Un mosaico extraordinario de historias y versos
Sergio Chejfec
(Buenos Aires, 1956)
Le¨ª Mis dos mundos (2009) como se lee un manual de indicios. Aunque este manual no existe, entre otras cosas porque ning¨²n manual existe para registrar atisbos, incertidumbres, sospechas. Mis dos mundos es un libro de viajes, aunque mejor ser¨ªa llamarlo un libro de miradas sobre lo observado y sobre lo que nos observa, que tambi¨¦n. En alg¨²n sitio Sergio Chejfec dijo que cuando escribe una novela se pone en el lugar del que ve a otro escribiendo. ?Despersonalizaci¨®n, desdoblamiento del autor? No creo. Me inclino por la desdramatizaci¨®n del hecho literario. O contra la contaminaci¨®n de la falsa solidaridad del que escribe con lo que describe. A cambio, como sucede en su Baroni: un viaje (2007), se obtiene una verdad. Una visi¨®n del mundo, del nuestro y del que sospechamos, ¨²nica e irrepetible. J.E.A.-D
Ricardo Piglia
(Adrogu¨¦, 1940)
Nunca hab¨ªa pensado en escribir hasta que, a los 16 a?os, empez¨® a llevar un diario. Desde ese momento, no se detuvo. En 1967 public¨® La invasi¨®n, 10 cuentos que conten¨ªan temas -el peronismo, la historia argentina ficcionada- y personajes -Emilio Renzi, un periodista que aspira a escribir ficci¨®n- que volver¨ªan a aparecer en toda su obra. Autor de relatos (Nombre falso), ensayos (El ¨²ltimo lector) y novelas (Prisi¨®n perpetua), fue Respiraci¨®n artificial, de 1983, el libro que lo transform¨® en un cl¨¢sico. Este a?o public¨® Blanco nocturno, una novela esperad¨ªsima ya que hab¨ªan transcurrido 13 a?os desde la anterior, Plata quemada. Es profesor de Literatura en Princeton y lleva a?os asegurando que publicar¨¢ aquel diario que empez¨® a escribir a los 16, que ya tiene car¨¢cter de mito. Leila Guerriero
Alan Pauls
(Buenos Aires, 1959)
Probablemente una de las razones que sustentan el prestigio de la obra de Alan Pauls (y quiz¨¢ tambi¨¦n alguna que otra incomprensi¨®n cr¨ªtica) es la naturaleza ambigua, equ¨ªvoca de su escritura. Obs¨¦rvese en sus dos ¨²ltimas novelas: Historia del llanto (2007) e Historia del pelo (2010), incluso si quieren El pasado, con la que gan¨® el Herralde en 2003. Unas veces, la densidad de esta escritura, sus recovecos, parecen no casar con la materia narrada. Otras la escritura parece notarial. Pues bien, en este desajuste, en esta tensi¨®n entre la escasez y la abundancia, estriba precisamente su funci¨®n reveladora. Esta iron¨ªa, esta "gordura" del estilo, como le llam¨® un cr¨ªtico, o su perfil austeramente documental sirven para encontrar en los pliegues de la realidad los s¨ªntomas m¨¢s inquietantes del presente, de la memoria y de las nimiedades de la vida. J.E.A.-D
Juan Jos¨¦ Saer
(Santa Fe, 1937-Par¨ªs, 2005)
Habr¨ªa que leer o releer su novela El entenado para comprender el alcance de su propuesta narrativa. O las posibilidades que tiene la historia (y la ficci¨®n) para redefinir la novela hist¨®rica e investigar las infinitas posibilidades del lenguaje literario: desde la descripci¨®n objetivista hasta el estilo de un antrop¨®logo. Este es un logro. Otro no menor es armar historias que parecen una cosa y son otra. Mal asunto para los clasificadores. Ocurre con Glosa (1986): una historia que alguien apresuradamente podr¨ªa confundir con una novela de denuncia. En Juan Jos¨¦ Saer no se repelen el rigor formal con la pulsi¨®n po¨¦tica del mundo, que dec¨ªa ¨¦l mismo en El arte de narrar (1997). Saer confi¨® en el lenguaje como recipiente de la realidad y como su refugio. En ning¨²n sitio como en el lenguaje, la realidad es m¨¢s verdadera y necesaria. J. Ernesto Ayala-Dip
Mirta Rosenberg
(Rosario, 1951)
"La pasi¨®n m¨¢s fuerte / de mi vida / ha sido el miedo. // Creo en la palabra / (dilo) / y tiemblo". Con este poema de 1984 se abr¨ªa Pasajes, el primer libro de Mirta Rosenberg, una de las voces m¨¢s personales de la generaci¨®n de los a?os ochenta. Poeta y traductora, ha publicado otros tres vol¨²menes, reunidos en El ¨¢rbol de palabras (Bajo la Luna, 2006), que incluy¨® tambi¨¦n versos in¨¦ditos y traducciones. Es uno de los miembros fundadores del prestigioso Diario de Poes¨ªa, peri¨®dico trimestral nacido en 1986, cuyo consejo de direcci¨®n integra hasta hoy. Lo autobiogr¨¢fico y un cuidado sentido del ritmo se?alan su obra. "O¨ªr la sintaxis, darle vueltas como quien examina facetas de un cristal" la distinguen, ha escrito la poeta espa?ola Olvido Garc¨ªa Vald¨¦s. R. G.
Juana Bignozzi
(Buenos Aires, 1937)
Cuando volvi¨® a la Argentina en 2004, Juana Bignozzi lleg¨® con tres d¨¦cadas de vida espa?ola embalada en 156 cajas y la ferocidad intacta: cada vez que opina, genera un tembladeral en el mundillo literario comparable s¨®lo a los que prodigaba Fogwill. Poeta imprescindible -juicio que confirma Si alguien tiene que ser despu¨¦s (Adriana Hidalgo, a mediados de octubre en Espa?a), su d¨¦cimo libro-, esta ex militante comunista fue la ¨²nica mujer que integr¨® en los sesenta El Pan Duro, grupo fundado por Juan Gelman. L¨²cida, filosa, enemiga de la nostalgia y de hacer poes¨ªa "con sentimientos comunes", postula: "Ya nada puede exigirme silencio / ni pedirme pulcritud en la evidencia / he pagado con tiempo y con muerte". La ley tu ley (2000) recuper¨® su obra reunida. Raquel Garz¨®n
Fogwill
(Buenos Aires, 1941-2010)
Se llamaba Rodolfo Enrique, pero firmaba con su apellido. Ten¨ªa una leyenda, que alimentaba, de publicista genial, de cocain¨®mano estafador y, ¨²ltimamente, de mejor escritor argentino. En 1982 escribi¨® su gran novela -Los Pichiciegos, sobre la guerra de Malvinas- en tres d¨ªas y tomando coca¨ªna. Escribi¨® poemas (Partes del todo), ensayos (Los libros de la guerra), novelas (Vivir afuera, En otro orden de cosas). En 2009, Alfaguara compil¨® sus cuentos completos, que est¨¢n entre los mejores de la literatura argentina. No escrib¨ªa m¨¢s de 40 minutos por d¨ªa (dec¨ªa que no hab¨ªa dinero que le pagara una mayor producci¨®n: "Y no voy a hacer una obra maestra porque ya las hice") en una notebook cubierta de polvo, saliva y chocolate. Muri¨® el 21 de agosto pasado, por un problema pulmonar. L. G.
Guillermo Mart¨ªnez
(Bah¨ªa Blanca, 1962)
Su primera novela, Acerca de Roderer (Planeta, 1992), recibi¨® estupendas cr¨ªticas, pero fue otra, de 2003, llamada Cr¨ªmenes imperceptibles, llevada al cine por ?lex de la Iglesia y ganadora del Premio Planeta Argentina, la que le dio a Guillermo Mart¨ªnez la dimensi¨®n que hoy tiene. El autor de La mujer del maestro y La muerte de Luciana B, entre otras obras, es el argentino m¨¢s traducido: sus libros se consiguen en 35 idiomas. Su cuento Infierno grande, de 1988, fue publicado en 2009 por The New Yorker. Suele hacerse hincapi¨¦ en que es doctor en Matem¨¢tica, y ¨¦l suele decir: "En mis novelas la matem¨¢tica aparece de la misma manera que aparece la pesca en Hemingway. Y a nadie se le ocurrir¨ªa pensar que Hemingway escribe como un pescador". L. G.
Pablo de Santis
(Buenos Aires, 1963)
Empez¨® a construir su obra visitando g¨¦neros que se consideran menores: el gui¨®n de c¨®mic, los libros infantiles. No es un autor de libros policiales, pero en sus tramas siempre hay un enigma, aunque la soluci¨®n no sea detectivesca: la novela Filosof¨ªa y letras (1998) gira en torno a la existencia de un escritor fantasma; El cal¨ªgrafo de Voltaire (2002) est¨¢ protagonizada por un cal¨ªgrafo que investiga la ejecuci¨®n de Jean Calas, acusado de haber asesinado a su propio hijo. En 2007, El enigma de Par¨ªs gan¨® el Premio Planeta-Casa de Am¨¦rica, y De Santis dijo que quiz¨¢s lo ¨²nico que hubiera en ¨¦l de detective fuera una mirada desconcertada, y que con los doscientos mil d¨®lares del premio empezar¨ªa por "cambiar el auto, que ya est¨¢ muy viejo". L. G.
Leopoldo Brizuela
(La Plata, 1962)
Puede uno empezar por su libro de cuentos Los que llegamos m¨¢s lejos (2002). Piezas cortas, ejemplos inapelables de efervescente imaginaci¨®n. Pero no s¨®lo eso. Tambi¨¦n detr¨¢s de ese don, una teor¨ªa de la relaci¨®n de la historia de los hombres con la ficci¨®n. Leamos entonces Inglaterra, una f¨¢bula (Premio Clar¨ªn, 1999). Aqu¨ª encontramos una ideam¨¢s exacta de aquella relaci¨®n y de la literatura en general, seg¨²n Brizuela. Siguiendo una ense?anza de John Berger, a quien admira, el argentino entiende la construcci¨®n de una ficci¨®n como suma de estrategias y g¨¦neros literarios en pos de todos los silencios que la Historia genera. Por tanto es el saber como destino el que alimenta su trabajo. Reconoce tres deudas: la ¨¦tica en la obra deMarceloBirmajer, la lengua en Pablo de Santis y la frase decimon¨®nica en Guillermo Mart¨ªnez. La pr¨®xima semana se publica Lisboa (Alianza). J. E. A.-D.
C¨¦sar Aira
(Coronel Pringles, 1949)
Aira construye un mundo. Sus estrategias son el simulacro, el se?uelo y una deslumbrante opacidad para desacreditar cualquier interpretaci¨®n a la ligera. La realidad est¨¢ ah¨ª. Indescifrable, desafiante, burlona, penosa. ?l mismo nos lo dijo. Lo incre¨ªble pasa en las novelas, pero las novelas pasan en la realidad. En la literatura de Aira hay un estatuto capital que no debe soslayarse siempre que lo leamos. Ese estatuto se hace carne de placer y disfrute est¨¦tico. ?Pero d¨®nde? En el lugar de un malentendido corregido por la luminosa irrealidad. LaHistoria, nos dice Aira en Una novela china (1987), no admitir¨¢ que es irreal. Y sin embargo, prosigue, "deber¨ªamos buscar en su irrealidad su definici¨®n". Igual que sus libros. Los reales son los que nunca escribir¨¢, como afirm¨® con radical melancol¨ªa en Cumplea?os (1990). J. E. A.-D.
Irene Gruss
(Buenos Aires, 1950)
El asma, la vista, la dicha, la calma, la m¨²sica¡ªdeMahler al tango, pasando por el rock y el jazz¡ª, las palabras y la amistad de otros escritores, la lluvia y el amor (a veces furioso y otras, desle¨ªdo como el sol de oto?o), entre muchas otras humanas cuestiones, han merecido l¨²cidos versos de Irene Gruss, quien comenz¨® a publicar en 1982. En La mitad de la verdad (Bajo la Luna, 2008), que re¨²ne sus siete libros de poes¨ªa y algunos "poemas irresueltos", Jorge Aulicino, otro gran poeta, sostiene que en su obra "el triunfo o la derrota del lenguaje se sufren como hechos". All¨ª confiesa: "Olvid¨¦ ense?arte la alegr¨ªa, esa palabra / sedienta, tambi¨¦n inamovible". La bonaerense es, adem¨¢s, autora de la nouvelle Una letra familiar (2007) y responsable de la antolog¨ªa Poetas argentinas (1940-1960). R. G.
Fabi¨¢n Casas
(Buenos Aires, 1965)
"Las parejas y las revistas literarias / duran casi siempre dos n¨²meros", sentencia sin anestesia Fabi¨¢n Casas en uno de los versos de El salm¨®n (1996), hoy cl¨¢sico de la poes¨ªa de los a?os noventa. Ese libro, que public¨® Jos¨¦ Luis Mangieri, m¨ªtico editor de poetas, anticipa su estilo: una aleaci¨®n exacta de lenguaje directo (aprendizaje de sus a?os de periodista deportivo), cotidianidad (desde la bolsa de la basura hasta cumplir 45 a?os, "la velocidad de los discos lentos", entran en su l¨ªrica), tempo del barrio de Boedo y filosof¨ªa oriental ("boedismo zen"). Horla City y otros (Emec¨¦, 2010) re¨²ne sus cinco libros de poemas. Como narrador escribi¨® Ocio (2000), llevada al cine, y Los lemmings y otros (2003). En 2007 public¨® Ensayos bons¨¢i. R. G.
Marcelo Cohen
(Buenos Aires, 1951)
Marcelo Cohen tiene un lugar en la historia de la narrativa argentina de los ¨²ltimos treinta a?os. Pero raramente aparece junto a los popes de la novela argentina contempor¨¢nea. Y deber¨ªa estarlo. Por su insaciable e inteligente inconformidad con el g¨¦nero novel¨ªstico, al que cada tantos a?os procede a desarticularlo con una ingente cantidad de buenas razones est¨¦ticas. Por su desconfianza en las repeticiones, sobre todo en las estructuras narrativas. Por su fe, como atestigua su ¨²ltima novela, Donde yo no estaba (2008), en la invenci¨®n m¨¢s transgresora y en el control casi sensual de todos los mecanismos de la ficci¨®n: desde el nombre de los personajes hasta el papel de ciertas palabras en la prosa. Su escritura tiene algo de sus dos pasiones: el piano del gran Bill Evans y la poes¨ªa de Wallace Stevens.J. E. A.-D.
Mart¨ªn Kohan
(Buenos Aires, 1967)
Es hincha de Boca, profesor de Teor¨ªa Literaria, no fuma, no bebe, se viste como cuando era chico: jeans, camiseta, zapatillas. Su estado de refracci¨®n al fin de la infancia no es una postura ¡ªsiente que las mejores cosas ya le sucedieron entre los 6 y los 12 a?os¡ª, pero ha escrito algunos de los libros m¨¢s inquietantes de estas pampas. Dos veces junio (la historia de un conscripto que, durante el Mundial de F¨²tbol de 1978, busca a un m¨¦dico que pueda responder a la pregunta: ?A partir de qu¨¦ edad se puede empezar a torturar a un ni?o?) fue publicada en 2002 y destac¨® su voz entre las de otros escritores de su generaci¨®n. En 2007 Ciencias morales gan¨® el Premio Herralde y, a principios del a?o 2010, public¨® Cuentas pendientes (Anagrama). L. G.
Diana Bellessi
(Zavalla, Santa Fe, 1946)
No es s¨®lo una escritora, sino algo parecido a una leyenda. Incansables viajes, caleidosc¨®picos oficios (de obrera metal¨²rgica a comentarista de rock, perseverando en la docencia, que incluy¨® talleres en las c¨¢rceles), diversidad tem¨¢tica (lo latinoamericano, la escritura como resistencia ante la dictadura, la exploraci¨®n del deseo l¨¦sbico y, ¨²ltimamente, el paisaje del detalle) convirtieron a Diana Bellessi en una de las poetas que m¨¢s ha influido en las generaciones posteriores. Ese tour vital se despleg¨® desde 1974 a trav¨¦s de 11 libros reunidos en Tener lo que se tiene (Adriana Hidalgo), una summa de 1.226 p¨¢ginas que mereci¨® el Premio al Mejor Libro Argentino de Creaci¨®n Literaria de 2009. All¨ª describe: "S¨®lo me faltan rastas en el pelo blanco?". R. G.
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