El latazo de la crisis
Se saca m¨¢s dinero con impuestos generalizados que persiguiendo a los ricos
Cuando algo se repite en gran medida acaba por perder significado. Pronuncien ustedes las palabras centinela, morcilla, b¨®lido o crisis y acabar¨¢n sin saber lo que dicen, porque los signos humanos son de inmediatez, como cuando tocamos algo sumamente caliente retiramos con presteza los dedos, o al recortar menudos gastos, perpetrar aplazar arreglos o innovaciones dom¨¦sticas. Aquel rey cachondo y vers¨¢til buscaba aventuras fuera del colch¨®n regio "porque siempre perdices, cansa". Muy cierta es la conveniencia de cierta variedad y que la rutina es una antesala del alzh¨¦imer. Contemplamos m¨¢s la tele y vamos menos al cine o al teatro; las cenas fuera de casa desaparecen de nuestras costumbres, y no le damos la vuelta al abrigo, para que nos dure un a?o m¨¢s porque ya no hay quien d¨¦ vueltas a los abrigos y, si existieran a¨²n, cobrar¨ªan m¨¢s de lo que vale una parka.
Los solitarios arruinamos el paladar ingiriendo comidas precocinadas que nos trae la asistenta, algo que, en otras ¨¦pocas, hubiera rechazado un can¨ªbal desnutrido. El pescado llega de mares lejanos, la fruta no procede de huertos pr¨®ximos y el filete puede ser contempor¨¢neo de nuestro primer nieto. La gula, postrera transgresi¨®n, ya no es consuelo de viejos, pues rara vez sabemos de d¨®nde viene y qu¨¦ edad tiene lo que nos llevamos a la boca.
Las carreteras siguen abarrotadas de autom¨®viles, camino de la playa, desde las capitales y pueblos del interior. Las riberas de los mares, colmadas de visitantes, han renunciado al pudor y exhiben sin ruborizarse panzas obscenas, culos de fetiche africano y ni?os sin rudimentos de educaci¨®n. Alg¨²n concierto se suspende, ante el prohibitivo precio de las entradas aunque permanezcan impert¨¦rritos Sabina, Serrat, catalanautores incombustibles, y siguen las concentraciones a las que acuden con 15 o 20 horas de antelaci¨®n para asegurarse un lugar, de pie, cerca del escenario, por si hay que encender un mechero o lo que haga falta. Sin arredrarse por la distancia, multitud de aficionados y seguidores de la selecci¨®n de f¨²tbol se acercaron a Sud¨¢frica a primeras horas de la tarde para regresar despu¨¦s del partido de la selecci¨®n. Hay crisis, pero los chiringuitos del litoral siguen visitados.
A fin de recordar las penurias, nos propinan engorrosas huelgas los conductores de autob¨²s, el personal del metro, los controladores a¨¦reos y se anuncia, como si se tratara de la resurrecci¨®n de Michel Jackson, la huelga de los sindicatos para el d¨ªa 29, no reconfirmada. Sigue habiendo caminos repletos, aeropuertos abarrotados, autobuses y trenes insuficientes reproducen las ¨²ltimas jornadas veraniegas, haya o no crisis. Sin tener nociones de econom¨ªa pol¨ªtica me explico que incluso Rodr¨ªguez Zapatero entienda que se saca m¨¢s dinero con impuestos generalizados que persiguiendo a los ricos, cosa que no deja de proclamarse, por el qu¨¦ dir¨¢n. Es f¨¢cil que un millonario escamotee su fortuna en recovecos fiscales; quien no puede ocultar nada es el que vive de una n¨®mina cuyo destino es tan seguro como la muerte.
Tengo la impresi¨®n de que vivimos, con alg¨²n retraso, el efecto milenio, que antes se celebraba con signos apocal¨ªpticos, algunos se forraban el ri?¨®n y los m¨¢s cubr¨ªan la frente de ceniza, pero esa es la proporci¨®n, por los siglos de los siglos. Cada vez con m¨¢s diligencia, estamos echando de nuestro lado los viejos lares y penates, barajando preferencias y subvirtiendo valores. Por ese camino, en un futuro no lejano, quedar¨¢n peque?os grup¨²sculos de pervertidos heterosexuales, que se reunir¨¢n en la clandestinidad.
Mi ¨²ltimo domicilio en Madrid quedaba bastante cerca del barrio de Chueca -que no era un discjockey uruguayo, sino un compositor de zarzuelas- y ocupar el ¨²ltimo piso y la bendita sordera, me evit¨® cualquier molestia ruidosa, pero en alg¨²n momento me plante¨¦ si ser¨ªa prudente que me comprara una pamela y un bolso para pasar inadvertido.
?Vivimos, realmente, una ¨¦poca de crisis econ¨®mica? Es posible que eso piense alg¨²n segmento de la poblaci¨®n. Otro, en cuarto creciente, se est¨¢ poniendo las botas comprando pisos a bajo precio. Se est¨¢ gestando la futura casta de los nuevos millonarios y ustedes que lo vean.
eugeniosuarez@terra.es
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