Sarkozy escoge el deshonor
Gran Breta?a y Francia ten¨ªan que escoger entre la guerra y el deshonor. Optaron por el deshonor y tendr¨¢n la guerra". La famosa denuncia de Winston Churchill de la t¨¢ctica apaciguadora de brit¨¢nicos y franceses antes del estallido de la II Guerra Mundial deber¨ªa ser una advertencia para el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy. Al alentar violentas pasiones contra los inmigrantes para obtener ventajas electorales a corto plazo, primero obtendr¨¢ deshonor y despu¨¦s la derrota. Aunque hoy una mayor¨ªa de los franceses pueda simpatizar con su ret¨®rica antiinmigrantes, no hay garant¨ªas de que esto le garantice la reelecci¨®n en 2012.
No es tanto el desempe?o de Sarkozy como presidente lo que rechaza la mayor¨ªa de los franceses, sino su esencia. En tiempos de creciente paro, con un pa¨ªs dominado por los temores acerca del futuro, los franceses necesitan una figura paternal o maternal que les d¨¦ seguridad, no un gobernante manipulador y cambiante que est¨¢ dispuesto a comprometer la ¨¦tica y la importante tradici¨®n francesa de que todo ciudadano goza de igualdad de derechos ante la ley.
Estigmatizar a los musulmanes y a los gitanos revela la naturaleza oportunista y amoral de Sarkozy
El ex primer ministro Michel Rocard no ahorr¨® palabras a la hora de calificar las recientes propuestas de Sarkozy de quitar la ciudadan¨ªa a personas nacidas en el extranjero condenadas por amenazar la vida de un polic¨ªa, practicar la poligamia o la "circuncisi¨®n" femenina. "Desde el r¨¦gimen de Vichy o la ¨¦poca de los nazis no se ve¨ªan medidas como estas", declar¨®. Por supuesto, es una exageraci¨®n poner a Sarkozy al mismo nivel que el mariscal P¨¦tain, pero muchos franceses comparten las inquietudes de Rocard.
Incluso entre los conservadores tradicionales hay un dejo de disgusto ¨¦tico hacia Sarkozy. ?Pueden los franceses realmente violar sus valores hasta tal punto? ?Ser¨¢ la reintroducci¨®n de la pena de muerte el pr¨®ximo paso en esta espiral populista?
Por supuesto, dos a?os es mucho tiempo cuando se trata de pol¨ªtica y ser¨ªa imprudente hacer predicciones sobre las presidenciales de 2012. Sin embargo, hoy pocos analistas apostar¨ªan por la reelecci¨®n de Sarkozy. Demostr¨® ser un gran candidato en 2007, pero es verdad que compet¨ªa con una rival socialista especialmente d¨¦bil, S¨¦gol¨¨ne Royal. Es poco probable que en 2012 un Partido Socialista hambriento de poder cometa otra vez suicidio electoral nominando una figura inelegible.
?Podr¨ªa la Francia de hoy ser como aquella de 1980, a las puertas de la primera victoria de la izquierda desde la fundaci¨®n de la V Rep¨²blica? ?Ser¨¢ Dominique de Villepin para Sarkozy lo que Chirac fue para Giscard d'Estaing en 1981? Cabe recordar que Chirac garantiz¨® la derrota de Giscard d'Estaing al dividir a la derecha tan agudamente que hizo imposible que se volviera a unir tras las filas de Giscard en su confrontaci¨®n en la segunda vuelta contra Fran?ois Mitterrand.
Tras esas especulaciones yacen importantes preguntas sobre la sociedad francesa y sus instituciones de gobierno. Quiz¨¢s m¨¢s que la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, Francia afronta graves problemas de violencia y seguridad internas relacionados con los fracasos de las pol¨ªticas de inmigraci¨®n anteriores, que han hecho que los sue?os de los a?os sesenta se hayan convertido en las pesadillas de hoy. La innegable escalada de la violencia en demasiados suburbios y el surgimiento de Caracortadas locales que viven sin reglas en un brutal mundo de fantas¨ªa reflejan un Estado que ha perdido el rumbo.
No obstante, una respuesta puramente represiva no reparar¨¢ el da?o infligido por a?os de abandono y malas pol¨ªticas. Demasiado Estado no es la respuesta a un Estado que ha fallado en el nivel local. Se necesita tiempo para que las buenas pol¨ªticas de educaci¨®n e integraci¨®n tengan ¨¦xito, por lo que no dar¨¢n resultados antes de las pr¨®ximas elecciones. Estigmatizar a los inmigrantes, particularmente a los musulmanes, o destruir los asentamientos gitanos es una tarea mucho m¨¢s sencilla, aunque revele la naturaleza verdaderamente oportunista y amoral de Sarkozy.
Durante cerca de 60 a?os el sufragio universal ha hecho de los sucesivos presidentes franceses los equivalentes modernos a unos monarcas electos, que han concentrado en sus manos m¨¢s poder que sus contrapartes de cualquier pa¨ªs democr¨¢tico. Parad¨®jicamente, la reducci¨®n de Chirac del periodo presidencial de siete a cinco a?os ha producido una concentraci¨®n a¨²n mayor del poder presidencial. El problema con esta presidencia omnipotente es que las cualidades para ser elegido no son necesariamente las que se requieren para dominar el arte de gobernar, con su combinaci¨®n de distancia, paciencia, serenidad y modestia, adem¨¢s de energ¨ªa e iniciativa.
La presidencia francesa combina tanto los s¨ªmbolos como las realidades del poder, el equivalente al mismo tiempo de la reina de Inglaterra y el primer ministro brit¨¢nico. Sin embargo, un puesto creado para un gigantesco Charles de Gaulle puede sencillamente ser demasiado grande para una sola persona. De hecho, bien podr¨ªa ser que los fracasos de los presidentes franceses recientes apunten a un problema estructural de la Constituci¨®n francesa y no solo a las insuficiencias de sus distintos titulares.
Dominique Moisi es autor de The Geopolitics of Emotion (La geopol¨ªtica de la emoci¨®n). ? Project Syndicate, 2010. Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.