Pensar de otro modo
Ninguna universidad espa?ola entre las 200 mejores, seg¨²n el Academic Ranking of World Universities. Tendr¨ªa que haber sido el gran esc¨¢ndalo del verano, porque explica nuestro son¨¢mbulo suspenso en cultura y tantos accidentes ¨ªntimos y permite entender por qu¨¦ nuestros pol¨ªticos parecen cada vez peor preparados para sus tareas. Pero el campaneo medi¨¢tico prefiri¨® ocuparse de unas primarias en Madrid y de otras chilindrinas.
En pleno agosto inculto, una encuesta proclam¨® que Verano, de J. M. Coetzee, era el libro m¨¢s recomendado por los escritores espa?oles para las vacaciones estivales. Toda una sorpresa, un extra?o brote verde de nuestro panorama literario, porque Coetzee es un escritor de radical contemporaneidad y en el gremio hisp¨¢nico, en cambio, predomina -tal vez no les encuestaron- un sector dinos¨¢urico, que es recio aliado de nuestras apolilladas universidades y de las convenciones narrativas de antes de la guerra de Cuba.
De Coetzee y P¨¤mies admiro los itinerarios que abren cuando maniobran con la inteligencia
Ya es raro que queramos tanto a Coetzee en un pa¨ªs en el que es minoritaria la tradici¨®n de complejidad en la narraci¨®n de historias (tradici¨®n que usa la referencia, la construcci¨®n sobre otros elementos ya hechos y, en el contexto espa?ol, la meditaci¨®n, en el sentido m¨¢s benetiano del t¨¦rmino) y mayoritario el sector entregado a una "narrativa normal" de f¨¢cil acceso "a todo el mundo", un sector que encajar¨ªa en lo que Ricardo Piglia ha calificado de neopopulismo antiintelectual de la cultura de masas, "con un elenco de escritores que quieren ser admitidos como seres sencillos, nunca intelectuales", que viven felices y castizos, reyes del folclore nacional.
Hay una hegemon¨ªa de la simplicidad. Predominan mundos llanos y comprensibles, con un orden palmario. Por eso sorprende ese podio para Verano, de Coetzee, un autor que acostumbra a mezclar narrativa y ensayo y crear personajes y tramas buscando combinarlos con el pensamiento filos¨®fico y la discusi¨®n de ideas; un autor que en sus ¨²ltimos libros ha abierto la invenci¨®n novelesca a otros horizontes disciplinares, aunque sin abandonar el n¨²cleo narrativo, es decir, sin prescindir del componente emocional propio de la creaci¨®n.
No es una moda, sino una renovaci¨®n que el propio g¨¦nero novel¨ªstico exig¨ªa para no quedarse palurdo o muerto. De hecho, sin esos procesos de los que dispone la literatura para reorganizar sus argumentos, el arte de la novela y del ensayo estar¨ªan condenados a repetirse de forma mortal. Cuando oigo que todav¨ªa se discute sobre si realidad y ficci¨®n pueden ser lo mismo, me quedo de piedra. ?No ser¨ªa m¨¢s pertinente hablar de las relaciones entre novela y ensayo? Por poco que estos dos g¨¦neros colindantes se mezclen, surge potente a veces un arte literario (acaba de suceder con los cuentos de La bicicleta est¨¢tica, el maravilloso libro de Sergi P¨¤mies) que cada d¨ªa se interesa m¨¢s por ocuparse de cosas que solo pueden decirse escribiendo, que no pueden expresarse bien a trav¨¦s de una pel¨ªcula, una serie televisiva o un cuadro.
Ese arte estrictamente literario est¨¢ en Verano, tercera entrega de la Autobiograf¨ªa de Coetzee, donde uno descubre que persiste todav¨ªa "algo", fuera de la cultura del consumo, desde lo cual ser¨ªa posible reiniciar las cosas. En ese "algo" -que podr¨ªamos llamar zona ¨¢rtica, en honor de Deleuze: lugar desolado donde todas las br¨²julas giran enloquecidas sin saber d¨®nde apuntar- se puede pensar de otro modo. Es el espacio de los relatos de P¨¤mies. En realidad, a esa zona se acerc¨® ya Walter Benjamin en su momento cuando mir¨® hacia los or¨ªgenes mismos del lenguaje: un lugar at¨¢vico, donde una palabra no es un signo, un sustituto de otra cosa, sino el nombre de una idea. De Coetzee y P¨¤mies admiro su misteriosa facilidad para conducirnos hacia ese lugar, y tambi¨¦n los itinerarios que van abriendo cuando maniobran con la inteligencia, espec¨ªficamente narrativa, del pensamiento.
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