La pasi¨®n 'roja' de U2

Impresiona ver c¨®mo Bono, l¨ªder de U2, encara un estadio de La Cartuja sevillano repleto (80.000 personas) y da vueltas alrededor de la pasarela circular del escenario, movi¨¦ndose como un p¨²gil insolente, dando saltitos, soltando jabs de izquierda y de derecha, uno dos, uno dos.

Luego hallar¨ªamos explicaci¨®n al porqu¨¦ de tanta soltura de estrella del rock y de las causas justas que ha decidido otorgarse un d¨ªa libre: "Tengo una fenomenal resaca, amigos", confes¨® hacia la mitad del segundo de los dos recitales que la banda irlandesa de rock de masas ha concedido (en San Sebasti¨¢n, el domingo) esta semana en Espa?a.

Y, ya se sabe, hay resacas que le ponen a uno de buen humor e inducen directamente el disparate. "?Somos unos putos enamorados de Espa?a!", exclam¨® Bono. "Y vosotros s¨ª que sois unos l¨ªderes mundiales. ?Hab¨¦is ganado la copa! Este de aqu¨ª [se?alando al bajista, Adam Clayton] es nuestro Iker Casillas. Aqu¨¦l [el bater¨ªa Larry Mullen] el ni?o Torres. A¨²n no he decidido si The Edge es Xavi o Iniesta. ?Y yo? ?Sergio Ramos!". El desconcierto entonces se pudo cortar con cuchillo. Hab¨ªa explicaci¨®n a tanta relajaci¨®n. Se podr¨ªa decir que U2 lleg¨® a la capital andaluza a demostrarse a s¨ª mismos que eran capaces de dar ese concierto. Asuntos tan inaplazables como una hernia discal (la que ha sufrido Bono y oblig¨® a la banda a suspender la gira dos meses) y una huelga general (que retras¨® el concierto un d¨ªa) amenazaron el espect¨¢culo de ayer, dise?ado milim¨¦tricamente para funcionar como una epifan¨ªa.

La cosa se qued¨® m¨¢s bien en brillant¨ªsimo espect¨¢culo de rock de estadio. En una era como esta, abonada a los superlativos y al arte concebido como una disciplina ol¨ªmpica, U2 podr¨ªa ser la banda que mejor la defina. Las cifras de sus presentaciones est¨¢n pensadas para provocar el mareo. Llevan m¨¢s de un a?o girando por todo el mundo (el concierto inaugural de este 360? Tour fue en Barcelona) con una estructura, un escenario circular de treinta metros de altura que hace las veces de quinto miembro de la banda y recuerda a esos jejenes que acribillan al turista desprevenido en los pa¨ªses tropicales.

Todo, el sonido, las luces, las proyecciones en una pantalla esf¨¦rica de 54 toneladas y 5.000 metros cuadrados de superficie, llegaron a Sevilla para colmar las necesidades de un p¨²blico continuamente necesitado de est¨ªmulos, como esos adictos al sexo perpetuamente insatisfechos.

El Ayuntamiento de Sevilla lo hab¨ªa definido, seguramente dej¨¢ndose llevar por el entusiasmo, como "el mayor concierto de la historia de la ciudad". Desde luego, el atasco que provoc¨® fue de proporciones b¨ªblicas y la contemplaci¨®n de las masas volviendo a la civilizaci¨®n por las cunetas de las autov¨ªas tras el t¨¦rmino del recital resultaba sobrecogedora. Y sin embargo, nunca se sabe c¨®mo, todos los fans de la banda de rock panor¨¢mico y apabullante, los que perdieron la virginidad con sus canciones aquel verano del mundial de Espa?a y los hijos de estos, se las arreglaron para presenciar llegar a, arranque de la noche, una Beautiful day que son¨® poderosa.

Lo que sigui¨® fue un repertorio fijado en los cl¨¢sicos (With or without you, One, Mysterious ways, I still haven't found what I'm looking for, Where the streets have no name), con la banda marcialmente conjuntada y un Bono que, si bien ha vivido mejores tiempos y cada d¨ªa se parece m¨¢s a Robbie Williams, sigue siendo capaz de casi todo con esa voz suya, tan firmemente ¨¦pica.

El cl¨ªmax lleg¨® en el primer bis, con Bloody Sunday, en la que, un tanto efectistamente, mezclaron el recuerdo de la lucha irlandesa con las protestas de la revoluci¨®n verde iran¨ª. No fue el ¨²nico gui?o geopol¨ªtico de la noche: Por las pantallas comparecieron Aung San Suu Kyi, Desmond Tutu y su virtualmente perfecto tono de arenga, y hasta un astronauta de la estaci¨®n espacial.

Cumplidas las dos horas de concierto, Bono y sus tres mejores amigos dejaron el escenario y a un mont¨®n de sus seguidores satisfechos. Seguramente haya formas m¨¢s raras de terminar un d¨ªa de resaca, pero cuesta imaginarlas.