Secuelas y descartes
En esta segunda novela de Javier Montes (Madrid, 1976) que parece escrita con el ojo de una c¨¢mara, que atrapa sensaciones, sentimientos, silencios, soledades, ausencias, reproches, lejan¨ªas, me encuentro, ya en la recta final de la misma, una muy hermosa escena. El novelista rueda con verdadera sencillez, apoy¨¢ndose en minucias dom¨¦sticas, c¨®mo uno -Miguel, que se ha quedado desnortado porque su amante se ha ido a Brasil- puede ser excluido del paisaje de los afectos y c¨®mo puede pasar a ser espectador del mismo, si es otro -en este caso un joven actor brasile?o- el que ocupa su lugar en ese paisaje. Y c¨®mo, por esfuerzo o por capricho del azar, consigue volver a atravesar esa raya excluyente y recobrar su condici¨®n de sujeto activo, intervenir de nuevo en ese modificado paisaje y dejar as¨ª de ser espectador: en esta novela tan visual, tan s¨®lo es espectador paciente -hitchcockiana pierna escayolada- el lector. Como en esas pel¨ªculas en las que la c¨¢mara se demoraba lo justo, a fin de que los impacientes fueran desprendi¨¦ndose, igual Montes se ha tomado su tiempo, desde que en la primera frase uno le dice al otro que se va, de pronto, a Brasil, y se toma su tiempo, s¨ª, para acompa?arle, al que se queda, al excluido del paisaje -o del encuadre, cabr¨ªa decir- de los afectos, en su confuso ir y venir. Es cuando irrumpe una vieja dama del cine espa?ol (independiente y experimental), que quiere rodar una segunda parte -las segundas partes nunca existen, y de existir nunca salen bien- de una pel¨ªcula que hizo en los a?os cincuenta con un mediocre actor, del que se enganch¨® emocionalmente, Farley Granger, el de La soga, esa ¨¢cida pel¨ªcula de Hitchcock, a la que esta novela homenajea de alguna forma en su manera de seguir los actos (culpables o no) y las miradas (perplejas o no) de sus personajes. La (in)verosimilitud narrativa, que se permite las mismas licencias que el cine, har¨¢ confluir a los tres en un nuevo paisaje: la vieja dama, el amante abandonado en Madrid que tiene un cierto parecido con ese joven actor brasile?o y ambos, adem¨¢s, se parecen bastante a Farley Granger. Aceptada esa (in)verosimilitud, el nuevo decorado est¨¢, pues, listo para hacer revivir, cada uno desde sus propias emociones y sensaciones, esa segunda parte imposible de conseguir. Pero ya no hay suficiente celuloide para acabar -bien- la historia. S¨®lo se salvan algunas tomas, incluso hermosos descartes. Los de la novela.
Segunda parte
Javier Montes
Pre-Textos. Valencia, 2010
185 p¨¢ginas. 16 euros
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.