El desenga?o del valiente
La justicia protege mal a los que testifican contra terroristas
"Que ser valiente no salga tan caro", invoca uno de los versos de una de las m¨¢s conocidas canciones de Joaqu¨ªn Sabina, y es que ser valiente, en ocasiones, conlleva un elevado coste. Porque, ?se atrever¨ªa usted a testificar contra un terrorista o un narcotraficante?
Si as¨ª fuera, sepa que todo acusado tiene derecho a conocer a quien le acusa. As¨ª se recoge en los manuales de Derecho de los pa¨ªses democr¨¢ticos y en el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Se trata de evitar acusaciones an¨®nimas y espurias tan utilizadas en las dictaduras para eliminar enemigos pol¨ªticos. Claro que los terroristas, los narcotraficantes y el crimen organizado llevan a?os amedrentando, cuando no liquidando, a los testigos.
Para resolver el problema, la sociedad cre¨® la figura del testigo protegido, que puede ser an¨®nimo, cuando solo el tribunal conoce su identidad y su imagen, u oculto, cuando su nombre se conoce pero declara en el juicio protegido por cortinas o mamparas. Claro que el valor jur¨ªdico de una u otra modalidad no es el mismo a la hora de fundamentar una condena, ya que el abogado del terrorista tiene derecho a interrogarle para cuestionar su imparcialidad o la veracidad de su testimonio y el anonimato limita notablemente el derecho de defensa.
Esa limitaci¨®n supone que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, para dar validez a la prueba, haya establecido como criterio que el anonimato est¨¦ justificado, que esa situaci¨®n se compense con un interrogatorio de la defensa que permita apreciar la fiabilidad y veracidad del testigo y que ese testimonio an¨®nimo nunca sea la prueba decisiva para condenar a alguien.
Pues bien, el pasado mes de julio se juzg¨® en la Audiencia Nacional a dos miembros de la izquierda abertzale que participaron en 2008 en una manifestaci¨®n en Zarautz (Guip¨²zcoa) en la que un testigo les hab¨ªa visto dar gritos en favor de ETA. Ambos hab¨ªan sido condenados previamente por otros hechos a nueve meses de prisi¨®n por des¨®rdenes p¨²blicos y resistencia a la autoridad, aunque ten¨ªan la condena suspendida durante dos a?os.
El d¨ªa del juicio, el testigo, en una comparecencia previa, mostr¨® su preocupaci¨®n porque los acusados pudieran conocer su identidad, ante el temor a futuras represalias.
El tribunal apreci¨® lo razonable de la petici¨®n de anonimato, pero no pudo atenderla, ya que ese testimonio era la prueba de cargo decisiva que permit¨ªa la condena de los acusados. ?l era el ¨²nico que les hab¨ªa visto gritar y les hab¨ªa identificado porque les conoc¨ªa previamente. El tribunal, por tanto, decidi¨® comunicar la identidad del testigo a los abogados de los procesados con el compromiso de estos de guardar el secreto. Su declaraci¨®n en el juicio la realiz¨® oculto con mamparas.
Los dos acusados han sido condenados a un a?o de c¨¢rcel por apolog¨ªa del terrorismo, sentencia que ya han recurrido ante el Tribunal Supremo.
A la vista de lo ocurrido, querido lector, ?c¨®mo de tranquilo estar¨ªa usted sabiendo que su identidad de testigo protegido queda resguardada por la palabra de dos abogados, habituales defensores de miembros de ETA? ?Siente las mariposas revoloteando en las tripas?
Porque le puede parecer que ese peligro no es tan real como el testigo de la manifestaci¨®n de Zarautz sospecha, pero ver¨¢: en 1995, un vecino de Bilbao identific¨® a dos mujeres que con varios encapuchados hab¨ªan participado en la quema de un autob¨²s en el barrio de Altamira. Un a?o despu¨¦s, las dos mujeres fueron condenadas a dos a?os y cuatro meses de prisi¨®n y ah¨ª comenz¨® el calvario del vecino. Poco despu¨¦s le quemaron la furgoneta de su propiedad y este a?o personas del entorno de ETA han distribuido panfletos con su nombre en el centro de una diana y la palabra "chivato", y han colocado un artefacto incendiario en su vivienda, que afortunadamente caus¨® escasos da?os. Sin embargo, en el diario Gara, pr¨®ximo a los filoetarras, ya han anunciado que los ataques contra este vecino no parar¨¢n hasta expulsarlo de Euskadi.
Habr¨¢ que ver c¨®mo afecta el anunciado alto el fuego de ETA a estos asuntos, pero mientras la situaci¨®n de estos testigos no mejore, mucho me temo que acabar¨¢n contestando a las preguntas de los jueces como en el chiste:
-?Puedo hacerle una pregunta?
-Solo si es hipot¨¦tica.
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