Las v¨ªctimas llegar¨¢n hasta el final para destapar los abusos del clero
El abogado de una treintena de agredidos en B¨¦lgica plantea demandar al Vaticano - Un hombre dice que su acosador trabaja ahora con discapacitados
Ten¨ªa 14 a?os y un cura abus¨® de m¨ª. As¨ª titula Jo?l Devillet, antiguo seminarista y enfermero, el libro que ha escrito contando su tremenda experiencia en el seno de la Iglesia cat¨®lica belga . Ahora tiene 37 a?os y se ha convertido, desde Bruselas, en el enlace de las v¨ªctimas franc¨®fonas que sufrieron asaltos similares durante las ¨²ltimas d¨¦cadas. Atado todav¨ªa a un proceso judicial que sufre continuos retrasos, no piensa descansar hasta ver castigado a su agresor. Su firmeza actual, despu¨¦s de a?os de silencio y verg¨¹enza, es compartida por otros compatriotas que sufrieron agresiones similares.
"Antes ten¨ªan miedo de la autoridad de la Iglesia, pero las v¨ªctimas son ahora m¨¢s visibles y combativas que nunca. Saben que se ha intentado ocultar lo ocurrido y manipular los expedientes acusatorios, y les une un sentimiento solidario", dice Walter van Steenbrugge, abogado de una treintena de afectados. Entre sus clientes figura el sobrino de Roger Vangheluwe, ex obispo de Brujas que se vio obligado a renunciar a su cargo el pasado abril despu¨¦s de admitir los abusos. Despu¨¦s de aquello, todo se precipit¨® hasta que el pasado 10 de septiembre se dio a conocer un informe que hablaba de agresiones masivas y continuadas en toda B¨¦lgica.
"Quise hacerme sacerdote pero ya no creo en nada", dice Jo?l Devillet
Para los afectados prima la exigencia de castigo de los culpables
Los relatos de la v¨ªctima y el letrado corren paralelos en un momento clave para el futuro del catolicismo en el pa¨ªs . As¨ª, mientras Jo?l Devillet admite que su vida sigue cautiva de las apelaciones interpuestas por la curia a todas sus demandas, Van Steenbrugge describe con extrema dureza la situaci¨®n. "El esc¨¢ndalo de los abusos es el 11-S de la Iglesia. Los obispos no admiten su culpa porque el dinero de posibles indemnizaciones les parece m¨¢s importante que las v¨ªctimas. Una actitud lamentable, viniendo de una Iglesia donde Cristo ech¨® a los mercaderes del templo", afirma.
Devillet admite que sigue luchando por salir adelante, y sin embargo, su experiencia eclesi¨¢stica no pudo empezar mejor. Cuando ten¨ªa ocho a?os, conoci¨® a un sacerdote honrado y amable que le ayud¨® a sobrellevar las estrecheces de su familia. El abuso comenz¨® despu¨¦s, cuando ese primer cura se jubil¨® y lleg¨® otro, de 27 a?os. "Mi padre se qued¨® inv¨¢lido tras un accidente de coche y mi madre se ocupaba de una familia numerosa. Tengo otros tres hermanos y una hermana. Yo frecuentaba la parroquia para no ser una carga en casa. Hac¨ªa los recados del primer cura y otras peque?as labores. El nuevo p¨¢rroco lo cambi¨® todo. Abus¨® sexualmente de m¨ª aprovechando mi desvalimiento", asegura con voz templada.
En 1996 empez¨® su peregrinaje por la v¨ªa eclesi¨¢stica. En 2001, su caso entr¨® tambi¨¦n en la v¨ªa judicial ordinaria. Sin ¨¦xito en ninguna de las dos instancias, por ahora. "Me prometieron que me ayudar¨ªan a entrar en el seminario si no denunciaba al sacerdote, pero me abandonaron de todos modos. No pude pagar al psic¨®logo y tampoco me apoyaron en la b¨²squeda de empleo. Nunca hab¨ªa salido al mercado laboral y me dejaron caer. Siempre quise hacerme cura, pero ya no creo en nada. Nunca me he casado por temor a que mi esposa pensara que yo podr¨ªa abusar de mis hijos. Es una idea que me paraliza. Aunque lo m¨¢s duro de todo es que mi agresor sigue en activo. Trabaja en un centro para discapacitados".
El abogado Van Steenbrugge lamenta que los delitos de abusos prescriban en la legislaci¨®n belga, pero piensa agotar todas las instancias legales con sus casos. "No nos pararemos ante el Supremo si no obtenemos respuesta. Tenemos pruebas de que se ha ocultado el nombre de sacerdotes que abusaron de ni?os. Es la omerta [ley del silencio siciliana para proteger a otros culpables] contra el menor. Si es preciso, mis clientes est¨¢n dispuestos a demandar al Vaticano por lo civil, que es la ruta de las reparaciones morales".
Hasta la fecha, entre las v¨ªctimas belgas prima la exigencia del castigo de los culpables, aunque no excluyen alguna forma de indemnizaci¨®n. "Lo esencial es detener los abusos, porque es posible que sigan produci¨¦ndose en estos momentos", advierte Devillet.
Para el abogado, evitar que el drama se repita requerir¨¢ un esfuerzo social. "B¨¦lgica es cat¨®lica, y la comunidad flamenca todav¨ªa m¨¢s. Estamos muy influidos por el poder de la Iglesia. Tambi¨¦n es una manera de diferenciarse de la vecina del norte, Holanda. Espero que si algo bueno sale de todo esto, sea que perdamos el miedo y haya m¨¢s libertad", apunta, de camino a Amberes y luego a Lovaina y Gante.
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