Safaris entre escombros
Amaia y el morbo. Esta madrile?a de 32 a?os creci¨® como trabajan los esp¨ªas: deseando entrar en lugares prohibidos. Uno la ve hoy con sus piercings, sus tatuajes corri¨¦ndole por el brazo, su carcajada-terremoto, y entiende al momento que le va la marcha. Le va desde peque?a. "Qui¨¦n pudiera colarse ah¨ª", se recuerda a s¨ª misma suspirando. La peque?a Amaia veraneaba con sus padres en Dur¨®n, Guadalajara. Las aguas de un embalse cubr¨ªan (cubren) el antiguo pueblo. En los meses de sequ¨ªa sobresal¨ªa un campanario, y ella quer¨ªa meterse all¨ª. No pudo, pero se tomar¨ªa la revancha por otra parte. En 2006 decidi¨® acudir a una de esas fiestas llamadas raves. Era en un matadero ruinoso de Villaviciosa, en Madrid. Estaba todo oscuro. Solo se o¨ªa m¨²sica y pudo ver poco. "Hostia, yo tengo que volver", pens¨®. Volvi¨® con un grupo de amigos otro d¨ªa y recorri¨® sus estancias. Dispar¨® fotos para su blog (http://abandonadoasusuerte.blogspot.com). Sinti¨® miedo y un no s¨¦ qu¨¦ en el cuerpo. Sinti¨® el sue?o cumplido.
El progreso ningune¨® estos sitios, aunque muchos tengan valor hist¨®rico o est¨¦tico
"Son espacios de anarqu¨ªa, y hay gente que se revela contra el urbanismo que controla todo"
Igual que otros. A los exploradores de lugares abandonados, un movimiento planetario que cada d¨ªa suma nuevos integrantes, les da por meterse donde no les llaman. Se pasan las horas muertas de ocio buscando viejos edificios que un d¨ªa estuvieron ocupados y luego el progreso les dio la extremaunci¨®n y los dej¨® vac¨ªos. Estaciones de trenes, f¨¢bricas, colegios, hospitales, minas, mansiones... El cat¨¢logo es amplio. No hay m¨¢s que echar un vistazo por Internet y comprobar la cantidad de blogs y fotologs espa?oles dedicados a la exploraci¨®n de sitios abandonados. Son m¨¢s de 30. Y no digamos los cientos de portales extranjeros, sobre todo europeos.
La idea, de hecho, vino de fuera. El sitio estadounidense www.infiltration.org es uno de los pioneros. Fue casi una biblia. Su autor, Ninjalicious, muri¨® en 2005, pero la p¨¢gina sigue funcionando. "Por el esp¨ªritu de la exploraci¨®n", dicen sus sucesores. Ah¨ª se puede ver c¨®mo Ninjalicious recorri¨® lugares perdidos, se document¨® e hizo fotos. Se muestra su idiosincrasia: "Nos interesa la emoci¨®n del descubrimiento, y probablemente tenemos m¨¢s respeto y aprecio por los espacios ocultos que la mayor¨ªa de la gente que piensa que somos unos gamberros. No da?amos los lugares. Los amamos". Esa pasi¨®n por aquello que el asfalto no ense?a le llev¨® a editar un fanzine en blanco y negro. Y hasta edit¨® un libro-gu¨ªa (Acces all areas), que se puede comprar en Amazon. Ninjaliciuos dej¨® escrito: "Muchos piensan que las ¨²nicas cosas que valen la pena ver son atracciones seguras y desinfectadas que requieren sacar una entrada".
Xavi se queda en silencio un par de segundos y empieza a filosofar: "Explorar abandonos es una experiencia alternativa al ocio reglado en el que te lo dan todo hecho". Xavi es Xavier Aragon¨¦s, 31 a?os, residente en Terrassa (Barcelona) y creador del blog http://xavieraragonesfoto.wordpress.com. Cree que la tendencia tiene que ver con la moda de recuperar lo antiguo y escapar. "Estos sitios est¨¢n en el campo, en las periferias urbanas, al margen de la planificaci¨®n. Son espacios de anarqu¨ªa, y ahora hay mucha gente que se ha rebelado contra el urbanismo que lo controla todo".
Esta b¨²squeda de lo marginal se hizo fuerte durante la burbuja inmobiliaria. La sociedad espa?ola ten¨ªa el visor puesto en los nuevos desarrollos urban¨ªsticos y los edificios-espect¨¢culo hasta para albergar f¨¢bricas. Y olvid¨® la arquitectura civil de ¨¦pocas menos doradas o aquella que se convert¨ªa en ruina por la dejadez de las autoridades. El progreso viento en popa ningune¨® estos sitios, aunque muchos tengan valor hist¨®rico o est¨¦tico y sean joyas en bruto. Algunos j¨®venes desencantados con el presente se fijaron en ellos.
Para encontrar abandonos hay que ir siempre alerta. Conducir y dar un volantazo porque se ha visto un inmueble de aspecto dejado. Comprobar si tiene los cristales rotos (prueba irrefutable de que no est¨¢ habitado). Investigar, revisar documentaci¨®n previa si existe, conocer a fondo el lugar, preguntar a gente de la zona. Es el modus operandi. Y dentro, ir vigilando siempre por d¨®nde se pisa, si el suelo est¨¢ firme, si hay objetos cortantes. Y darle a la c¨¢mara. Y dejarse llevar por la atm¨®sfera de cortinas retorcidas, mugre sobre mugre y techos despellejados. Xavi describe lo que siente: "Acostumbrarte al silencio y agudizar los sentidos es parte del aliciente. Una gota que cae resuena como una bomba".
Sylvain Margaine, un franc¨¦s que vive en B¨¦lgica, le ve a estos safaris una finalidad educativa: "Creemos que los sitios abandonados y sin futuro son parte de nuestra herencia cultural, as¨ª que antes de que todo se pudra o desaparezca, explor¨¦moslos. Es arqueolog¨ªa moderna". Sylvain documenta lugares en una especie de obsesi¨®n bibliogr¨¢fica que asusta. Es el ¨²nico art¨ªfice de www.forbidden-places.net, una web con un total de 71 exploraciones y cerca de 2.000 fotos de cuatro continentes. Tuvo 50.000 visitas el pasado mes de marzo y los internautas le dejan comentarios como si le besaran los pies. Sylvain incluso comercializa un libro con sus hallazgos.
Le gusta mostrar n¨²meros: ha explorado 21 f¨¢bricas, 13 hospitales y asilos, 14 ruinas entre iglesias, castillos y teatros, ha escalado 5 tejados, ha gateado por 9 laberintos subterr¨¢neos, ha disfrutado con 5 estaciones de tren sin pasajeros y ha puesto el pie en 4 complejos militares. No est¨¢ mal, ?no? Pues aqu¨ª viene la traca: "Tengo m¨¢s de 2.000 localizaciones durmiendo en mis discos duros. ?La p¨¢gina solo muestra una peque?a parte!". ?Y no era ¨¦l quien abanderaba la salvaci¨®n de estos lugares para el disfrute colectivo? Ups, tema delicado.
Existe un c¨®digo: no revelar a desconocidos toda la informaci¨®n que se tenga. Que no se sepan todas las coordenadas de un espacio. No dar a conocer localizaciones a menos que est¨¦n trilladas. Hay mucha desconfianza. Si estos lugares se hacen muy conocidos, argumentan los exploradores, existe el riesgo de que se metan v¨¢ndalos o grafiteros y alteren la situaci¨®n en que se encuentra todo y su aura misteriosa. O que llegue a o¨ªdos de los due?os del edificio o las autoridades y proh¨ªban el acceso. Amaia se pone fren¨¦tica: "Nadie es due?o de nada. Todos hacemos algo ilegal".
Otra regla no escrita: no te lleves nada, deja solo pisadas. En www.urbexforum.com no se acepta a cualquiera. Es un club internacional en el que sus cientos de usuarios comentan abandonos y se dan consejos. Tres integrantes, entre ellos el fot¨®grafo profesional Elmar Dam, editan la revista bianual Explonation (www.explonation.com). Urbex tambi¨¦n organiza Explo, la quedada anual en alg¨²n punto de Europa. Un fin de semana con acampadas, barbacoas y safaris. Pero solo pueden acudir unos cuantos. Los elegidos. All¨ª se interact¨²a sin problemas porque se supone que todos los asistentes son de fiar. El a?o pasado se visit¨® la Kent School de D¨¹sseldorf, en Alemania, donde entrenaban las juventudes hitlerianas. Siempre son lugares especiales. Ya sea por lo complicado de los accesos o por su valor hist¨®rico. De Espa?a, hasta el momento, solo van tres personas.
Quique Hornero, de 36 a?os, conf¨ªa en que le acepten este a?o. ?l comenta en el foro de Urbex y conoce a algunos de sus integrantes, que ya empiezan a verle como alguien de confianza. Pero Quique necesita ser un miembro de pleno derecho. Mientras, va alimentando su blog (http://unapausaeneltiempo.blogspot.com) desde Barcelona, donde vive, con sitios como una empresa vin¨ªcola que parece sacada de una pel¨ªcula de terror. "Me llam¨® la atenci¨®n lo bien cerrado que estaba el edificio, pero al final hab¨ªa una puerta abierta", comenta. Otra regla m¨¢s: no se pueden forzar cerraduras ni ventanas.
Quique se considera "un enganchado". En ocasiones le llaman friki. "El laboratorio de la bodega estaba intacto. Con los potingues de las catas y las pruebas. Era genial. Las bolsas con tierra para las vi?as. Los grandes dep¨®sitos para el vino...". Hay veces que los guardas de seguridad de terrenos adyacentes le han pillado con las manos en la masa. En esos casos, Quique y sus colegas les han contado lo que hacen. Siempre les han dejado en paz. Alguno incluso se ha prestado a hacer de gu¨ªa tur¨ªstico.
Club Cela es la red m¨¢s importante de exploradores espa?oles, con cientos de visitantes y 50 personas que participan habitualmente. Se compone de dos p¨¢ginas: el foro www.clubcela.com, para compartir experiencias y fotos, y http://celatelevision.blogspot.com, donde se cuelgan v¨ªdeos.
-Hola, despu¨¦s de dos d¨ªas b¨¦licos con visitas a una estaci¨®n de radar y un aer¨®dromo, nos hemos venido a descansar.
Habla Stewie, uno de sus presentadores. Est¨¢ en un hotel cerca del bosque de Sherwood, en Inglaterra, sentado en una carretera. Tiene un micr¨®fono en la mano. Entra con su c¨¢mara en el edificio y graba el interior. Le gustan los planos de detalles: una carta en el suelo y un tenedor solitario.
Daniel Gil tiene 26 a?os y no es un don nadie en el mundo de los abandonos: pertenece a Urbex , fund¨® el Club Cela y actualiza la web www.ultima-visita.com. Le priva el periodo de la Segunda Guerra Mundial. De ah¨ª que se haya recorrido Alemania: unas instalaciones militares de la extinta URSS, una base de esp¨ªas y el sanatorio de Beelitz. No quiere dar m¨¢s detalles ni m¨¢s nombres.
A Juande L¨®pez, granadino, tambi¨¦n le gusta la historia. Amaia, la de armas tomar, le escribi¨® en su blog (http://abandonalia.blogspot.com), y ahora siempre van juntos de exploraci¨®n. Se han paseado por la parte cerrada de la estaci¨®n madrile?a de Pr¨ªncipe P¨ªo, con sus hierros mohosos y sus montacargas inm¨®viles. Lo mejor les pas¨® en B¨¦lgica. Fueron a visitar la mina de Cheratte, un complejo de est¨¦tica neog¨®tica. Pero la moda de visitar los abandonos se ha extendido tanto que un tal se?or Gomes, portugu¨¦s, se hab¨ªa hecho con unas llaves de la entrada y cobraba 10 euros. Los pagaron igualmente. El se?or Gomes cerr¨® la puerta y se larg¨®. "Ten¨¦is una hora", dijo. Amaia y Juande ya sab¨ªan que les iba a saber a poco.
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