La negra historia del cineasta m¨¢s perseguido
'Polanski: se busca' narra el esc¨¢ndalo que a¨²n arrastra al director polaco
Cuando Marina Zenovich presentaba en 2008 el documental Polanski: se busca dif¨ªcilmente hubiera podido imaginar que el protagonista de su pel¨ªcula iba a ocupar las portadas de los medios de comunicaci¨®n de todo el planeta poco tiempo despu¨¦s. M¨¢s precisamente, desde el 26 de septiembre de 2009, cuando el cineasta Roman Polanski era arrestado en el aeropuerto de Z¨²rich, cumpliendo as¨ª con un mandato internacional emitido por las autoridades estadounidenses.
Polanski, invitado por el Festival de Cine de la capital financiera suiza para recibir un premio honor¨ªfico al conjunto de su carrera, se encontraba con la peor de sus pesadillas en lugar del prometido homenaje. Se iniciaba as¨ª su personal calvario, que le llevar¨ªa de la prisi¨®n de Winterthur al arresto domiciliario en el chalet de su propiedad en la exclusiva estaci¨®n de esqu¨ª de Gstaad. Una situaci¨®n que pondr¨ªa el nombre del ganador de un Oscar por El pianista (y a la peque?a Suiza) en el ojo del hurac¨¢n medi¨¢tico a lo largo de casi un a?o.
En 1977 fue detenido por mantener relaciones sexuales con una menor
Como recuerda el documental de Zenovich, la historia comienza en 1977, cuando Polanski es arrestado en California acusado de haber mantenido relaciones sexuales ilegales con la menor Samantha Geimer. Un agravante del caso es que habr¨ªa proporcionado drogas y alcohol a una ni?a que ten¨ªa entonces 13 a?os. El cineasta reconoci¨® los hechos y purg¨® una pena de 42 d¨ªas en el psiqui¨¢trico de la prisi¨®n de Chino.
Al sospechar que el juez encargado del caso, Laurence J. Ritteband, no cumplir¨ªa con los pactos establecidos que le garantizaban la libertad, Polanski huy¨® de Estados Unidos en 1978 y no ha vuelto porque la fiscal¨ªa de Los ?ngeles mantiene abierto el caso. Han pasado 32 a?os, pero los abusos sexuales sobre menores no prescriben para la legislaci¨®n americana; ni para la suiza. De ah¨ª que las autoridades helv¨¦ticas se apresuraran a cumplir con la orden de arresto internacional.
Pero tras el arresto se gener¨® un abismo entre defensores y detractores del cineasta de origen polaco, creando un debate de proporciones mundiales. Desde el primer momento tomaron posici¨®n p¨²blica en su defensa personalidades como Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand y Jack Lang, o cineastas como Woody Allen, Pedro Almod¨®var, Wim Wenders o Ettore Scola. Todo sin contar al ultramedi¨¢tico fil¨®sofo franc¨¦s Bernard-Henri L¨¦vy, quien acab¨® siendo portavoz oficioso de Polanski.
"Es interesante notar que en Suiza, al igual que en muchos otros pa¨ªses, se not¨® claramente la ruptura entre la opini¨®n de esas ¨¦lites de la cultura, o los medios de comunicaci¨®n, y la gente de la calle. Creo que el ciudadano medio sinti¨® que exist¨ªa una especie de alianza entre la prensa y los artistas. Una solidaridad de casta privilegiada". Quien esto afirma en conversaci¨®n con este diario es Darius Rochebin, presentador estrella de la televisi¨®n suiza. Este periodista tuvo el raro privilegio de realizar la ¨²nica entrevista con Polanski tras su detenci¨®n en Z¨²rich. Privilegio extraordinario dado que el polaco sufre "aversi¨®n y profunda desconfianza hacia los periodistas", seg¨²n confirma el propio Rochebin.
Darius Rochebin se encontr¨® en privado en varias ocasiones con el cineasta para preparar la entrevista y generar la necesaria confianza. "Polanski es un hombre resistente, a quien encontr¨¦ en mejor forma de lo que me esperaba. Es un combatiente, y alguien muy organizado", explica el popular presentador de televisi¨®n.
Por su parte, desde Par¨ªs la historiadora de la Cultura Laura Tuffery, colaboradora del c¨ªrculo del realizador, confirma: "Polanski es un hombre que concentra en su propia vida todos los horrores y exaltaciones del siglo XX, lo que le hace singular". Seg¨²n afirma la especialista: "En el linchamiento popular a Polanski hay elementos que van m¨¢s all¨¢ de los abusos sexuales en sentido estricto. Hay componentes casi psicoanal¨ªticos, en los que se mezcla el hecho de que Polanski sea jud¨ªo, de derechas, que tenga demasiado ¨¦xito; y que encima haya sido un seductor legendario".
Rochebin observa a su vez que el arresto de Polanski en territorio suizo se convirti¨® en un tema de inter¨¦s nacional mayor para Francia. "Suiza tom¨® esos intereses franceses muy en cuenta a la hora de tomar su decisi¨®n final. Las posibles consecuencias para las relaciones bilaterales con Francia han pesado mucho", asegura.
De hecho, el particular calvario de Roman Polanski daba t¨¦rmino el 12 de julio de este a?o, cuando la ministra de Justicia de Suiza, EvelyneWidmer-Schlumpf, anunciaba en una sucinta rueda de prensa que el realizador era libre y no se dar¨ªa curso a la demanda americana de extradici¨®n. Y con ello, una ¨²ltima an¨¦cdota del encuentro entre el realizador y Darius Rochebin. "A Polanski le sorprendi¨® mucho recibir una factura por valor de 25.000 francos suizos de parte de las autoridades helv¨¦ticas. ?Era el coste del alquiler de su pulsera de vigilancia electr¨®nica! Esa meticulosidad le pareci¨® algo tremendamente suizo", explica el periodista entre risas.
Pero la paradoja de Polanski en realidad contin¨²a, pues si bien ha sido liberado por las autoridades helv¨¦ticas, y no puede ser extraditado de Francia ni Polonia, la orden de captura sigue vigente a nivel internacional, y tendr¨¢ que controlar sus movimientos al mil¨ªmetro hasta el fin de sus d¨ªas. O hasta que la justicia californiana as¨ª lo decida. Mientras llega ese m¨¢s que improbable momento, Roman Polanski seguir¨¢ siendo un hombre "buscado".
La pel¨ªcula
- Marina Zenovich present¨® en 2008 el documental Polanski: se busca, logrando un premio por su montaje en el festival de cine independiente de Sundance. La pel¨ªcula gira en torno a la deriva que tom¨® la vida del cineasta tras su arresto en Los ?ngeles, en 1977, acusado de drogar y abusar sexualmente de una ni?a de 13 a?os en la casa de su amigo Jack Nicholson, donde estaba fotografiando a la joven modelo para la revista Vogue. Despu¨¦s de declararse culpable y cumplir una breve condena, el director huy¨® a Europa para no volver jam¨¢s
a EE UU.
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