Candidatos, encuestas y brujos
Es perverso utilizar encuestas para elegir un candidato, porque la pol¨ªtica no puede reducirse a una ciencia. Por otra parte, dejar las decisiones pol¨ªticas en manos de los soci¨®logos no es muy democr¨¢tico
Cuando pienso en la relaci¨®n de los soci¨®logos electorales con los pol¨ªticos siempre me acuerdo de un chiste que cuentan los antrop¨®logos sobre un poblado de indios hopi en el desierto de Arizona, situado cerca de un observatorio meteorol¨®gico. Tras una larga sequ¨ªa los indios comenzaron a presionar al nuevo brujo de la tribu para que hiciera la danza de la lluvia. El brujo, que no deb¨ªa tenerlas todas consigo respecto a sus poderes, trat¨® de retrasar la ceremonia todo lo que pudo para ver si llov¨ªa sin necesidad de la misma. Finalmente, la presi¨®n de la tribu termin¨® en amenazas muy serias. Acorralado, el brujo organiz¨® la ceremonia, y despu¨¦s de que la tribu bailara hasta muy entrada la noche, les dijo a los indios que antes de dormir sacaran todas sus vasijas para recoger el agua. Casi al amanecer, el brujo, vestido de occidental, se escap¨® del poblado. Pero antes de huir definitivamente, se acerc¨® hasta el observatorio meteorol¨®gico y all¨ª vio a un hombre con una bata blanca, se acerc¨® a ¨¦l y le pregunt¨®: "?Usted me podr¨ªa decir si hoy va a llover?". El hombre le contest¨® sin la menor duda: "S¨ª". El brujo, lleno de curiosidad y de esperanza, le pregunt¨® al cient¨ªfico: "?Y c¨®mo lo sabe con tanta seguridad?", a lo que el cient¨ªfico contest¨®: "Porque los indios del poblado de ah¨ª abajo han sacado las vasijas para recoger el agua de la lluvia".
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si apareciese una encuesta favorable a G¨®mez; pedir a Jim¨¦nez que se retire?
Estas primarias atraen la atenci¨®n, pues no se quita la vista del fun¨¢mbulo cuando no hay red
Responder a la pregunta de qui¨¦n es el mejor candidato con el resultado de una encuesta tiene cierta similitud con la respuesta del se?or de la bata blanca al brujo. Al elegir al candidato exclusivamente a partir de la encuesta se produce una tautolog¨ªa: el mejor candidato es el que seg¨²n la encuesta tiene m¨¢s posibilidades de ganar. Sin embargo, es posible que uno piense que el mejor candidato, coincida o no con el de la encuesta, es el que tiene m¨¢s competencia a la hora de resolver problemas, el que demuestra mayor coraje moral frente a la injusticia, el que tiene mejor proyecto o cualquier otra cualidad que uno crea que es valiosa para gobernar, y que de ser conocida ser¨¢ tambi¨¦n reconocida por los votantes como algo valioso.
Si en el a?o 2000 los socialistas hubi¨¦ramos seguido el m¨¦todo de preguntar en una encuesta qui¨¦n era el mejor candidato, lo m¨¢s seguro es que nos hubi¨¦ramos perdido el liderazgo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Claro que un soci¨®logo honesto advertir¨ªa a sus clientes de que sus conclusiones est¨¢n mediadas por la cl¨¢usula c?teris paribus, es decir, que sus conclusiones valen si todo permanece igual. Pero las cosas no suelen permanecer iguales, y menos en pol¨ªtica.
Las cosas cambian como consecuencia de nuestras acciones, y frecuentemente lo hacen en un sentido distinto del que esperamos. Por ejemplo, quienes esperaban que la publicaci¨®n de una encuesta del PSOE convenciera a los militantes del PSOE, y a todo el mundo, de que Tom¨¢s G¨®mez era poco conocido, no imaginaban, ni por supuesto deseaban, que un efecto secundario de la publicaci¨®n de la encuesta fuera que creciera abrumadoramente el grado de conocimiento p¨²blico de Tom¨¢s G¨®mez. Eso es un buen ejemplo de un efecto perverso de su acci¨®n y no es el ¨²nico.
Algunos adversarios de Tom¨¢s G¨®mez, en una estrategia bastante reprobable, se han empleado a fondo en (des)calificarlo como el candidato que prefiere la derecha. Ocurre, sin embargo, que la encuesta de marras se convierte en un problema para sostener ese argumento. Seg¨²n dicha encuesta, preguntados los votantes del PP que si tuvieran que optar entre Tom¨¢s G¨®mez y Trinidad Jim¨¦nez a qui¨¦n elegir¨ªan de los dos, el 52% de los votantes del PP mostraron sus preferencias por Trinidad Jim¨¦nez y el 17% por Tom¨¢s G¨®mez. No s¨¦ qu¨¦ conclusiones sacar¨¢ el amable lector, pero a la vista de los resultados yo concluir¨ªa que muy probablemente solo contestaban la verdad el 25% de los votantes de la derecha, que dec¨ªan que no votar¨ªan a ninguno de los dos. En este caso la encuesta plantea un supuesto verdaderamente irreal para los votantes del PP. A una pregunta imposible, una respuesta inservible.
Sostener a partir de los resultados de esa encuesta que uno de los candidatos sacar¨ªa 13 puntos de ventaja no tiene el menor rigor cient¨ªfico y, adem¨¢s, es un verdadero desprop¨®sito. Para hacerse una idea de lo que aportan los candidatos a los resultados electorales, basta con comparar los que obtuvieron el 25 de mayo de 2003 Rafael Simancas y Trinidad Jim¨¦nez en el municipio de Madrid. Simancas obtuvo 641.000 votos como candidato a la Comunidad y Jim¨¦nez, 625.000 como candidata al Ayuntamiento, una diferencia de dos puntos porcentuales. Seguramente esos dos puntos eran debidos m¨¢s a la ventaja que le sac¨® Gallard¨®n a la entonces todav¨ªa no lideresa Aguirre que a una diferencia entre los liderazgos de Jim¨¦nez y Simancas. Cuando en 1999, probablemente inspirado por una encuesta similar, el PSOE present¨® a Cristina Almeida, sac¨® 504.000 votos en el municipio de Madrid y Fernando Mor¨¢n, que gan¨® unas primarias, sac¨® 534.000, otra vez dos puntos porcentuales. En el 2007, la diferencia entre Simancas y Sebasti¨¢n fue de 6.000 votos, medio punto porcentual a favor del primero. En el mundo real que un liderazgo, a palo seco, sume dos puntos a las siglas es una proeza. Sin embargo, hay quienes estiman a partir de una encuesta hasta 13 puntos a favor de uno de los candidatos y se quedan tan tranquilos. No pudo imaginar el infante Don Juan Manuel cuando escribi¨® el cuento del traje invisible que unos siglos m¨¢s tarde los tejer¨ªan con encuestas.
Otra consecuencia perversa del argumento de la encuesta como criterio determinante de la elecci¨®n del candidato es lo que ocurrir¨ªa si apareciera una encuesta favorable a G¨®mez. ?Qu¨¦ deber¨ªan hacer los partidarios de Trinidad Jim¨¦nez para mantener su coherencia? ?Le pedir¨¢n que se retire, como se lo pidieron a Tom¨¢s G¨®mez cuando las encuestas le eran desfavorables a ¨¦l? ?O descubrir¨¢n entonces la esencia de la pol¨ªtica? O quiz¨¢ ya han comprendido por qu¨¦ estas primarias atraen la atenci¨®n de todos, pues nadie es capaz de quitar la vista del fun¨¢mbulo cuando no hay red.
La pol¨ªtica no puede reducirse a una ciencia, sea esta la econom¨ªa, la sociolog¨ªa o la que sea. La pol¨ªtica tiene que responder a problemas que no tienen una soluci¨®n cient¨ªfica. Hay personas cultas que est¨¢n convencidas de que si reuni¨¦ramos a los 100 mejores economistas del pa¨ªs, o del mundo, tendr¨ªamos una soluci¨®n para la crisis econ¨®mica. Cuando, en realidad, todo el mundo sabe que tendr¨ªamos m¨¢s de 100 opiniones sobre lo que hay que hacer, pero no una ¨²nica soluci¨®n a la crisis. Con los soci¨®logos pasa lo mismo, dejar las decisiones pol¨ªticas en manos de los soci¨®logos no es muy democr¨¢tico, pero es que adem¨¢s yo no se lo recomendar¨ªa a nadie, y conste que soy soci¨®logo.
La pol¨ªtica tiene que ver con aquellas decisiones cuyas consecuencias son incalculables, para las que no hay una respuesta verdadera, sino un acuerdo razonado y respaldado por una mayor¨ªa. Hay quienes creen que basta con poder contratar a las mejores agencias de marketing electoral para ganar unas elecciones, que hay un m¨¦todo cient¨ªfico para elegir a los candidatos y hacer los programas. Nada de eso es verdad. Una decisi¨®n pol¨ªtica se parece m¨¢s a la apuesta de un emprendedor que a un c¨¢lculo matem¨¢tico. Ning¨²n soci¨®logo asumir¨ªa, por hacer la estimaci¨®n de un resultado electoral, la misma responsabilidad que asume un arquitecto por la estabilidad de un edificio. No habr¨¢ nadie a quien protestar si elegimos al candidato que dice la encuesta y luego no gana. No hay ni una p¨®liza de seguro, ni una empresa que se responsabilice de los perjuicios, son los militantes los que tendr¨¢n que pechar con las consecuencias.
Por eso, lo mejor que podemos aconsejar a quienes han de elegir es que voten a quien en conciencia consideren que mejor los representa a ellos y a su causa, y no a quien diga un brujo disfrazado con la bata blanca de un soci¨®logo. Algo tendr¨¢n los sondeos que, en nuestro pa¨ªs, el legislador prohibi¨® publicarlos desde unos d¨ªas antes de las elecciones. La encuesta que se hizo p¨²blica en agosto presentaba un mapa de la opini¨®n antes de la deliberaci¨®n, pero la democracia no consiste solo en votar, sino en hacerlo despu¨¦s de haber deliberado con libertad. En eso estamos los socialistas, pues en el PSOE de Zapatero solo vence quien convence.
Jos¨¦ Andr¨¦s Torres Mora es profesor de Sociolog¨ªa y diputado socialista.
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