Encuestas embrujadas
El cese de la presidenta del Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas (CIS), malamente disfrazado de decisi¨®n por mutuo acuerdo entre las partes, ejemplifica las dificultades de convivencia entre los profesionales del poder y los expertos a sus ¨®rdenes. No hay el menor indicio de que la destituci¨®n de Bel¨¦n Barreiro a iniciativa de Mar¨ªa Teresa Fern¨¢ndez de la Vega haya sido debida a lo que en la empresa privada se denomina causa justificada (absentismo en el trabajo, falta de competencia o graves incumplimientos de sus deberes). La retirada de la confianza del superior como ¨²nica explicaci¨®n del cese se remite a un desencuentro carente de transparencia que acarrea para el subordinado no solo la p¨¦rdida del puesto de trabajo en el Estado sino tambi¨¦n una mancha sobre su curr¨ªculum de experto en la sociedad civil.
El abrupto cese de la presidenta del CIS habla a favor de su designaci¨®n por el Parlamento
La dedicaci¨®n sin soluci¨®n de continuidad a la actividad pol¨ªtica, sea en el Gobierno o en la oposici¨®n, lo mismo para un zurcido que para un fregado, hace olvidar a los profesionales del poder los saberes pr¨¢cticos aprendidos fuera de las murallas del Estado, transform¨¢ndoles en especialistas de la generalidad supuestamente capacitados para opinar sobre lo divino o lo humano y para imponer su criterio por encima de los dict¨¢menes t¨¦cnicos. Cualquier cr¨ªtica a sus decisiones ser¨¢ vivida como una ofensa personal o como una conjura desestabilizadora sancionable con el cese del subordinado, a menos que una autoridad situada m¨¢s arriba impida esa arbitraria decisi¨®n.
El art¨ªculo 103 de la Constituci¨®n establece que el acceso a la funci¨®n p¨²blica depende de los principios de m¨¦rito y capacidad; las leyes fijan los derechos de los funcionarios y las garant¨ªas para asegurar su imparcialidad. Pero los altos cargos de la Administraci¨®n habitan un mundo diferente: si su nombramiento es de libre designaci¨®n, su sustituci¨®n obedece a la misma l¨®gica de la voluntad incondicionada de su superior, salvo aquellos casos excepcionales en que -como los nombramientos de origen parlamentario- la remoci¨®n solo puede producirse por estrictas causas tasadas.
El CIS es un organismo aut¨®nomo adscrito a la Presidencia del Gobierno con el rango administrativo de la Direcci¨®n General de un Ministerio. La ley 39/1995 adopt¨® medidas para garantizar la plena transparencia de sus trabajos cient¨ªficos y reforzar su vinculaci¨®n a las Cortes Generales. El titular de la presidencia del centro es nombrado y separado por acuerdo del Consejo de Ministros a propuesta del Ministerio de la Presidencia. Sin embargo, la singularidad de las actividades del CIS, en especial de sus prestigiadas encuestas sobre intenci¨®n de voto y valoraci¨®n de partidos y de l¨ªderes, justificar¨ªa la cautela de que la designaci¨®n y la remoci¨®n fuesen responsabilidad del Parlamento. No basta con que el Gobierno sea virtuoso: adem¨¢s debe disipar cualquier apariencia de falta de imparcialidad.
Los sondeos han dejado de ser una mera informaci¨®n orientadora sobre los problemas que preocupan a los ciudadanos para convertirse en un arma al servicio de la competici¨®n electoral entre partidos rivales o de la soluci¨®n de conflictos internos en el seno de las organizaciones (como ha ocurrido con el fracasado intento de disuadir a Tom¨¢s G¨®mez para que retirase su candidatura a la presidencia de la Comunidad madrile?a). Los pol¨ªticos prestan una atenci¨®n obsesiva a los sondeos, atribuy¨¦ndoles la capacidad m¨¢gica de promover su triunfo cuando les son favorables o de causar su derrota si les resultan perjudiciales; de ah¨ª, a forzar el signo de las embrujadas encuestas por cualquier medio (falseando incluso los resultados aut¨¦nticos) solo hay un fraudulento paso.
Philip Pettit, catedr¨¢tico en Princeton, realiz¨® al final de la pasada legislatura un balance de los primeros a?os de Gobierno socialista para comprobar el grado de cumplimiento de la promesa electoral realizadas en 2004 por Zapatero de ajustar su gesti¨®n de poder a los valores del republicanismo c¨ªvico. Uno de los apartados del informe pregunta: "?C¨®mo y con qu¨¦ alcance ha trabajado en la protecci¨®n de los ciudadanos contra el peligro de su propio poder p¨²blico?, ?ha hecho algo este Gobierno para mejorar la estructura por medio de la cual su propia actividad adquiere un perfil de no dominaci¨®n?".
Si esa auditor¨ªa pol¨ªtica se repitiera al concluir la segunda legislatura de Zapatero, Pettit podr¨ªa entonces analizar si el nombramiento y destituci¨®n por el Consejo de Ministros del presidente del CIS (una instituci¨®n altamente relevante para el proceso electoral) ayuda o perjudica los objetivos de la tradici¨®n republicana y c¨ªvica.
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