los manteros en el punto de mira. Pero, salvo en casos como los de Mamadou, su negocio sigue siendo oscuro y, hasta cierto punto, fantasmal. Ni siquiera la polic¨ªa posee una radiograf¨ªa exacta de la red comercial en la que se mueven, m¨¢s parecida a un laberinto. ?D¨®nde adquieren los manteros las copias casi exactas de prestigiosas firmas de moda? ?Qui¨¦n se las vende? ?Est¨¢n en manos de mafias o solo de intermediarios? ?D¨®nde acumulan el material antes de ponerlo a la venta?
Los almacenes regentados por chinos son la mayor fuente de abastecimiento de los vendedores africanos. La venta al por mayor de bolsos est¨¢ a la vista de todo el mundo. Pero estos locales tienen un lado oscuro y, seg¨²n la polic¨ªa, tambi¨¦n ofrecen -de forma oculta y a personas de confianza- material falsificado.
Aunque algunos bolsos se confeccionan en talleres textiles del ¨¢rea de Barcelona, la cadena de distribuci¨®n tiene su origen en China. De all¨ª salen los bolsos rumbo al puerto de Barcelona; tambi¨¦n hacen escala en localidades costeras de Italia y Grecia. Los importadores, en su mayor¨ªa asi¨¢ticos, almacenan la mercanc¨ªa y la ponen a disposici¨®n de intermediarios (chinos o subsaharianos) que la venden directamente a los manteros o, muchas veces, a l¨ªderes o cabecillas de este colectivo que lo son por su veteran¨ªa o por disponer de un permiso de residencia.
Estos intermediarios, pen¨²ltimo eslab¨®n de una alambicada cadena, tienen una funci¨®n clave, seg¨²n fuentes policiales. Son quienes est¨¢n al tanto de la llegada de nuevo material. Adem¨¢s de los barcos, una de las fuentes de productos de imitaci¨®n es Mil¨¢n. "Hay africanos que residen en Europa desde hace tiempo y llegan desde Mil¨¢n con furgonetas cargadas. En Barcelona, reparten el material a 10 o 12 personas de confianza y ¨¦stas lo redistribuyen", sintetiza Mao, presidente de la Asociaci¨®n de Residentes Senegaleses en Catalu?a. "No todos pueden acceder a ese producto, que es de buena calidad. Adem¨¢s, se ha de vender al momento", a?ade Mao.
Si las importaciones italianas son una "oportunidad" comercial a la que pueden acceder subsaharianos bien conectados, los almacenes chinos est¨¢n cada vez m¨¢s al alcance. Lo constata Modou, un senegal¨¦s de 37 a?os que lleva muchos a?os en el negocio. "Hace a?os, compraba relojes y gafas de sol en Sant Adri¨¤. Iba y volv¨ªa en tren desde Salou, sin problemas. Hoy no est¨¢ tan centralizado, se consigue en almacenes m¨¢s cercanos", dice Modou, que no da m¨¢s detalles. Los manteros saben bien d¨®nde tienen que ir a buscar lo que necesitan para vivir. Pero se cuidan mucho de revelar su secreto mejor guardado. "Llevamos m¨¢s de 15 a?os en esto, todos sabemos d¨®nde ir a comprar", dice Modou, que se planta como un muro en el umbral del piso que comparte, en Salou, con otros siete vendedores callejeros. Detr¨¢s de sus hombros se adivinan cajas amontonadas y colchones en el suelo. "Entre los productos y las cosas de todos, ni cabemos", se sincera. El lugar de residencia, coincide la polic¨ªa, es el lugar elegido por los manteros para guardar los productos que vender¨¢n al d¨ªa siguiente.
"No es un problema nuevo. Cualquier investigaci¨®n desmantelar¨ªa el negocio", lamenta el responsable policial de uno de los principales enclaves tur¨ªsticos de la Costa Daurada, que pide el anonimato. El supuesto control que ejercen las mafias es m¨¢s bien un mito. Al menos, para la polic¨ªa. "Son b¨¢sicamente redes comerciales y poco coordinadas entre s¨ª. China es la gran f¨¢brica de estos productos y personas de ese colectivo controlan el flujo de la mercanc¨ªa", apunta un mando policial, que admite la opacidad que envuelve al negocio de la manta.
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