"No llamemos arte al arte contempor¨¢neo"
La historia no tiene un sentido determinado y el arte contempor¨¢neo no merece ser llamado arte. Marc Fumaroli (Marsella, 1932) ha estado en Barcelona para presentar Par¨ªs-Nueva York- Par¨ªs. Viaje al mundo de las artes y de las im¨¢genes (Acantilado), "un panfleto erudito", en palabras de su editor, en el que vuelve al eterno debate entre los antiguos y los modernos.
Pregunta. ?Es usted reaccionario?
Respuesta. ?Reaccionario? Es verdad que me gusta mucho reaccionar y las gentes que reaccionan est¨¢n muy vivas. Lo tomo en el sentido exacto del t¨¦rmino. No creo que la historia tenga un sentido ni que tengamos que inclinarnos ante el sentido de la historia. La gente que me interesa son aquellos que van contracorriente. He conocido la ¨¦poca en la que todo el mundo marchaba en el sentido de la historia, que no era otro que el que se marcaba desde Mosc¨². Me hace feliz estar contracorriente e incluso ser muy reaccionario. Cierto, ahora hay que reaccionar contra otras cosas distintas a las del momento en el que la URSS era considerada en Francia como la promesa del futuro de la humanidad.
"Me hace feliz estar contracorriente, incluso ser muy reaccionario" "Los del 68 son hoy capitalistas y controladores del sistema medi¨¢tico"
P. Hay quien dice que Francia es un pa¨ªs sovi¨¦tico que ha tenido ¨¦xito.
R. O que Francia es el ¨²ltimo pa¨ªs del Este, s¨ª, pero no hay que tom¨¢rselo en serio. Lo que s¨ª es cierto es que nuestra modernidad es nuestro Estado, lo que desde el punto de vista anglosaj¨®n es una cosa extra?a, pero ahora lo hemos sustituido por la sumisi¨®n servil a una imagen falsa que Europa se hace de Estados Unidos.
P. Es usted especialmente cr¨ªtico con el arte contempor¨¢neo, con esta concepci¨®n del arte espect¨¢culo...
R. No solo del arte espect¨¢culo, sino del arte negocio. Hay una nueva clase social que surge de la acumulaci¨®n del dinero en una esfera extremadamente estrecha, pero mundial. Estos millonarios ya no quieren tener en casa un tiziano o un delacroix, sino signos exteriores de riqueza. Y eso es lo que les proporcionan las galer¨ªas que les ofrecen tiburones dentro de tanques de formol o juguetes sofisticados como los que produce Jeff Koons.
P. ?No cree que este arte pueda llegar a ser popular?
R. A la gente le gustan otras cosas, el deporte, la m¨²sica rock... No me parece mal. Lo que me resulta odioso es vender a esta gente, que no lo quiere y que tampoco se lo puede permitir, un arte reservado a la imagen de los famosos. La gente com¨²n va mucho m¨¢s al museo del Louvre, a los museos de arte antiguo... Esos lugares convocan aut¨¦nticas peregrinaciones.
P. ?En qu¨¦ momento el arte toma esta deriva? ?La culpa la tiene Marcel Duchamp?
R. No, claro que no. ?Pobre Duchamp! Era un snob franc¨¦s muy elegante que jam¨¢s se hubiera encontrado con Warhol. Lo suyo era el privilegio de peque?os grupos muy exquisitos. Cuando el MOMA hizo la primera retrospectiva de Warhol, Duchamp devolvi¨® la invitaci¨®n, que no era sino la imagen de La Gioconda con bigotes, que ¨¦l mismo hab¨ªa realizado. Consider¨® obsceno que aquel mal artista utilizara una imagen que ¨¦l hab¨ªa inventado para hacerse su propia publicidad. Hay un mundo entre Duchamp y Warhol. La f¨®rmula de Duchamp era: 'todo lo que se pone en un museo se convierte en obra de arte'. Warhol la utiliza en el sentido de que todo lo que hay en los supermercados puede entrar en museo y convertirse en obra de arte. Nunca Duchamp pens¨® esto.
P. ?La l¨ªnea roja la marcar¨ªa el pop americano?
R. Creo que ha influido mucho transport¨¢ndonos a este universo que no est¨¢ hecho para los europeos. Hay un punto com¨²n en el arte, la exigencia de una obra, y hemos entrado en un mundo en el que el arte no supone una obra, sino solo un concepto, una cosa ef¨ªmera que durar¨¢ un tiempo breve y que, moment¨¢neamente excita un poco a los periodistas. Esta es la gran ruptura. No hay derecho a utilizar la palabra arte para lo que se llama el arte contempor¨¢neo, no lo llamemos as¨ª; habr¨¢ que inventar otra palabra, tal vez entertainment para millonarios.
P. Pero hay artistas que a¨²n hacen arte...
R. S¨ª, pero no tienen el favor de los medios de comunicaci¨®n, ni de los museos. En Espa?a hay gente interesante, hay pintores notables. Si vuelve la pintura y la escultura, lo que suceder¨¢, Espa?a estar¨¢ en primera fila. Sartre dijo una vez: hay gente retrasada que est¨¢ por delante.
P. ?No ser¨¢ usted sartriano?
R. No, pero sucede que Sartre, de vez en cuando, dijo algunas verdades. Sartre es un fen¨®meno de la posguerra, un profesor que nunca debi¨® ocupar el lugar que tuvo, pero la guerra y el hecho de que una buena parte de la intelligentsia francesa fuera colaboracionista le convirti¨® en una especie de vedette que nunca debi¨® ser. Y ¨¦l se volvi¨® loco, a fuerza de creerse vedette. Personalmente -y no soy el ¨²nico-, nunca consider¨¦ que Sartre fuera un ma?tre ¨¤ penser.
P. Tampoco parece tener usted muchas simpat¨ªas por el Mayo del 68.
R. El ¨²nico aspecto simp¨¢tico de la gente de Mayo del 68 es que se re¨ªan del general De Gaulle y del gaullismo, que en el fondo era un r¨¦gimen estrecho, mezquino. Por lo dem¨¢s no hicieron m¨¢s que abrir la puerta a la mercantilizaci¨®n general del universo. Todos se han convertido en capitalistas y en controladores del sistema medi¨¢tico. Los sesentayochistas son quienes ahora tienen el poder. Desde el primer momento me di cuenta de que no eran m¨¢s que hedonistas que se iban a lanzar a la sociedad de consumo.
P. Pero hubo varios 68...
R. S¨ª, en Estados Unidos era mucho m¨¢s interesante, porque era un movimiento anticapitalista, un movimiento un poco ingenuo pero antiutilitarista, se trataba de reencontrar la felicidad, la voluptuosidad, la naturaleza... Estaba Bob Dylan, Allen Ginsberg, era un movimiento de salida del universo material, fordista, hab¨ªa algo noble en ello. En Francia era totalmente glacial, la gente que estaba vendida de antemano, gente como Cohn Bendit... insoportable. Ahora se les ve gordos, viejos.
P. ?Es usted un optimista o un melanc¨®lico?
R. Es necesario un optimismo que sea capaz de absorber el pesimismo, no de esconderlo o rechazarlo, sino de devorarlo, de quemarlo. En la medicina antigua hab¨ªa la idea de que los melanc¨®licos pod¨ªan ser locos o genios. Los unos quemaban su melancol¨ªa y se convert¨ªan en genios iluminados por el incendio, y los otros se volv¨ªan locos porque la melancol¨ªa es pesada y aplasta, es como el petr¨®leo. Es profundamente verdadera esta idea. Ahora estamos en la fase del petr¨®leo y estamos ahogados por el petr¨®leo. La literatura, cuando vuelva, ser¨¢ la literatura de lo grotesco, porque hacer re¨ªr ya es curar. Hacen falta dos o tres Rabelais.
Babelia
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