Bicentenario con la Cueva del Chivato
El puerto de Valpara¨ªso, en Chile, bulle de actividad. Gigantescas gr¨²as chinas, robotizadas, cargan y descargan miles de contenedores. En los cerros que abrazan la bah¨ªa un ¨ªmpetu parecido replica el de los muelles. Vuelven a la vida los empinados barrios donde un siglo y medio atr¨¢s inmigrantes ingleses, alemanes, italianos o croatas, construyeron palacetes dignos de su ¨¦xito comercial y de su nostalgia. Es como si Valpara¨ªso hubiera recobrado su edad de oro, ocurrida antes de la construcci¨®n del canal de Panam¨¢, cuando todo comercio con la costa occidental de Am¨¦rica deb¨ªa pasar por este puerto. Las casonas abandonadas, que se ca¨ªan a pedazos, son reconstruidas y revendidas a precios de oro, precisamente. O, m¨¢s bien, a precios de cobre, de vino, de celulosa... Las exportaciones de materias primas y agroindustriales financian enormes importaciones de capital y suntuarias.
Los mineros saldr¨¢n pronto de su caverna. Pero que un pa¨ªs salga de cuevas mentales es m¨¢s lento
Cerca del puerto, en lo que fue el coraz¨®n del distrito financiero de Valpara¨ªso, una escalinata medio escondida trepa hacia los cerros. Una placa recuerda que aqu¨ª estuvo la mitol¨®gica Cueva del Chivato, sede de terrores m¨¢s viejos que nuestra rep¨²blica bicentenaria. La primera novela chilena, publicada en 1852, ya los consigna. El h¨¦roe de Don Guillermo, de Jos¨¦ Victorino Lastarria, es arrastrado por un enorme macho cabr¨ªo, de ojos llameantes, hasta esa cueva tenebrosa. Don Guillermo, un ingl¨¦s honesto y despistado, entra a un submundo habitado por esp¨ªritus que sintetizan los males del pa¨ªs de arriba. Ese infierno de Chile se llama "Espelunco". Espejo espeluznante, Espelunco es el trasfondo de la patria. Lo que no ven los extranjeros; ni los chilenos, cuando queremos olvidarlo. Arriba la belleza de la joven rep¨²blica; abajo los brujos amenazando con sus represiones y sus atrasos.
En esta ma?ana luminosa de Valpara¨ªso, no muy lejos de la Cueva del Chivato, el presidente Pi?era habla ante el Congreso en pleno para celebrar el Bicentenario. Cuatro ex presidentes, a pesar de sus diferencias ideol¨®gicas, comparten su entusiasmo patri¨®tico. No faltan motivos. Pi?era recalca que, tras un devastador terremoto en febrero, Chile terminar¨¢ el a?o con un incremento proyectado del 6% del PIB, inflaci¨®n del 3%, y desempleo del 8%, o menor. Nos augura, una vez m¨¢s, que el pa¨ªs alcanzar¨¢ el desarrollo en 2018.
Prometer un futuro esplendor no es menos patri¨®tico que advertir sobre sus obst¨¢culos. En aquella novela fundadora uno de los esperpentos que moran en la Cueva del Chivato es el "Genio de la Ignorancia". Ciento cincuenta a?os despu¨¦s de aquella "ficci¨®n" la calidad de la educaci¨®n en Chile sigue siendo un siniestro enemigo. Aunque duela incluso escribirlo, el 90% de los adultos chilenos "con educaci¨®n superior completa" no entiende totalmente lo que lee (estudio internacional SIALS). Imaginemos lo que no alcanzan a entender quienes tienen menores niveles educativos. Con esos problemas de lectoescritura, discursear sobre incorporarnos a la econom¨ªa global de la informaci¨®n es solo palabrer¨ªa. Grandes masas pueden seguir enterradas en el analfabetismo funcional de Espelunco, mientras el PIB y las exportaciones crecen (y la desigualdad m¨¢s).
Chile no est¨¢ mal, comparado con su regi¨®n. Escasa alegr¨ªa nuestra y tristeza para la regi¨®n. Medidores de competitividad, como el del Foro Econ¨®mico Mundial, mantienen al pa¨ªs como l¨ªder en Latinoam¨¦rica para hacer negocios, pero tambi¨¦n se?alan que su peor lastre es la deficiente ense?anza.
Eso hac¨ªa tan importante, para nosotros, el Congreso Internacional de la Lengua espa?ola que deb¨ªa realizarse precisamente en Valpara¨ªso, en marzo. Incomprensiblemente, este se "dio por celebrado" en lugar de postergarse, cuando lo frustr¨® el terremoto. Con el apoyo de Espa?a, el actual Gobierno debiera retomarlo (y no solo por razones acad¨¦micas, ni menos cortesanas). Sin acentuar la importancia de la lengua no derrotaremos a nuestro secular "Genio de la Ignorancia". No tendremos desarrollo verdadero mientras una mayor¨ªa de nuestra gente carezca de palabras adecuadas para expresar sus buenas ideas.
En el luminoso y reactivado puerto de Valpara¨ªso, frente a la Cueva del Chivato, pienso en los 33 mineros atrapados bajo el desierto de Chile. Durante estos fastos del Bicentenario se elogia mucho la tenacidad que los sacar¨¢ de all¨ª. Pero se critica menos la ignorancia que, antes, los enterr¨® all¨ª. Sin embargo, lo mejor de nuestra tradici¨®n de pa¨ªs pobre fue la insatisfacci¨®n. Y la capacidad de mirar el Espelunco bajo nuestros pies.
Confiamos en que los mineros saldr¨¢n de esa caverna muy pronto. Pero salir de las cuevas mentales es m¨¢s lento. Extraer oro y cobre y hasta hombres, de la tierra, es m¨¢s r¨¢pido que formar buenos profesores. Dejar el submundo de Espelunco y entrar al desarrollo prometido, nos exigir¨¢ saber nombrar al "Genio de la Ignorancia". No hay un desaf¨ªo mayor para el tercer siglo de nuestra rep¨²blica.
La Cueva del Chivato permanece tapiada. All¨ª se inaugur¨® nuestra novela nacional. Fundada en la autocr¨ªtica. En este Bicentenario quiz¨¢s los chilenos deber¨ªamos reabrir esa cueva, simb¨®licamente, y declararla Monumento Nacional. Para no olvidarlo.
Carlos Franz es escritor chileno. Su libro m¨¢s reciente es La prisionera (Alfaguara).
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