Libros y testosterona
En el ¨²ltimo informe anual sobre h¨¢bitos de lectura encargado por la Federaci¨®n de Gremios de Editores las mujeres segu¨ªan en cabeza. No s¨®lo hay m¨¢s lectoras (58,4 %) que lectores (51,5 %), sino que leen m¨¢s libros y dedican m¨¢s tiempo a hacerlo (sobre todo en los transportes y en el hogar), a pesar de que, en t¨¦rminos generales, se ocupan de m¨¢s tareas (eso no lo dice el informe, basta con mirar alrededor). Las chicas compran m¨¢s libros, y eligen mayoritariamente lo que leen gui¨¢ndose por la recomendaci¨®n de otros o por impulso, algo que los editores y los libreros saben desde hace tiempo. Prefieren las novelas, pero no le hacen ascos a otras materias: tambi¨¦n son m¨¢s ecum¨¦nicas en sus gustos que los hombres, en los que todav¨ªa se aprecia cierta tozuda inclinaci¨®n a lo que algunos se empe?an en denominar "libros ¨²tiles", como si las ficciones no lo fueran.
Est¨¢ claro que las mujeres leen m¨¢s y compran m¨¢s libros. Pero solemos olvidar que tambi¨¦n escriben y publican muchos
Las mujeres tambi¨¦n son mayor¨ªa en el sector editorial, algo que se constata con s¨®lo darse una vuelta por la sede de cualquiera de los grandes grupos. Esa evidencia emp¨ªrica ha llevado a algunos a hablar de "feminizaci¨®n" del sector. No se confundan: en el (todav¨ªa) fal¨®crata mundo de la edici¨®n, y a pesar de los cambios de los ¨²ltimos a?os, las mujeres siguen compitiendo (sobre todo entre ellas) bastante por debajo de un techo de cristal que muy pocas han logrado cuartear. Son incontables las secretarias (el otro d¨ªa conoc¨ª a una que todav¨ªa le lleva el caf¨¦ a su jefe, que suele preguntarle si le "importar¨ªa alcanz¨¢rselo"); innumerables las correctoras, cuantiosas las dise?adoras, copiosas las encargadas de promoci¨®n y prensa, abundantes las responsables de derechos (con dos idiomas) y frecuentes las especialistas en mercadotecnia. Hay muchas editoras juniors, bastantes seniors y no pocas directoras de sello. Pero el ambiente comienza a enrarecerse de la direcci¨®n editorial hacia arriba, a medida que la atm¨®sfera aparece m¨¢s impregnada de los efluvios de la testosterona que de aromas m¨¢s delicados. Y no digamos nada si ascendemos a las plantas nobles, donde se deciden estrategias y negocios y las p¨¢ginas m¨¢s le¨ªdas son las de color salm¨®n. En cuanto a los sueldos, qu¨¦ quieren que les diga: a pesar del enfermizo secretismo de que hace gala el sector editorial espa?ol (en otros pa¨ªses m¨¢s civilizados se publican peri¨®dicamente estudios con los salarios de mercado), lo de "a trabajo igual salario igual" sigue siendo un objetivo casi tan dif¨ªcil de alcanzar como aquella reivindicaci¨®n internacionalista de ?abajo la diplomacia secreta!
Est¨¢ claro que las mujeres leen m¨¢s y compran m¨¢s libros. Pero solemos olvidar que tambi¨¦n escriben y publican muchos. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, y como fen¨®meno global constatable en ferias y foros internacionales, los libros escritos por mujeres llenan los cat¨¢logos de casi todos los grandes grupos editoriales. La novela, y especialmente la de g¨¦nero (literario, claro), es su campo preferido. Y las venden muy bien y dan a ganar mucho dinero a sus editores, como reflejan cabalmente las listas de superventas. Lo extra?o es que esa abundancia de literatura de mujeres est¨¢ siempre lejos de obtener el correlato cr¨ªtico correspondiente. Y no solo aqu¨ª. The New York Times, un peri¨®dico de referencia en una sociedad particularmente atenta a los indicios de desigualdad, public¨® en los ¨²ltimos dos a?os rese?as de 545 novelas y obras de ficci¨®n; el 62% correspondieron a libros escritos por hombres. Y eso en un g¨¦nero en el que las fuerzas se hallan equilibradas. Lo que nadie aclara es el sexo de los cr¨ªticos que las firmaron. Claro que, si a eso vamos, m¨¢s vale que por estos pagos no nos pongamos a lanzar cohetes.
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