El mito de Trotski
Autor de dos libros de referencia sobre Lenin y sobre Stalin, Robert Service cierra el tri¨¢ngulo de biograf¨ªas sobre revolucionarios rusos con la que ahora nos llega sobre Trotski. Desde el principio es consciente de que el terreno es m¨¢s resbaladizo. La condici¨®n de m¨¢rtir del estalinismo y la supervivencia de buen n¨²mero de ep¨ªgonos tuvo por resultado que desde el cl¨¢sico estudio de Isaac Deutscher hayan predominado los relatos de mayor o menor valor, pero siempre con un sesgo hagiogr¨¢fico. La vulgata trotskista ha forjado adem¨¢s un molde ideol¨®gico muy ¨²til para sentirse revolucionario, de una revoluci¨®n siempre en el orden del d¨ªa, con el proletariado como protagonista, que s¨®lo resulta frustrada por el reformismo del traidor a la historia que es el partido comunista, con Stalin y despu¨¦s de Stalin. El capitalismo o la reacci¨®n, ya se sabe lo que son: no entran en el problema. Resultado: una construcci¨®n maniquea con Trotski (la Revoluci¨®n) como polo del Bien, en tanto que Stalin y sus sucesores encarnan el Mal.
Trotski
Robert Service
Traducci¨®n de Frances Reyes
Ediciones B. Barcelona, 2010
528 p¨¢ginas. 29 euros
La reconstrucci¨®n de la vida y las ideas de Trotski por Service est¨¢ dirigida a quebrar ese mito. "Este libro es la primera biograf¨ªa extensa sobre Trotski escrita por un no ruso y no trotskista", advierte. Una exhaustiva b¨²squeda documental en los archivos con material de primera mano en diversos lugares del mundo, de Mosc¨² a Harvard, la permite profundizar en las actitudes y en las intenciones reales del revolucionario con mucha mayor precisi¨®n que lo que ofrece la obra publicada. El resultado es un tr¨ªptico en el cual los aspectos biogr¨¢ficos de tipo personal, las actuaciones pol¨ªticas y los planteamientos ideol¨®gicos convergen en un cuadro esclarecedor de la compleja personalidad del pol¨ªtico.
Service destaca en Trotski su excepcional calidad como orador, organizador y l¨ªder. En lo primero fue superior a Lenin y como organizador de procesos revolucionarios en curso, inigualable, como prob¨® su direcci¨®n del soviet de San Petersburgo en 1905 y la preparaci¨®n del acto insurreccional de octubre de 1917, por no hablar de su decisiva tarea en la organizaci¨®n y direcci¨®n del Ej¨¦rcito Rojo. Otra cosa fue su calidad como l¨ªder y organizador pol¨ªtico, lastrada por un excesivo personalismo, exacerbado en los ¨²ltimos a?os, y por su olvido de las reglas que presiden el funcionamiento de un partido pol¨ªtico, tema en el cual fue siempre a remolque de sus adversarios. Deficiencia que por otra parte sorprende, ya que fue el primero en darse cuenta muy pronto, en 1904 y en su folleto Nuestras tareas pol¨ªticas, de los mecanismos dictatoriales que encerraba el modelo organizativo propuesto por Lenin y de la inevitable sustituci¨®n que del mismo se derivaba hacia el v¨¦rtice sofocando el supuesto poder del proletariado. Nunca aplic¨® tales previsiones a su etapa de gestor del poder sovi¨¦tico.
Trotski cre¨ªa demasiado en s¨ª mismo y por otro lado tend¨ªa a construcciones esquem¨¢ticas -inevitabilidad de la revoluci¨®n permanente y del gobierno obrero-, que funcionan en 1905 o en 1917, a favor de corriente, pero que luego se distanciaron de la realidad tanto como sus valoraciones peyorativas de Stalin o de momentos cr¨ªticos de la historia europea. Rara vez admit¨ªa los desmentidos que los hechos inflig¨ªan a sus posiciones, expuestas siempre como verdades indiscutibles. Tal rigidez le result¨® muy costosa en las relaciones con sus propios fieles. Uno de ellos desenga?ado, el futuro te¨®rico de la managerial revolution, se lo plante¨®: no hay una "verdad de clase" y los hombres m¨¢s peligrosos son aquellos que se creen en la posesi¨®n de la verdad. Trotski ignor¨® la observaci¨®n.
Trotski fue un antidem¨®crata convencido, si bien crey¨® en una "democracia socialista" donde coexistieran las distintas corrientes revolucionarias. Aunque aplast¨® Kronstadt. No fue la cara amable de la revoluci¨®n, por contraste con Stalin. Estudioso de la Revoluci¨®n Francesa, el equivalente de la guillotina era su instrumento preferido en 1917 para aplicar a la burgues¨ªa. En Terrorismo y comunismo (1920) escribe: "La v¨ªa del socialismo pasa por la tensi¨®n m¨¢s alta de estatizaci¨®n", "la militarizaci¨®n del trabajo", "el gobierno m¨¢s despiadado que pueda existir, un gobierno que abarca imperiosamente la vida de todos los ciudadanos". Totalitarismo puro.
La grandeza de Trotski residi¨® en su capacidad para desarrollar una l¨ªnea pol¨ªtica original, sobrevolando los enfrentamientos entre bolcheviques y mencheviques y percibiendo la inviabilidad de la fase democr¨¢tica -a diferencia de Lenin pre-17- en la Rusia zarista. Su aislamiento result¨® adem¨¢s compatible con una pr¨¢ctica revolucionaria desarrollada, llegado el caso, con una excepcional capacidad de gesti¨®n. Pero ese aislamiento le fue fatal cuando se plante¨® la lucha por el poder a la muerte de Lenin. Era el hombre a abatir y lo eliminaron. Una vida espl¨¦ndida y tr¨¢gica, que salvando los escollos de la traducci¨®n el libro de Robert Service nos devuelve en un gran relato.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.