Un c¨®mic del Renacimiento
Investigadores del IAPH desvelan a sus compa?eros los secretos de Campa?a
Un hombre de barba blanca y pa?uelo blanco en la cabeza observa fijamente a una docena de personas. ?stos no le ven de primeras, as¨ª que siguen el dedo ¨ªndice del gu¨ªa hasta dar con ¨¦l. Oculto detr¨¢s de San Jos¨¦, es el ¨²nico que mira al frente en una tabla conocida como Los desposorios de la Virgen. Y no es un cualquiera, es el autor de la obra, Pedro de Campa?a (1503-1580), el pintor belga m¨¢s trascendente del Renacimiento en Andaluc¨ªa.
Ante la revelaci¨®n, el grupo de curiosos se sorprende, se pregunta qu¨¦ hace ah¨ª. El autorretrato es un recurso habitual de los pintores flamencos, pero hasta ahora la presencia de Campa?a era un secreto oculto por el ennegrecimiento de la pintura.
Una salamanquesa pintada simboliza la envidia de otros artistas
Un historiador ha identificado un autorretrato del autor en el retablo
Lo dice un gu¨ªa que sabe. Gabriel Ferreras, historiador del Instituto Andaluz de Patrimonio Hist¨®rico (IAPH), que ha comparado el rostro con el ¨²nico retrato que existe del pintor en un libro de Pedro Pacheco. El grupo de aparentes turistas al que se lo cuenta, est¨¢ en realidad formado por trabajadores de la instituci¨®n cultural. Para algunos, como el abogado Luis Morales, admirador del pintor renacentista, se trata de quitarle el miedo al arte. "Hay que tom¨¢rselo como si fuese un c¨®mic, tabla por tabla, es muy entretenido, como si fuese Mortadelo y Filem¨®n".
El IAPH ha rehabilitado la obra principal de la parroquia de Santa Ana, la iglesia m¨¢s antigua de Sevilla, y lo ha expuesto por partes en el Museo de Bellas Artes de la capital. Durante una hora, la plantilla del instituto permanece callada. Y ante la oportunidad, visitantes an¨®nimos se acercan para escuchar a Ferreras, un did¨¢ctico experto que lleva 20 a?os en el instituto. "?Por qu¨¦ est¨¢n pintadas las tablas a dos alturas?", pregunta Morales. El historiador le responde sin dudar: "F¨ªjate, se repite en todas, es caracter¨ªstico de los flamencos, buscaban crear perspectiva".
Desde hace a?os, el IAPH organiza visitas a museos para que sus 100 empleados conozcan los proyectos en los que se embarca. El ¨²ltimo: la obra de Pieter de Kempeneer, conocido como Pedro de Campa?a. "Es un lujo poder ver el trabajo de m¨¢s renombre de nuestros compa?eros", opina Jos¨¦ Luis Zafra, un inform¨¢tico, que apenas lleva un a?o en el instituto. "No hace falta ser fil¨®sofo para que me interese, pero esto es una suerte".
A Alfonso Cruz, el otro abogado del grupo, la muestra le resulta estimulante. "Hace a?os, cuando visit¨¦ Holanda, me cautivaron los primitivos flamencos, as¨ª que esto es una oportunidad, m¨¢s con todo lo que sabe Gabriel". Y es que el risue?o Gabriel Ferreras se para con detenimiento en cada obra, sin darse cuenta de que el museo cierra. Las relata al detalle: que si San Ana se cas¨® tres veces, que si Mar¨ªa ten¨ªa 14 a?os cuando se cas¨® con San Jos¨¦, que si Campa?a pint¨® en una tabla una salamanquesa porque simbolizaba la envidia que le ten¨ªan el resto de pintores, que si Alfonso X El Sabio levant¨® la parroquia porque le prometi¨® a la Virgen que si le curaba la vista, le constru¨ªa una iglesia a su madre... Y los trabajadores del IAPH sin habla.
En el proyecto ha primado la contemplaci¨®n de las obras. As¨ª se lo explica Roc¨ªo Magdaleno, coordinadora del proyecto de restauraci¨®n que tambi¨¦n ejerce de gu¨ªa, junto a Ferreras y la historiadora Eva Villanueva. Por eso, las 15 pinturas y las esculturas del conjunto est¨¢n expuestas por separado. As¨ª continuar¨¢n hasta que el 17 de octubre vuelvan a montar el retablo en Santa Ana. Entonces ya no se podr¨¢ contemplar otro de los hallazgos de una restauraci¨®n que dur¨® 18 meses: la aparici¨®n, detr¨¢s de los cuadros, de las firmas de algunos de los pintores que, como Ant¨®n P¨¦rez, ayudaron al artista belga. Una novedad que cuenta con su panel en la exposici¨®n y que confirma que Campa?a dej¨® la obra inacabada, porque se march¨® en 1563, dos a?os antes de que se terminase. "Sevilla est¨¢ en todas partes", ahonda Ferreras a las puertas del museo. "En Brasil he visto una Macarena y en Cuba, un Cristo del Gran Poder".
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