Epitafios entre ruinas
La degradaci¨®n, ya denunciada por el Consell Valenci¨¤ de Cultura en 2005, se apodera del Cementerio Protestante Brit¨¢nico de Valencia
El ingeniero brit¨¢nico Walter Craven-Bartle lleg¨® a Madrid en 1851 atra¨ªdo por la industrializaci¨®n espa?ola y por la construcci¨®n del ferrocarril en la pen¨ªnsula. M¨¢s tarde se encarg¨® de las v¨ªas que deb¨ªan conectar Valencia con Tarragona, o X¨¤tiva con Almansa y cre¨® una de las dos fundiciones de hierro de la ciudad. Desde 1886 los restos de Walter Craven-Bartle descansan en el Cementerio Protestante Brit¨¢nico de Valencia, un peque?o camposanto frente al cementerio General que mantiene intacta el aura de romanticismo y que fue uno de los primeros que se construy¨® en Espa?a seg¨²n afirma el historiador Miguel ?ngel Catal¨¤ en su libro sobre el cementerio general de Valencia.
Una verja verde encierra las cerca de 350 sepulturas del camposanto que pertenece a la Corona brit¨¢nica desde 1880.
El gestor del cementerio cifra en 60.000 euros su rehabilitaci¨®n
Nicholas: "Se han llevado cadenas, ¨¢ngeles... y han da?ado l¨¢pidas"
El Consell Valenci¨¢ de Cultura declar¨® en un informe de 2005 sobre cementerios la necesidad de conservar "no s¨®lo elementos funerarios sino zonas enteras, como es el caso del Cementerio Protestante Brit¨¢nico, que est¨¢ cerrado a cal y canto", una opini¨®n que comparte Trevor Nicholas, el ingeniero industrial ya jubilado que lo gestiona desde 1975.
En el interior del recinto, una fachada del artista valenciano de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos Antonio Martorell, que data de 1879, y la capilla y p¨®rtico del arquitecto Vicente Sancho i Fuster resisten como pueden el paso del tiempo. Las l¨¢pidas, cruces y adornos no tienen tanta suerte. "En los ¨²ltimos a?os se han llevado cadenas decorativas, ¨¢ngeles tallados y tambi¨¦n han da?ado algunas lapidas", explica Nicholas.
A pesar de su condici¨®n de protestante y brit¨¢nico, el cementerio alberga los restos tambi¨¦n de protestantes noruegos, holandeses o suecos, de los jud¨ªos alemanes o turcos que por su confesi¨®n no pod¨ªan ser enterrados en el cementerio convencional hasta 1889, e incluso de algunos cat¨®licos que se decantaron por este rinc¨®n sereno y tranquilo de la ciudad.
El cementerio es testimonio de la historia de familias enteras -los Morris, los Eknes, los Barkeley-. Tambi¨¦n de los buques mercantes que acercaron a los ingleses a estas tierras, la construcci¨®n del ferrocarril que los atrajo para quedarse, los estragos que caus¨® la gripe espa?ola de 1918, el compromiso de los brigadistas internacionales que defendieron la Rep¨²blica con su vida y hasta el origen del club de Tenis de Valencia ya que los restos de su fundador descansan en el recinto. Actualmente, el cementerio est¨¢ cerrado porque la Corona no aporta fondos. Nicholas calcula que hacen falta unos 60.000 euros para rehabilitar el cementerio y devolverle el brillo de hace cien a?os. Mientras tanto, los epitafios en ingl¨¦s, alem¨¢n, franc¨¦s o sueco seguir¨¢n como tesoros camuflados entre el inevitable deterioro y el reguero indiferente de personas que cada d¨ªa pasa junto a su puerta.
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