Premios justos a Coppola y a De la Iglesia
Alg¨²n esp¨ªritu tendencioso y mal¨¦volo podr¨ªa pensar que la relaci¨®n del presidente del jurado Quentin Tarantino con algunos de los premiados ha condicionado poderosamente los galardones que se han llevado sus pel¨ªculas. Tarantino y Sofia Coppola fueron pareja sentimental durante una ¨¦poca y este tambi¨¦n ha mostrado en p¨²blico su inter¨¦s y su admiraci¨®n por el cine de Alex de la Iglesia. Pero independientemente de la afinidad art¨ªstica y personal que el autor de Malditos bastardos mantenga con los anteriores, resulta tan sensato como justo que el jurado haya reconocido el incontestable talento que desprenden Somewhere y Balada triste de trompeta.
El Le¨®n de Oro a Sofia Coppola premia la enorme capacidad de esa mujer para captar la cotidianeidad en determinados ambientes, para describir con un estilo visual muy potente y un o¨ªdo privilegiado una forma de vivir, una tipolog¨ªa muy concreta, las personas y las sensaciones que forman parte ancestralmente de su mundo, que conoce hasta la extenuaci¨®n. El protagonista de Somewhere es una estrella de cine que consume su existencia en un hotel entre rodaje y rodaje poni¨¦ndose ciego de todo, utilizando continuamente el sexo con una corte de sofisticadas admiradoras, huyendo de cualquier implicaci¨®n sentimental, disfrazando su profundo vac¨ªo con el lujo que le proporciona su estatus social y profesional, algo que se replantear¨¢ cuando despu¨¦s de pasar unos d¨ªas con su peque?a hija esta le abandone y tenga que enfrentarse a un cat¨¢rtico espejo que le devuelve una imagen que no le gusta. Sofia Coppola retrata muy bien lo que siente este prescindible se?or y tambi¨¦n la ex¨®tica fauna que le rodea. Mi problema es que su angustia y su crisis existencial me resultan indiferentes, que admiro el realismo y los matices que imprime la directora pero nunca me contagian un gramo de simpat¨ªa, de tensi¨®n, de identificaci¨®n emocional. Tengo la sensaci¨®n con el cine de esta mujer de que es sincero y la evidencia de que posee un lenguaje poderoso para reflejar una tipolog¨ªa tan real como vacua, que est¨¢ muy dotada est¨¦ticamente para hablar de la nada. Me fascina su expresividad pero dudo que tenga algo interesante que contar.
El reconocimiento a Alex de la Iglesia como mejor director y guionista me parece inapelable. La trama simult¨¢neamente terror¨ªfica, surrealista y esperp¨¦ntica que desarrolla Balada triste de trompeta, protagonizada por el tenebroso reverso de dos seres cuyo oficio consiste en divertir y hacer felices a los ni?os, marcados por las relaciones de poder, enamorados de la misma mujer, es tan compleja como inclasificable, combina g¨¦neros con deslumbrante armon¨ªa, revela una personalidad volc¨¢nica y alucinada, te hace re¨ªr y te provoca miedo. Ese material literario que identifica las eternas obsesiones, la mordacidad, el lirismo, la alucinaci¨®n y la tragic¨®mica visi¨®n de la existencia de Alex de la Iglesia est¨¢ resuelta con una brillantez pasmosa al convertirla en im¨¢genes, dirigiendo actores, otorgando violencia, credibilidad, gracia y piedad a un mundo y unas sensaciones perturbadoras. Es una pel¨ªcula tan personal como extra?a, arriesgada y est¨¦tica, realizada con alma y talento.
Si hubieran premiado a Vincent Gallo por el insoportable narcisismo y las taras cerebrales que ha vuelto a demostrar en su faceta de creador con la indescriptible Promesas escritas en el agua hubiera sido un esc¨¢ndalo, pero lo han hecho por su trabajo actoral en Essencial killing. Tampoco encuentro una especial brillantez en su histri¨®nica composici¨®n de un talib¨¢n afgano perseguido por el ej¨¦rcito estadounidense. Gallo pone todo el rato gesto de animal acorralado, devora frutos silvestres y la leche de una mujer que acaba de parir, intenta que su ropaje, su turbante y sus espesas barbas nos hagan creer que es un fundamentalista afgano y no un actor estadouniednse, pasa toda la trama corriendo y suspirando, no pronuncia una palabra. Es un galard¨®n a un trabajo de interiorizaci¨®n psicol¨®gica, pero sobre todo a un exhaustivo esfuerzo f¨ªsico. En cuanto a la actriz Ariane Labed, protagonista de la insustancial y vocacionalmente moderna pel¨ªcula griega Attenberg, me cuesta recordar sus presumibles dones histri¨®nicos aunque haya pasado poco tiempo desde que la vi. Todo lo contrario que con la admirable Natalie Portman en Cisne negro, pero como es una estrella del cine estadunidense el jurado debe de haber considerado abusivo otorgarle el indiscutible premio a la mejor actriz.
El Premio Especial del Jurado al polaco Jerzy Skolimowski y otro galard¨®n que acaban de inventarse a la carrera de Monte Hellman supone el reconocimiento a la militancia de esos dos ancianos en el cine independiente, el sello que han tratado siempre de imprimir a sus historias, su empe?o por demostrar autor¨ªa. Reconociendo que Skolimowski ha hecho algunas pel¨ªculas atractivas y que Hellman siempre ha sido original, ninguno de ellos figura ni de lejos en el pante¨®n de mis dioses. Pero para eso est¨¢n los reivindicativos festivales, para bendecir a los malditos que debido a su pureza art¨ªstica nunca triunfaron comercialmente ni conectaron con los bastardos gustos de esa ordinariez denominada gran p¨²blico.
A excepci¨®n de las pel¨ªculas de Sofia Coppola y Alex de la Iglesia y de un par de extraordinarios documentales, lo ¨²nico grato que ha ocurrido en esta Mostra es la noticia de que su infame director Marco M¨¹ller ha decidido abandonar su cargo. Lo que no tengo claro es si se despide con esta edici¨®n o va a continuar hasta la pr¨®xima. Por infausto que sea su sucesor es imposible hacerlo peor que el tal M¨¹ller, alguien empe?ado en exhibir sin pausas un cine poblado mayoritariamente por cosas insoportables, en cargarse un festival que durante mucho tiempo mereci¨® la pena.
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