Elogio del exceso
Casi tres horas. Un atrac¨®n. La gala inaugural preparada por el cantaor de Badalona para esta XVI Bienal de Sevilla pudo rozar la desmesura o el exceso de metraje en algunos momentos, pero poco import¨®: en su conjunto vino a suponer un fest¨ªn, para ¨¦l y para las miles de personas que abarrotaron el emblem¨¢tico coso taurino. La abundancia y variedad del men¨² ofrecido dif¨ªcilmente pod¨ªa dar lugar a indigesti¨®n. El exceso es bienvenido cuando se tolera y se digiere con gusto. Y de eso pareci¨® haber mucho, tanto en la interpretaci¨®n como en la forma en la que el respetable recibi¨® el largu¨ªsimo espect¨¢culo. Y no olvidemos que la mayor¨ªa de ¨¦l se encontraba alojado en las recias gradas de los tendidos; pero lo dicho: poco import¨®.
MIGUEL POVEDA. HISTORIAS DE VIVA VOZ
Idea original, direcci¨®n musical y cante: Miguel Poveda.
Direcci¨®n: Rafael Est¨¦vez.
Plaza de toros de la Maestranza.
Mi¨¦rcoles, 15 de septiembre. Aforo: lleno.
El despliegue del cantaor fue superlativo, de una fuerza indesmayable
En esa recepci¨®n cobra peso, sin duda, la dimensi¨®n que est¨¢ tomando el fen¨®meno Poveda, que trasciende ya de lo art¨ªstico para convertirse en social. Pero tambi¨¦n del mismo artista se desprendieron otra serie de razones que se identifican con valores como la entrega, la generosidad, la afici¨®n y la suerte de gozar con lo que se est¨¢ haciendo. Aunque se roce la extenuaci¨®n por el esfuerzo: un cante y otro cante, un estilo y otro m¨¢s... y tanta entrega termina contagi¨¢ndose y aliviando como un b¨¢lsamo cualquier incomodidad.
Ya desde el punto de vista art¨ªstico, la sola lectura del programa de mano apabullaba. Pero es que, detr¨¢s de cada parte se?alada, se acumulaban tal cantidad de referencias -a geograf¨ªas y a artistas- que se har¨ªa interminable enumerar. Muchas de ellas muy reconocibles, otras m¨¢s de culto, pero todas rindiendo homenaje a un legado cantaor que se remonta muy atr¨¢s en el tiempo y que se puebla de nombres de leyenda. Puede ser discutible su ordenaci¨®n o la forma de llevar a escena la propuesta. Tampoco es que a una obra de autor se le deba exigir una rigurosa sistematizaci¨®n. Poveda lo dispuso todo a su gusto y entender. Puede que en algunos casos los cuadros se extendieran en demas¨ªa o que, en general, no hiciese falta tanto tiempo para expresar lo que se quer¨ªa contar; pero la noche era especial y el cantaor, con su entrega, fue capaz de convertir la desmesura en virtud. Su despliegue fue superlativo, de una fuerza indesmayable.
Todo tuvo un tono ¨¦pico, casi epop¨¦yico, y tambi¨¦n enciclop¨¦dico por la ampl¨ªsima panoplia de cantes y estilos que se iban sucediendo. El cuadro en el que, ayudado de sucesivos sombreros, gafas o bast¨®n, Poveda evoca y se mete en la piel de Mairena, Marchena, Valderrama, Farina, Vallejo, Caracol, Porrinas o Chac¨®n podr¨ªa bien ser una s¨ªntesis apretada de lo que su propuesta reun¨ªa. Pero, en realidad, se queda casi en una an¨¦cdota, muy bien lograda, eso s¨ª: la punta del gran iceberg del c¨²mulo de artistas y estilos (c¨®mo olvidar a Bambino o a Camar¨®n con la emocionante La leyenda del tiempo) que se hicieron presentes en su voz.
La reconocida capacidad de Poveda de absorber las fuentes m¨¢s diversas le posibilit¨® para, con una camale¨®nica condici¨®n, viajar de la vertiente m¨¢s folcl¨®rica a la m¨¢s jonda de este arte; desde el Levante al Poniente huelvano, de Jerez a Triana pasando por Utrera para amarrar la nave en Cai... Visitar la copla, asomarse al tango, y dejarnos un pellizco en el ep¨ªlogo con los versos de Jaime Gil de Biedma.
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