"Es la huelga m¨¢s necesaria de la democracia"
C¨¢ndido M¨¦ndez e Ignacio Fern¨¢ndez Toxo llevan todo el mes recorriendo Espa?a para explicar las razones de la huelga general y, aparte de compartir discurso, se les nota compenetrados. La entrevista se celebra a cuatro d¨ªas de la convocatoria en el C¨ªrculo de Bellas Artes, previa a un acto reivindicativo con actores y famosos.
Pregunta. ?Era inevitable?
Ignacio Fern¨¢ndez Toxo. No se puede decir que fuese inevitable. Es el resultado de un giro radical en la pol¨ªtica econ¨®mica y su desencadenante ha sido una reforma laboral tremendamente lesiva que se configura como un retroceso muy grave en los derechos b¨¢sicos del trabajo, como la contrataci¨®n, el despido, las condiciones fundamentales de trabajo hasta extremos que pueden dejar en papel mojado la negociaci¨®n colectiva. Adem¨¢s, los problemas del mercado laboral no est¨¢n en la reforma, como lo demuestra el que la mitad de Espa?a tiene una tasa de paro de entre el 10% y el 15%, y la otra supera a veces el 25% con las mismas leyes laborales. Pero la huelga, sobre todo, tiene un car¨¢cter de prevenci¨®n de nuevos ajustes que afectan al n¨²cleo de los sistemas de protecci¨®n social, cuya expresi¨®n m¨¢s visible ser¨ªa el retraso de la edad de jubilaci¨®n obligatoria a los 67 a?os.
"El Gobierno ha abrazado el discurso que combat¨ªa hace unos meses"
"La reforma laboral es reversible, diga lo que diga Zapatero"
"El director del FMI narcotiza la conciencia del Gobierno espa?ol"
"Se han escuchado gritos de ?Zapatero dimisi¨®n!, pero no de ?Rajoy al Gobierno!
C¨¢ndido M¨¦ndez. La ha hecho inevitable el giro brutal del Gobierno en su discurso y en su pol¨ªtica: en los contenidos de la reforma, el plan de ajuste y las amenazas que hay sobre el sistema de pensiones. El Gobierno es quien la provoca. Nosotros no tenemos otra alternativa que convocarla.
P. ?Creen que es una "putada" hacer una huelga a un Gobierno de izquierdas?
F. T. Posiblemente fue una expresi¨®n desafortunada, pero ven¨ªa a resumir que las pol¨ªticas que puso en circulaci¨®n tras la nefasta reuni¨®n del Ecofin de mayo hab¨ªan llevado una huelga general cuando lo que necesitaba era un consenso para salir de la crisis. La huelga es la respuesta obligada a esa secuencia de ajuste econ¨®mico, reforma laboral y anuncio de reducci¨®n del peso de la protecci¨®n social.
P. ?Esperan un "huelg¨®n"?
C. M. Va a tener mucho impacto. La estamos preparando concienzudamente. La verdad es que la coyuntura en la que se produce seguramente es la m¨¢s dif¨ªcil de todas en las que hemos convocado huelgas. Pero, curiosamente, es la huelga m¨¢s necesaria de la historia de la democracia espa?ola porque los motivos son combatir unas imposiciones laborales y unas pretensiones en materia de pensiones sin precedentes. Nunca, en la historia de la democracia, un Gobierno ha tratado de atacar por tantos frentes a la vez los derechos sociales y laborales de los trabajadores como ahora.
P. ?Por qu¨¦ se produce ese giro?
F. T. Hay varios factores, aunque probablemente el ¨²ltimo impulso lo da el p¨¢nico que generan los mercados ante la crisis griega y los movimientos especulativos hacia Portugal y Espa?a, mientras Europa mira a otro lado. Es el punto de inflexi¨®n que lleva a pasar de pol¨ªticas expansivas para salvar el sistema financiero a priorizar el d¨¦ficit p¨²blico, lo que orilla el empleo. No obstante, hab¨ªa un sustrato que ven¨ªa alimentando ese giro y que, en medio de las convulsiones de la crisis, pas¨® desapercibido: el viraje hacia la derecha en el Parlamento Europeo y en algunos Gobiernos. Lo m¨¢s lamentable, y no estoy pensando solo en el Gobierno espa?ol, es que la izquierda europea no haya logrado un discurso alternativo para enfrentarse a la crisis y se haya asignado a la marea neoliberal.
C. M. Adem¨¢s, ocurre que la crisis de Grecia, cuya econom¨ªa afecta solo al 2,5% de la europea, se utiliza para aplicar una cura de caballo, con un fuerte protagonismo de Alemania. El Gobierno espa?ol, que ostenta la presidencia europea, no sabe jugar sus cartas y se deja acogotar cuando deber¨ªa haberse centrado en alguna f¨®rmula para luchar contra la crisis y no aceptar una imposici¨®n que nos puede condenar a una segunda velocidad. El Gobierno, al que hay que reconocerle un compromiso con la preservaci¨®n de los derechos civiles, ha tenido bastantes incoherencias en materia de pol¨ªtica econ¨®mica como se demuestra en esa perla de que bajar impuestos es de izquierdas. El Gobierno, dentro del cual ha habido cierta predisposici¨®n, no solo se ha quedado sin discurso, sino que ha abrazado desesperadamente el que combat¨ªa hace unos meses.
P. ?Es Zapatero el instigador de ese cambio? ?A qui¨¦n se refiere cuando dice que dentro del Gobierno hab¨ªa predisposici¨®n?
C. M. Es que ¨¦l es el responsable, primero y ¨²ltimo. Yo no lo puedo identificar con otro que el propio presidente del Gobierno.
F. T. El presidente nombra a los ministros y a las ministras y ha metido en las ¨¢reas econ¨®micas a gente de la que se conoc¨ªa su predisposici¨®n a transitar por estos caminos antes del giro. En el fondo compart¨ªan ese diagn¨®stico de los sectores m¨¢s pr¨®ximos al pensamiento liberal.
P. ?Ha tratado el Gobierno de hablar con ustedes?
C. M. No. Pero en relaci¨®n con ese tema voy aprovechar para dejar claras algunas cosas. Probablemente, el Gobierno sea presa de una confusi¨®n tremenda por causa de la huelga; pero las organizaciones sindicales tenemos el derecho de ser informadas por el Gobierno, y ¨¦ste el deber de informarnos sobre todas las pol¨ªticas que afectan a los trabajadores, m¨¢s all¨¢ de las situaciones de conflicto que aparezcan. El hecho de que no nos haya convocado para ser informados y consultado sobre los Presupuestos Generales del Estado es un incumplimiento de los deberes generales.
P. Y de los PGE se ha informado siempre, claro.
F. T. Efectivamente. Ha habido un corte radical en la relaci¨®n. El Gobierno, una vez que se produjo el desencuentro de la reforma laboral, ha dejado de tomar contacto con las organizaciones sindicales. Convendr¨ªa que se evitaran algunos tics: una cosa es que tengamos un nivel de confrontaci¨®n fuerte por oposici¨®n a la pol¨ªtica que est¨¢n desarrollando y otra que se pierdan los modales y, sobre todo, se entre en riesgo de vulneraci¨®n de normas. El Gobierno est¨¢ obligado a informar de los PGE a los agentes econ¨®micos y nunca, en lo que yo tengo de memoria, se hab¨ªa producido un hecho como el comentado por C¨¢ndido. Sospecho que tampoco ha convocado a las patronales. ?A qu¨¦ obedece ese ataque de sectarismo? A lo mejor al subconsciente que cada uno lleva dentro.
C. M. Eso pone en entredicho el concepto de valor que se le da al di¨¢logo social, que no es un instrumento de quita y pon en funci¨®n de la coyuntura, es una manera de entender la pol¨ªtica. Un escenario de confrontaci¨®n no exime al Gobierno de sus obligaciones.
P. ?Posiblemente es porque espera un fracaso?
C. M. Yo no llegar¨ªa a eso. Forma m¨¢s parte de una enajenaci¨®n mental en estos momentos, en los que, probablemente, no son conscientes de las consecuencias ¨²ltimas. Lo que hay es una ofensiva desde ¨¢mbitos medi¨¢ticos que consideran que las organizaciones sindicales somos el mayor obst¨¢culo para aprovechar la crisis y debilitar nuestro sistema de protecci¨®n social, abordar una ¨²ltima fase de las privatizaciones de ciertos servicios fundamentales y debilitar la negociaci¨®n colectiva. Pero tengo la percepci¨®n de que el hecho de que incluyan en los PGE la subida de impuestos a los m¨¢s ricos a pocos d¨ªas de la huelga se debe a que el Gobierno acusa el impacto. No obstante, quiero decir que la reforma fiscal debe ser mucho m¨¢s profunda que eso, debe recuperar impuestos, como patrimonio y sucesiones, y la capacidad recaudatoria del de sociedades.
F. T. En el Gobierno hay ganas de que la huelga fracase, evidentemente. Est¨¢n convencidos de que lo que hacen es lo mejor para el pa¨ªs, pero los hechos demostrar¨¢n que no es as¨ª, porque nos instalaremos en una situaci¨®n de precariedad en el crecimiento por un largo periodo y en el mercado de trabajo. Hay quien en su fuero interno considera que las organizaciones de trabajadores son una especie de incordio, que hay que prescindir de ellas y si el pa¨ªs les da un varapalo no acudiendo a la huelga queda el campo expedito para el avance de la pol¨ªtica neoliberal. El objetivo es dar el salto de gigante a la individualizaci¨®n del trabajo.
P. Dicen que si fracasa la huelga, adi¨®s a los sindicatos.
F. T. En absoluto. El ¨¦xito de la huelga no lo aplico tanto en la participaci¨®n, pero el resultado va a ser bien visible. No contemplo un fracaso de los sindicatos; ser¨ªa de la sociedad espa?ola que resignadamente asumir¨ªa que solo hay una manera de enfrentarse a esa situaci¨®n. Los que nos dicen que estamos anquilosados, que son los mismos que nos halagaban hasta hace muy poco tiempo, se equivocan. El movimiento sindical est¨¢ en permanente evoluci¨®n y los sindicatos en Espa?a hemos demostrado una capacidad de adaptaci¨®n a las nuevas circunstancias sociales y econ¨®micas, como ninguna organizaci¨®n.
C. M. La legitimidad de los sindicatos est¨¢ radicada en la representaci¨®n democr¨¢tica que se expresa en las elecciones sindicales cada cuatro a?os. Somos los depositarios del ejercicio constitucional de la huelga y con la convocatoria abrimos el cauce para que los trabajadores se expresen. En la pregunta hay latente un equ¨ªvoco y es que se intenta trasladar que este es un juego entre los sindicatos y el Gobierno. Es un tema del conjunto de la sociedad porque de esta pol¨ªtica no salen las soluciones que necesita este pa¨ªs.
P. Si triunfa la huelga, ?qu¨¦ debe hacer Zapatero? ?Hay marcha atr¨¢s para la reforma?
F. T. S¨ª, una ley se cambia con otra ley. La reforma laboral es reversible, diga lo que diga Zapatero. Gonz¨¢lez y Aznar dijeron lo mismo que est¨¢ diciendo ahora ¨¦l, que se mire en ellos.
C. M. La alternativa que contemplamos es la rectificaci¨®n, no hay otra. El juez contra la reforma laboral va a ser la realidad. Y en relaci¨®n con las pensiones, me parece incomprensible que el Gobierno haya tirado por la borda el Pacto de Toledo.
P. ?Se ha puesto el Gobierno en manos de una casta empresarial u organismos internacionales?
F. T. En Espa?a hay empresarios muy comprometidos con los que se puede trabajar. Pero hay una presi¨®n ambiental de los mercados financieros, cuyo veh¨ªculo para que se canalice su forma de entender la sociedad son los Gobiernos (el de Sarkozy en Francia, el de Merkel en Alemania y el de Zapatero en Espa?a). Por tanto, no cabe identificar a una persona, es un entramado que se viene instalando en un mundo que entr¨® en p¨¢nico en 2009 y que hoy ha recuperado la iniciativa a trav¨¦s de la acci¨®n de los Gobiernos.
C. M. Hay empresarios acostumbrados a la competencia internacional que no dir¨¢n nada si les rebajan el despido o las cuotas, pero que saben cu¨¢l es el problema. Los costes laborales siguen siendo una ventaja clara frente al precio de energ¨ªa, que es una losa que mata literalmente a las empresas espa?olas. La presi¨®n viene de organizaciones empresariales que trabajan en t¨¦rminos ideol¨®gicos y algunos grupos de presi¨®n de autodenominados expertos que en la ¨²ltima fase son acogidos en La Moncloa y que, una vez que el Gobierno toma las decisiones, lo ponen literalmente a parir diciendo que han sucumbido a los mercados financieros.
P. ?Qui¨¦nes son esos expertos?
C. M. No los menciono porque les gusta que lo haga; pero ellos lo saben. En el caso concreto del Gobierno espa?ol hay un factor que narcotiza la conciencia. Es el papel funesto de Strauss-Kahn [director del FMI], que se permite aplicar las viejas recetas y proclamar a los cuatro vientos que ante esta crisis no sirven las viejas recetas. Pero como viene de la izquierda francesa sirve de sedante.
F. T. Sobre todo cuando se ve que su objetivo es volver a tener un retorno del 15% que hab¨ªa antes de la crisis. Y la ¨²nica manera de conseguirlo es una ingente transferencia de rentas de trabajo a rentas del capital y perder el efecto social de las empresas.
P. ?No han sentido que est¨¢n haciendo el juego al PP?
F. T. En absoluto. Es incierto que con un Gobierno del PP hubi¨¦ramos convocado una huelga hace tiempo. Estos sindicatos tienen acreditada independencia como para no vincular sus decisiones al color de los Gobiernos. Ahora se insin¨²a que la huelga va a provocar la anticipaci¨®n de la llegada del PP al Gobierno. Primero, no hay convocadas elecciones; segundo, la huelga no est¨¢ convocada para cambiar el Gobierno, sino para que el Gobierno cambie las pol¨ªticas que creemos que no comparte la mayor¨ªa de los trabajadores. A lo mejor es que se est¨¢ suicidando. Pero llegados al extremo: se han escuchado gritos de ?Zapatero dimisi¨®n!, pero yo no he escuchado ?Rajoy al Gobierno! Y es los que gritaban eso pensaban que en la izquierda hay alternativas. Si cambia el ciclo pol¨ªtico no es porque los sindicatos empujemos, sino porque el Gobierno lo precipita y, tal vez, la ciudadan¨ªa intuya que para hacer pol¨ªticas de derechas m¨¢s que el suced¨¢neo es mejor el genuino.
C. M. La huelga la convocamos por motivos sociales y queremos cambios en la pol¨ªtica. No vamos m¨¢s all¨¢. Que se abren expectativas para el PP, pues es una posibilidad que la marca la pol¨ªtica del Gobierno. Hay quien dice que el mejor aliado de Zapatero es Rajoy. A lo mejor ahora hay que decir que el mejor aliado de Rajoy es Zapatero. En las bases sindicales hay decepci¨®n y cabreo con la izquierda gobernante, pero no hay expectativas en la derecha. El ataque tan virulento que sufrimos las organizaciones sindicales por parte de los que utilizan la libertad de informaci¨®n en el fondo expresa que el PP tiene m¨¢s preocupaci¨®n que el Gobierno por el alcance de la huelga, porque puede ser un revulsivo social de consecuencias irreversibles. Para nosotros muy esperanzadoras.
P. Algunas comunidades del PP han endurecido los servicios m¨ªnimos.
F. T. No todas. Tambi¨¦n es una insidia que el Gobierno, con los servicios m¨ªnimos, pretende facilitar la huelga. Se deber¨ªa normalizar la relaci¨®n de las instituciones con el derecho de huelga y fijar servicios esenciales y evitar el espect¨¢culo lamentable que se produce cada vez que hay una huelga. Pero est¨¢n aqu¨¦llos o aqu¨¦llas que parecen que quieren ser el perejil de todas las salsas, como ocurre en la Comunidad de Madrid. Es lamentable que negocie y al tiempo el Gobierno de la Comunidad se re¨²na para aprobar un decreto. Eso se llama negociar de mala fe, aunque tiene m¨¢s palabras que lo pueden calificar. ?Para qu¨¦ fin? Para provocar un conflicto parecido al de la huelga del Metro de Madrid; para abundar en la din¨¢mica de descalificaci¨®n, o solo para ocupar espacio medi¨¢tico. A lo mejor son las dos cosas.
C. M. Para m¨ª lo m¨¢s relevante es que hemos llegado a un acuerdo en transporte de manera global y ser¨ªa muy interesante que se trasladara a otros servicios esenciales. Lo m¨¢s estridente siempre es lo de Madrid. En cualquier escenario, siempre gravita el hecho de que la presidenta [Esperanza Aguirre] quiera ser alternativa al Gobierno de la naci¨®n siendo previamente la alternativa al l¨ªder de la oposici¨®n y, claro, eso contamina las decisiones pol¨ªticas, porque se ve como la referencia de la derecha m¨¢s dura y neoliberal. Antes en Madrid hab¨ªa otro gobernante de derechas y no ocurr¨ªa lo mismo.
P. ?Creen, en contraposici¨®n, que deber¨ªa haber m¨¢s labordetas en el territorio pol¨ªtico espa?ol?
F. T. Labordeta es de esas figuras que un pa¨ªs necesita para tener referencias de valores. Creo que hay mucha gente que bebe de las mismas fuentes, lo que pasa es que parece que el mundo del dinero, del individualismo, lo ocupa todo. Y ser¨ªa muy conveniente que esta gente tuviera cada m¨¢s presencia p¨²blica y social.
C. M. Labordeta es el emblema de la libertad, como su canci¨®n. Pero en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica hay mucha gente normal que hace las cosas muy bien. Sigo confiando en la sociedad espa?ola por encima de todo, en la inmensa mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica y en los representantes sindicales. Lamento que haya una especie de tabla rasa por la que cual las diferencias en el ¨¢mbito de la acci¨®n pol¨ªtica sean inapreciables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.