El rinc¨®n amenazado
Un plan urban¨ªstico y una circunvalaci¨®n afectan a la ¨²ltima zona rural de X¨¤bia
Hace unos 300 a?os, los primeros moradores de la partida de La Soberana de X¨¤bia concibieron este lugar con la filosof¨ªa del sosiego que otorga el apego a la tierra. Legaron a sus hijos estructuras arquitect¨®nicas cuyos nombres son palabras ya muy antiguas que evocan la ¨¦poca en la que esta comarca viv¨ªa de la producci¨®n de la pasa: palabras como riu-rau, edificio con varios arcos donde cobijar los ca?izos de las pasas puestas a secar; o naia, galer¨ªa porticada donde los vecinos pod¨ªan, en la calma de la noche, descansar y comentar las ¨²ltimas novedades del campo o del pueblo. Y hornos, bodegas, balsas, m¨¢rgenes hechos de pura piedra, ¨¢rboles frutales, cultivos...
A lo largo de los siglos todo se ha conservado igual en La Soberana. Pero hace ya tiempo que a sus vecinos les niegan la paz. Desde los a?os noventa, diversos planes urban¨ªsticos han proyectado su sombra sobre este paraje ubicado entre el casco urbano de X¨¤bia y las primeras estribaciones monta?osas del Montg¨®. Hasta la fecha, la oposici¨®n vecinal hab¨ªa evitado que la piqueta entrara en La Soberana, pero ahora sus residentes vuelven a vivir momentos de desaz¨®n: el nuevo Plan General que tramita el gobierno local, compuesto por Bloc y PP, prev¨¦ prolongar por el paraje la circunvalaci¨®n norte de la poblaci¨®n y ejecutar un Plan de Reforma Integral sobre 360.000 metros cuadrados. Y las palabras que se ciernen ya no son precisamente tan antiguas: hormig¨®n, rotondas, viales, tr¨¢fico...
La Soberana llam¨® la atenci¨®n del arquitecto Alfredo Baeschlin
Cuesta entender c¨®mo el estrecho caminal de La Soberana, flanqueado por altivos m¨¢rgenes y surcado de las ramas que dejan los algarrobos, podr¨¢ convertirse un d¨ªa en una v¨ªa de circulaci¨®n r¨¢pida si no es a costa de acabar con gran parte de las 90 parcelas agr¨ªcolas. "Hace d¨ªas que no dormimos, pensando en que un d¨ªa abrir¨¦ la ventana y ver¨¦ caravanas de autom¨®viles en un lugar donde ahora hay tanta calma que hasta cuesta levantar la voz", dice Isabel, una propietaria. Y cuesta tambi¨¦n entender la raz¨®n de esa nueva circunvalaci¨®n: en anteriores planeamientos, X¨¤bia la hab¨ªa dise?ado para mejorar el acceso al puerto. Los edificios construidos despu¨¦s en la costa impedir¨ªan que el vial alcanzara ahora las instalaciones portuarias.
Pero est¨¢ el Plan de Reforma Integral. Y los residentes no s¨®lo denuncian el alto coste de reurbanizar, que a su juicio servir¨¢ para sufragar la circunvalaci¨®n, ante el recorte generalizado de las inversiones p¨²blicas. Tambi¨¦n temen que ese proyecto esconda la construcci¨®n de bungalows y viviendas tur¨ªsticas.
Durante d¨¦cadas, La Soberana ha sido ajena al carrusel especulativo. Apenas se han producido ventas a nuevos propietarios. Los actuales siguen siendo herederos de los primeros fundadores de la partida, gentes de X¨¤bia de toda la vida. Isabel recuerda que fue su bisabuelo quien construy¨® su casa y sabe de memoria las particiones de terrenos que despu¨¦s se dieron entre sus descendientes. Es cierto que la ¨¦poca de la pasa concluy¨® (entr¨® en declive hacia 1920) y que muchos de los residentes utilizan ahora riu-raus y naias s¨®lo en verano, pero es que fue as¨ª siempre: "desde hace siglos, ¨¦stas eran residencias secundarias de la gente del pueblo, que ven¨ªan aqu¨ª no de veraneo sino en funci¨®n de una actividad agr¨ªcola", dice otro vecino, Ferran Zurriaga, quien ha elaborado estudios sobre la arquitectura tradicional de la Marina Alta. "Ya no se cultiva la pasa, pero sigue habiendo apego a la tierra, todos mantienen sus ¨¢rboles frutales", agrega Isabel.
Tambi¨¦n se cultiva la memoria. Hay aqu¨ª un constante homenaje a la memoria de un patrimonio arquitect¨®nico y a la vez sentimental. Una vecina ense?a al visitante una foto en blanco y negro con los ca?izos de la pasa puesta a secar cualquier atardecer de principios del siglo XX. Otra, un cuadro donde desde La Soberana a¨²n se apreciaba el campanar del pueblo, ahora oculto por los edificios del casco urbano. En cambio, a¨²n se ve el mar.
Las viviendas ancestrales de este lugar merecieron la atenci¨®n del arquitecto suizo Alfredo Baeschlin (1883-1964), uno de los grandes expertos europeos de la arquitectura tradicional, quien tambi¨¦n estudi¨® los caser¨ªos vascos o las viviendas rurales de las Baleares. "Baeschlin se dio cuenta de que la arquitectura de X¨¤bia ten¨ªa un elemento que la diferenciaba, el de la piedra tosca, empleada por una largu¨ªsima tradici¨®n de picapedreros que trabajaron ya desde la Edad Media y que en el siglo XX a¨²n construyeron el actual mercado". Baeschlin sosten¨ªa que una vivienda deb¨ªa concebirse para varias generaciones y no ser producto de una moda. Es esa filosof¨ªa (una forma de vida) la que ahora peligra en la Soberana.
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