Populares en Valencia

Con la imputaci¨®n del presidente de la Diputaci¨®n de Alicante, Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, en relaci¨®n con una trama relacionada con adjudicaciones del servicio de basuras, son ya 25 los cargos p¨²blicos del PP valenciano imputados por asuntos cuyo com¨²n denominador es la utilizaci¨®n del poder pol¨ªtico para fines privados. Entre los 25 est¨¢n el presidente de la Generalitat Valenciana y los de las diputaciones de Castell¨®n y Alicante. Este ¨²ltimo, por chanchullos en combinaci¨®n con un empresario inmobiliario y presidente del H¨¦rcules, investigado por la presunta compra de partidos. De f¨²tbol.

Esta acumulaci¨®n guarda seguramente relaci¨®n con la especial conexi¨®n entre poder local y gesti¨®n urban¨ªstica propia de las zonas con fuerte desarrollo tur¨ªstico. Est¨¢ por estudiar el efecto que sobre esa conexi¨®n pueda estar teniendo la crisis de la construcci¨®n residencial. Pero es seguro que el gran poder de decisi¨®n de las instituciones locales y la debilidad de los mecanismos de control sobre la contrataci¨®n tienen mucho que ver.

Tambi¨¦n tiene que ver con ese resultado la actitud del PP ante la corrupci¨®n. La del PP valenciano y la de la direcci¨®n nacional, que se ampara en el principio de presunci¨®n de inocencia para no tomar, mientras prosigue el procedimiento jur¨ªdico, medida interna alguna ante las evidencias que se desprenden de las grabaciones y documentaci¨®n conocidas.

Rajoy evita siempre que puede fotografiarse con Camps, pero se abstiene de desautorizar su autoproclamaci¨®n como candidato para 2011. El argumento impl¨ªcito es que las encuestas avanzan lo que las urnas confirmar¨¢n: que el electorado le absuelve. En los a?os noventa los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n tuvieron un indudable efecto electoral, aunque algunos estudios revelan que, m¨¢s que los esc¨¢ndalos mismos, lo que castigaba el electorado era la ausencia de reacci¨®n de los partidos frente a ellos. Ahora los sondeos no detectan nada de eso, pero es posible que el efecto se manifieste a la hora del voto real en forma de abstenci¨®n.

En todo caso, es evidente que el PP no podr¨ªa esgrimir hoy la bandera de la incorruptibilidad que present¨® a las elecciones que le llevaron a La Moncloa en 1996. G¨¹rtel ha germinado en las estructuras del partido en las dos grandes comunidades que gobierna; pero adem¨¢s, no se percibe en su direcci¨®n ni un gramo de indignaci¨®n por ello. Solo disimulo.