La huelga general no es lo que era, pero...
All¨ª donde haya una f¨¢brica, habr¨¢ obreros; donde haya obreros habr¨¢ sindicatos, y donde haya sindicatos habr¨¢ huelgas y huelgas generales. Huelga general fue durante d¨¦cadas y d¨¦cadas sin¨®nimo de barricadas en las calles, de ocupaci¨®n de f¨¢bricas y minas por los trabajadores y de los consiguientes choques con la polic¨ªa, cuando no con el ej¨¦rcito. Pero de todo esto, que ha sido realidad durante m¨¢s de un siglo, hace ya mucho tiempo. Y es a todas luces obvio que hoy este cuadro no se corresponde con la realidad social y pol¨ªtica.
Tanto es as¨ª, que el curso pol¨ªtico comienza, como si aqu¨ª no pasara nada, con una huelga general convocada por los sindicatos contra el Gobierno. Y nada menos que contra un Gobierno formado por uno de los partidos surgidos del movimiento obrero. Visto desde Catalu?a, no es un detalle irrelevante que el detonante para esta huelga haya sido una reforma laboral que lleva la firma de un ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que, adem¨¢s de miembro del Gobierno del PSOE sea tambi¨¦n dirigente del PSC, el primero de los tres partidos que gobiernan la Generalitat desde hace siete a?os. Un PSC que va a unas elecciones auton¨®micas en el plazo de dos meses.
La huelga del d¨ªa 29 enfrenta a la izquierda cuando su mejor activo ser¨ªa la obra de gobierno conjunta en Catalu?a
La huelga general ya no es lo que era en Espa?a desde, por lo menos, la primera que los dos grandes sindicatos le organizaron al segundo gobierno de Felipe Gonz¨¢lez, en 1988. Aquella huelga fue un ¨¦xito total. Paraliz¨® el pa¨ªs. Y al cabo de un a?o Gonz¨¢lez y el PSOE volvieron a ganar las elecciones legislativas por mayor¨ªa absoluta. Se acab¨® el mito.
Ya en los ¨²ltimos a?os del franquismo se vio que la huelga general hab¨ªa perdido el car¨¢cter revolucionario e insurgente que anta?o hab¨ªa tenido. Pero entonces era todav¨ªa un elemento ¨²til para la acumulaci¨®n de fuerzas contra la dictadura por parte del movimiento obrero y sus partidos. Despu¨¦s, en la democracia, las huelgas generales han sido algo as¨ª como grandes avisos de que los Gobiernos de turno no contaban con el consenso social suficiente en determinados aspectos de su acci¨®n. Y poco m¨¢s.
La pregunta que cabe plantearse ahora, con unas elecciones auton¨®micas a la vista, es hasta qu¨¦ punto esa huelga general del 29 de septiembre va a ser una derrota del partido en el que el ministro de Trabajo ir¨¢ como candidato, el socialista. Al presidente Rodr¨ªguez Zapatero y al PSOE les queda todav¨ªa un margen de dos a?os para metabolizar los efectos de la huelga. Al presidente Montilla no. A Montilla le quedar¨¢n cinco o seis semanas para convencer a los electores de que la pol¨ªtica social del Gobierno que ha presidido merece la rev¨¢lida de las urnas.
Adem¨¢s de que para estos efectos la figura de Corbacho no aporte atractivo alguno en un momento de malestar sindical, lo m¨¢s dif¨ªcil del envite ser¨¢, probablemente, una vez m¨¢s, que Montilla va a intentar convencer al electorado catal¨¢n de las bondades de su obra de gobierno en un contexto medi¨¢tico dominado por la inane dial¨¦ctica de la di¨¢spora independentista que, incomprensiblemente, domina el escenario catal¨¢n. Al actual discurso nacionalista e independentista le sucede en Catalu?a algo parecido a la evocaci¨®n de la huelga general. No es lo que parece. Pero hacer ruido, lo hace. Nadie piensa que eso vaya realmente en serio, como no sean quienes lo utilizan para lograr otros objetivos. Como, por ejemplo, en el caso de CiU, para desgastar y romper al rival electoral, esa Esquerra Republicana que so?aba con arrebatarle segmentos del electorado nacionalista.
No es, desde luego, la mejor posici¨®n de partida para la izquierda catalana. Montilla y el nuevo l¨ªder de Iniciativa Verds, Joan Herrera, est¨¢n obligados a intentar que el objeto del debate electoral sea la orientaci¨®n social de la Generalitat frente a la alternativa de las derechas. Aunque es cierto que la huelga general ya no es lo que era, tambi¨¦n lo es que, a pesar de todo, es un desaf¨ªo fuerte y, en esta ocasi¨®n, enfrenta a los partidos de Montilla y Herrera justo en el momento en el que su mejor activo ser¨ªa la labor de conjunto de la tripartita izquierda catalana. Pero eso es lo que hay.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Felipe Gonz¨¢lez M¨¢rquez
- Opini¨®n
- Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero
- Jos¨¦ Montilla
- Ley Reforma Laboral
- Joan Herrera
- Celestino Corbacho
- PSC
- Catalu?a
- PSOE
- Legislaci¨®n espa?ola
- Elecciones
- Partidos pol¨ªticos
- Espa?a
- Legislaci¨®n
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Huelga 29S
- Huelgas generales
- Huelgas
- Conflictos laborales
- Relaciones laborales
- Trabajo