Bent Larsen, ajedrecista dan¨¦s, un amable guerrero en jaque
Si Miguel de Unamuno hubiese conocido al dan¨¦s Bent Larsen -fallecido el 9 de septiembre en Buenos Aires, a los 75 a?os, tras una hemorragia cerebral- quiz¨¢ no habr¨ªa pronunciado su err¨®nea sentencia: "El ajedrez solo desarrolla la inteligencia para jugar al ajedrez". Muy culto, pol¨ªglota (hablaba unos ocho idiomas) y excelente conversador, Larsen fue uno de los jugadores m¨¢s brillantes y combativos del siglo XX, y convirti¨® a Las Palmas de Gran Canaria, donde residi¨® varios a?os, en una de las capitales del ajedrez mundial. Larsen (Thisted, 1935) encarnaba como pocos los tres ¨¢mbitos que siempre se atribuyen al ajedrez: era un gran artista, por la creatividad de sus partidas; un minucioso cient¨ªfico, por la precisi¨®n de sus an¨¢lisis escritos; y un deportista ind¨®mito, que solo aceptaba el empate si era inevitable. Todo salpimentado por un amor infinito a su profesi¨®n. Si se cuentan solo los resultados en torneos de muchos jugadores por sistema de liga, el Larsen de su mejor ¨¦poca (1967-1971) es probablemente el segundo mejor de todos los tiempos, tras Anatoli K¨¢rpov. Pero su estilo era demasiado arriesgado para los duelos eliminatorios del Campeonato del Mundo, donde el adversario es el mismo todos los d¨ªas. Aun as¨ª, logr¨® la haza?a de llegar tres veces seguidas a las semifinales del Torneo de Candidatos, pero sufri¨® ante Bobby Fischer una de las derrotas m¨¢s estrepitosas de la historia (6-0) en las de 1971.
Su inconfundible vozarr¨®n amenizaba las tertulias posteriores con sus colegas, no solo sobre ajedrez. El serbio Ljubomir Ljub¨®jevic recuerda una larga noche en el torneo de Orense de 1975, tras algunos tragos: "Larsen se puso a recitar el Hamlet de Shakespeare; se lo sab¨ªa de memoria". El ex campe¨®n de Espa?a Txelu Fern¨¢ndez, residente en Canarias, tambi¨¦n le trat¨® mucho: "Contrariamente a otras estrellas, estaba siempre dispuesto a la conversaci¨®n, sobre la partida reci¨¦n jugada o cualquier otro tema. Sus art¨ªculos en la revista Ajedrez Canario eran formidables, y su labor en las islas en los a?os setenta a¨²n perdura". Le propusieron que se dedicase a la pol¨ªtica en Dinamarca, donde era un h¨¦roe nacional, pero ten¨ªa claro su camino: "En mi infancia super¨¦ la varicela y otras enfermedades, pero el ajedrez formar¨¢ siempre parte de mi identidad", dijo en 1980 al arriba firmante.
Si todos los ajedrecistas profesionales fuesen como ¨¦l, no se habr¨ªa necesitado prohibir los empates r¨¢pidos sin lucha. En el torneo de Manila 1973, el filipino Cardoso ofreci¨® tablas tras los primeros movimientos: "?No, es demasiado pronto para empatar!", fue la respuesta. Dos horas despu¨¦s, el asi¨¢tico insisti¨®. "Me temo, se?or Cardoso, que ahora ya es demasiado tarde", contest¨®. Desde el jueves es demasiado tarde para disfrutar de su inteligente conversaci¨®n, pero no para seguir deleit¨¢ndonos con las partidas y an¨¢lisis de un valiente artista cient¨ªfico.
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