Walter Benjamin, a este lado de los Pirineos
El dram¨¢tico final del pensador en Port Bou es el ¨²ltimo episodio de una profunda vinculaci¨®n con Espa?a, iniciada en 1925 con un viaje por C¨®rdoba y Sevilla. Sus estancias en Ibiza tambi¨¦n influyeron en su obra
El art¨ªculo, publicado en marzo de 1928 en La Gaceta Literaria, vitrina de la vanguardia espa?ola y europea, se titulaba Los intelectuales y el comunismo y estaba firmado por Walter Benjamin. En la p¨¢gina 5 de la mencionada publicaci¨®n, dirigida por Ernesto Gim¨¦nez Caballero, aparec¨ªa enfrentado a otro de Ettore de Zuani titulado Los escritores italianos y el fascismo, una encendida apolog¨ªa del pujante r¨¦gimen de Mussolini que conclu¨ªa con la afirmaci¨®n: "Solo donde hay disciplina pol¨ªtica puede darse libertad art¨ªstica". Benjamin, por su parte, en su m¨¢s bien escueta rese?a (traducci¨®n poco fiable de un art¨ªculo publicado en Die Literarische Welt en 1927) contaba que la literatura rusa que crec¨ªa a la sombra de Lenin era mejor tema para la estad¨ªstica que para la est¨¦tica.
Su inclinaci¨®n por la geograf¨ªa peninsular est¨¢ en dos largos periodos que pas¨® en 1932 y 1933
Hay miedo a encontrarse con un Benjamin inspirador de los movimientos de liberaci¨®n
Sorprende sobremanera que uno de los mayores intelectuales de su tiempo, y la v¨ªctima de un "crimen no muy distinto, a fin de cuentas, del ocurrido en Granada" -para decirlo con las mismas palabras de Juan Goytisolo, en su art¨ªculo de EL PA?S del 5 de agosto de 1984-, hubiese entrado en espa?ol de la mano, precisamente, de Gim¨¦nez Caballero, al que a la vuelta de una d¨¦cada encontraremos convertido en un consumado propagandista del r¨¦gimen de Franco. La aureola aciaga de esta primera publicaci¨®n se puede medir por estos dos momentos de vida paralela: en 1928, Benjamin no hace mucho que ha vuelto de Rusia, en la que hab¨ªa permanecido dos meses en compa?¨ªa de Asja Lacis, la mujer que ama, y que lo empuj¨® hacia el marxismo y la amistad con Brecht. En 1930, la deserci¨®n de La Gaceta Literaria de casi todos los colaboradores, a causa de una ya declarada adhesi¨®n de Gim¨¦nez Caballero al r¨¦gimen de Mussolini, refleja ya en la propia Espa?a la tensa atm¨®sfera pol¨ªtica europea.
El diario de Mosc¨², escrito por Benjamin durante su estancia en Rusia, ten¨ªa en el manuscrito el enigm¨¢tico subt¨ªtulo de Viaje espa?ol, en lo que podr¨ªa ser una especie de reminiscencia o presciencia espa?ola. La inspiraci¨®n de esta podr¨ªa buscarse en un viaje anterior, que el autor realiz¨® en 1925 por el sur de Espa?a, pasando por C¨®rdoba y Sevilla, y en el que se impregn¨®, seg¨²n cuenta a su amigo Scholem, "de la arquitectura, el paisaje y las costumbres del sur de Espa?a". En Sevilla lo impresion¨® Juan Vald¨¦s Leal, un pintor barroco que hubiera resultado digno, si Baudelaire lo hubiese conocido, del poema-dedicatoria de Las flores del mal; en cuanto a Barcelona, una "ciudad de bulevares casi parisinos" (homenaje al Par¨ªs de Haussmann e, indirectamente, a un todav¨ªa ignorado Cerd¨¤), posee el atractivo del barrio chino, que visit¨® en compa?¨ªa de su amigo Jean Selz, y tambi¨¦n el de aquellos "quioscos espa?oles" ponderados luego en una rese?a sobre la novela verde alfonsina, en la que divaga en tono juguet¨®n sobre la posibilidad de un "monopolio estatal de la pornograf¨ªa".
Ser¨ªa err¨®neo pensar, con todo, que los temas espa?oles abundan en la obra de Benjamin (mencionables tan solo Baltasar Graci¨¢n y Calder¨®n, muchas veces citados en sus cartas y su tesis sobre El drama barroco alem¨¢n, y G¨®mez de la Serna, al que dedica una rese?a). Su inclinaci¨®n por la geograf¨ªa peninsular, m¨¢s que por los temas peninsulares, est¨¢ en el origen de los dos largos periodos que pas¨® en Ibiza (entre abril y julio de 1932 y abril y septiembre de 1933), en los que apur¨® al m¨¢ximo los ¨²ltimos momentos de paz, si as¨ª puede decirse, de ese para¨ªso en la tierra que era para los europeos las Baleares, consideradas desde el mismo a?o 1928 de gran inter¨¦s pol¨ªtico-militar por los fascistas (como bien explic¨® Camilo Berneri en su libro Mussolini a la conquista de las Baleares).
De todo este periodo, muy productivo a pesar de los contratiempos econ¨®micos y los planes de suicidio, queda el testimonio del ensayo Experiencia y pobreza, escrito durante su segundo s¨¦jour ibicenco, y a cuya sombra se cobija de alg¨²n modo toda su producci¨®n espa?ola, narrativa, meditativa e incluso po¨¦tica. Pobreza de la experiencia y vigencia de un mundo habitado con huellas, en cualquier caso, conformar¨ªan solo uno de los t¨¦rminos de la bipolaridad que parece perfilarse en este tramo de su obra, bipolaridad cuyo otro extremo estar¨ªa representado por Par¨ªs, y en la que los Pirineos asumir¨ªan plenamente el papel de separaci¨®n fronteriza; m¨¢s que como aquel pa¨ªs b¨¢rbaro de la tradici¨®n decimon¨®nica, Espa?a aparecer¨ªa en ella como un mundo estimulantemente aur¨¢tico, donde los niveles de experiencia que la vida moderna han hecho posibles en Par¨ªs y las grandes ciudades se hallan todav¨ªa relativamente ausentes.
Un anunciado ensayo sobre las diferencias entre la novel¨ªstica moderna y la narraci¨®n tradicional -probable desarrollo de algunos temas apenas sugeridos en su ensayo sobre Leskov, El narrador (1936), apoyado en el mismo aparato conceptual-, habr¨ªa sucumbido a la crisis provocada por la guerra (y luego el pacto germano-sovi¨¦tico), origen de una nueva y ya definitiva vuelta de tuerca, la que elev¨® al autor hasta las Tesis de filosof¨ªa de la historia, en las que se expresa un ¨²ltimo Benjamin, el m¨¢s irreductible, por no decir m¨¢s perturbador e incendiario. En cualquier caso, el que subsume y a veces incluso encubre al Benjamin cr¨ªtico, cuya est¨¦tica bebe en las fuentes del primer romanticismo alem¨¢n, objeto en 1919 de una tesis de doctorado, y tambi¨¦n al Benjamin fil¨®logo, el de la reflexi¨®n crucial sobre Baudelaire y el Par¨ªs del Segundo Imperio, que est¨¢ en el origen de El libro de los pasajes, una obra ins¨®lita -acaso la m¨¢s posmoderna del autor-, compuesta en su mayor parte de citas.
Espectacular por el veloz crecimiento de su audiencia, como otros han indicado, ha sido la recepci¨®n de la obra de Benjamin en la intersecci¨®n entre los dos siglos. Esa recepci¨®n, desde su origen hace 60 a?os, no ha estado exenta de problemas; algunas de las lecturas, como la de Adorno, ya en vida de Benjamin -que muri¨® por voluntad propia el 26 de septiembre de 1940, en un hotelucho de Port Bou, cuando no era conocido y valorado m¨¢s que por un amplio c¨ªrculo de amigos e intelectuales-, estuvieron asociadas a la poda: a partir de entonces, desde la relectura del Mayo Franc¨¦s y la m¨¢s v¨¢lida de Hannah Arendt, hasta la m¨¢s reciente de Michael L?wy, se ha puesto en evidencia algo muy saludable: que el lector puede escoger entre varios Benjamin. De todos ellos el menos apropiado, por cierto, ser¨ªa el que algunos redescubridores intentan componer en la actualidad, un Benjamin sumamente coqueto y con el glamour que, por culpa sin duda de las dudosas inclinaciones del mal trajeado fil¨®sofo, no vieron antes en ¨¦l, cuando leerlo y citarlo no resultaba tan de buen tono como ahora. Obviamente, lo primero que estos benjaminianos de la vig¨¦sima hora podan en el frondoso abeto de la producci¨®n benjaminiana, poblada de ramas filos¨®ficas, teol¨®gicas, cabal¨ªsticas, hist¨®ricas, filol¨®gi-cas, meditativas y po¨¦ticas, es el casposo marxismo, y hay que reconocer que los asiste un motivo digno de atenci¨®n: el miedo a encontrarse con un Benjamin inspirador de los movimientos de liberaci¨®n a este y otro lado del oc¨¦ano. Sin embargo, hay que decir que al no encontrar otra soluci¨®n que la poda cometen el error de apagar el incendio sin salvar el fuego, m¨¢s importante que aquel...
Por todo lo anterior no ser¨ªa insensato en estos momentos de saturada o incierta experiencia acudir a un Benjamin mucho m¨¢s cercano y cotidiano, vaticinador m¨¢s que mesi¨¢nico, melanc¨®lico como el ¨¢ngel de Durero: el que hemos visto consolidarse en tierra espa?ola, inspir¨¢ndose en buena medida en ella, y que, habitando el texto Experiencia y pobreza, en un acto de osada apropiaci¨®n podr¨ªamos bautizar Benjamin espa?ol (en honor a los benjaminianos espa?oles y afines: Vila-Matas, Reyes Mate, V. Valero, C. Fern¨¢ndez Martorell, J. R. Capella, J. Llovet, J. Casals, S¨¢nchez Pascual y otros): "Pobreza de experiencias: no hay que entenderla como si los hombres ansiasen nuevas experiencias. No, lo que ans¨ªan es liberarse de las experiencias, ans¨ªan un medio ambiente que les permita imponer su pobreza, la exterior y por ende tambi¨¦n la interna, de modo tan limpio y claro que surja de ello algo decoroso".
Ricardo Cano Gaviria es escritor colombiano radicado en Espa?a, autor de la novela El pasajero Walter Benjamin.
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