"El obispo me prohibi¨® decir nada"
El sacerdote Rik deVill¨¦ investiga casos de pederastia en B¨¦lgica desde 1992 y reuni¨® 500 denuncias - Afirma que la jerarqu¨ªa eclesial orden¨® acallar las acusaciones
Rik deVill¨¦, sacerdote cat¨®lico jubilado, recuerda la primera denuncia que recibi¨® por abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia belga. Fue en septiembre de 1992 y crey¨® que se trataba de una excepci¨®n escuchada en el curso de su labor pastoral en la parroquia de Buizingen, cerca de su actual domicilio en Tollembeek, un peque?o municipio en B¨¦lgica situado sobre la frontera que separa Flandes de Valonia. Poco despu¨¦s, y viendo que el problema crec¨ªa, organiz¨® el grupo de ayuda Derechos Humanos en la Iglesia (Mensenrechten in de Kerk, en neerland¨¦s). En dos d¨¦cadas, ha arropado a medio millar de adultos, algunos ya de 70 a?os, que decidieron contarle su dolorosa experiencia.
"Las v¨ªctimas quieren un reconocimiento del mal que sufrieron"
Todav¨ªa hoy, la mesa de su comedor rebosa de papeles y cajas de documentos. De una carpeta, saca una hoja con un listado escrito a mano. Son los 18 nombres m¨¢s recientes. Hombres y mujeres que hablaron despu¨¦s de que el informe de la comisi¨®n presidida por Peter Adriaenssens, psiquiatra infantil, desvelara el pasado 10 de septiembre que las agresiones sexuales a ni?os abarcaron a toda B¨¦lgica . DeVill¨¦ muestra su cuartilla, sacude la cabeza y hace una afirmaci¨®n turbadora. "Contrariamente a lo que asegura la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, s¨ª supieron de estas denuncias en su momento. En 1996 yo mismo alert¨¦ al actual cardenal Godfried Daneels del caso de un ni?o. Entonces solo era obispo, y niega que se lo dijera. Tengo tantos papeles que al principio no pude encontrar la ficha. Pero guardo una carta donde Daneels me proh¨ªbe decir nada contra un cura", dice con seguridad.
Retirado de su parroquia desde el a?o pasado, el sacerdote sigue recibiendo denuncias, una de ellas en plena entrevista. Era de un var¨®n en busca de una instancia donde depositar su queja. "Desde las primeras palabras, a veces un balbuceo, s¨¦ lo que me dir¨¢n. Lo mismo ocurre con las misivas. Piden ayuda, explican el abuso y se averg¨¹enzan, sin necesidad, de lo que les ocurri¨®. A pesar de lo que cree la curia belga, no exigen cifras millonarias, como ha pasado en Estados Unidos o en Irlanda. Los obispos belgas creen que tendr¨¢n que pagarles mucho. Los casos que llevo quieren que admitan sus culpas. Que haya un reconocimiento p¨²blico del mal que hicieron y se vea un castigo. De momento, a lo sumo piden que les abonen el importe de terapias y psic¨®logos a los que a¨²n acuden. Ya no ejerzo, pero esta labor no concluye. La crisis de la Iglesia actual no lo permite todav¨ªa".
Como ejemplo de lo que denomina "ceguera del catolicismo belga", muestra una hoja parroquial rebosante de cartas al director. Desde diversos ¨¢ngulos, todas califican las denuncias de "operaci¨®n para da?ar a la Iglesia". Una demostraci¨®n palpable, seg¨²n DeVill¨¦, de que la falta de di¨¢logo est¨¢ minando la credibilidad del Vaticano. "Dios anima a hablar, pero Roma solo dicta. No escucha, y as¨ª estamos. El sacerdote representa a Dios en la sociedad y cree, por tanto, que no se puede equivocar. De ah¨ª que, cuando ocurre algo tan terrible como los abusos, vuelva la vista a Roma. En lugar de pensar en lo que sienten los hombres, piensan en lo que dir¨¢ Roma".
Autor de cinco libros donde disecciona a la propia Iglesia, la diligencia del sacerdote contrasta con la tranquilidad de Tollembeek, un pueblo donde todav¨ªa se oye cantar a los gallos al mediod¨ªa. En su opini¨®n, el tortuoso camino recorrido por muchas de las v¨ªctimas para acabar ante la puerta cerrada de Roma demuestra que la Iglesia actual no saldr¨¢ adelante mientras no se renueve por completo.
Para ilustrar su tesis cuenta el caso de L., una chica que a los 19 a?os descubri¨® que su hermana mayor es, en realidad, su madre, violada en la adolescencia por un cura. Los padres de la agredida la llevaron a Holanda a tener el beb¨¦. A su regreso, dijeron que hab¨ªan adoptado a una ni?a y pensaron que nunca se sabr¨ªa. Pero se descubri¨®, y la hija quiso denunciar. Pues bien, como el agresor era belga, trasladado primero a territorio holand¨¦s, y luego a Alemania, ninguna de las tres di¨®cesis atendi¨® la demanda. Acabaron en Roma, donde les dijeron que nada pod¨ªan hacer por ella.
Tambi¨¦n recuerda la situaci¨®n del sobrino del obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, objeto de abusos desde los cinco a?os. El chico tiene ahora 35 a?os y ha pasado por el trauma de decirle a su familia que su respetado t¨ªo le atac¨® sexualmente hasta su mayor¨ªa de edad. "La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha escrito incluso cartas de felicitaci¨®n a los que no delatan a los curas agresores. Por eso creo que hace falta un nuevo Concilio. Ni este Papa, ni su sucesor, ya sea africano o de Am¨¦rica Latina, podr¨¢ resolver la situaci¨®n. La Iglesia entera debe renovarse y dejar que la justicia ordinaria se ocupe de abusos que son delitos puros"
En las ¨²ltimas semanas, la propuesta de acudir a la "justicia de los hombres" le ha valido un portazo en toda la regla. Considerado en B¨¦lgica el pionero en la recogida de denuncias de estos abusos a menores, le impidieron entrar en la conferencia de prensa organizada el pasado d¨ªa 13 por la Iglesia para anunciar la apertura de un centro de apoyo y reconciliaci¨®n para las v¨ªctimas.
"Calculo que la cifra de menores abusados en 50 a?os ronda los 10.000 en B¨¦lgica. Es una actividad delictiva que no ser¨¢ castigada en su totalidad. Muchos de los agresores han fallecido, pero los que quedan deben ser llevados a los jueces ordinarios. Si es preciso, hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo. Hay que sacar el asunto a la calle, porque la Iglesia es una organizaci¨®n regida por el miedo y donde no hay responsables".
El Colegio de Fiscales de B¨¦lgica comparte su opini¨®n. Incluso ha propuesto encargar a un equipo especial el estudio de todas las denuncias registradas en el pa¨ªs para decidir si cabe abrir juicios formales.
Si bien el drama vital causado por los abusos llena hoy el retiro de Rik deVill¨¦, no elude entrar en el debate sobre el celibato como tel¨®n de fondo de los mismos. Y lo hace estableciendo un paralelismo entre el abuso de poder, "similar al incesto en el seno familiar", de los asaltos a los ni?os, con los peligros del voto de castidad sacerdotal. "La sexualidad es una forma de relaci¨®n, de mostrar un amor que puede desembocar en traer hijos al mundo. El error es pensar que sin sexo est¨¢s m¨¢s cerca de Dios. Si los sacerdotes tuvieran la oportunidad de relacionarse, habr¨ªa menos aberraciones. La pederastia en la Iglesia es la del cura necesitado por una sexualidad cercenada, que acaba imponi¨¦ndose por la fuerza en menores desvalidos". Seg¨²n las encuestas, el 89% de los belgas comparte su opini¨®n y querr¨ªa ver sacerdotes casados, o en pareja.
Una sociedad que dio la espalda a los abusos
Guy Harpigny, portavoz de los obispos de B¨¦lgica, ha recibido numerosas llamadas de parlamentarios pidiendo la entrega a los tribunales de los archivos de la Iglesia sobre los abusos a menores. Renaat Landuyt, diputado del Partido Socialista flamenco, va m¨¢s all¨¢. Cree que el Parlamento deber¨ªa formar una comisi¨®n parlamentaria propia "que escuche a las v¨ªctimas e investigue lo ocurrido en el ¨²ltimo medio siglo en B¨¦lgica entre la sociedad y la Iglesia".
La propuesta de formar dicha comisi¨®n fue discutida durante una reuni¨®n de urgencia del Congreso, celebrada el pasado viernes en Bruselas, y Landuyt sostiene que solo as¨ª podr¨¢n evitarse episodios similares en el futuro.
"No es la Iglesia la que debe ocuparse de investigar, sino nosotros, los ciudadanos. El abuso era com¨²n a todos los centros del pa¨ªs y se ha convertido en un asunto nacional. En una dolorosa pregunta para la sociedad belga, que nunca tom¨® en serio la idea misma de estas agresiones", asegura con laconismo.
"La ¨²nica explicaci¨®n que encuentro a lo ocurrido es el gran respeto sentido hacia la Iglesia. Nadie pod¨ªa creer a los ni?os cuando contaban lo que les pasaba. Parec¨ªa imposible y los adultos no miraron. Ahora, por fin, para las v¨ªctimas, es una liberaci¨®n cuando un obispo como el de Brujas tiene que retirarse", a?ade Harpigny. De llevarse al Parlamento, podr¨ªa proponerse una modificaci¨®n legislativa que suprimiera la prescripci¨®n de los delitos. La responsabilidad sobre muchos de los abusos se ha extinguido porque sucedieron hace d¨¦cadas, y eso desespera a los que han tenido el valor de contarlo cuando rozan casi la vejez.
"La Iglesia dice que tiene que escuchar y necesita tiempo. Es una forma de pol¨ªtica internacional para no compensar a los afectados. En este asunto, hay dos tipos de reacci¨®n. Unos quieren garantizar que los tribunales act¨²en con libertad y sin interferencias para que los sumarios vayan a la justicia penal. Otros desean proteger a la Iglesia", dice el diputado Landuyt. Flamenco de origen, la zona en la que se han producido la mayor¨ªa de los abusos, sostiene que la gran comisi¨®n que apoya ser¨ªa "un paso hacia una sociedad mejor".
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