La notaria del Himalaya
Podr¨ªa ser el personaje de una novela de Agatha Christie. O una apacible abuelita que hace punto en un hogar de jubilados cualquiera mientras espera la hora del t¨¦. Pero es la mujer que m¨¢s sabe de monta?ismo en el mundo, de monta?ismo de primera fila, de ese que se juega entre los 7.000 y 8.848 metros de altitud en las cimas del Himalaya. Del alpinismo m¨¢s extremo y dif¨ªcil que existe. Y su palabra en este campo es la ley. Solo que ella en su vida ha subido a una monta?a.
Se llama Elizabeth Hawley, est¨¢ a punto de cumplir 87 a?os y aunque es norteamericana de nacimiento vive desde 1960 en Nepal. En las ¨²ltimas semanas el nombre de Hawley ha vuelto a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos a ra¨ªz de la carrera entre dos experimentadas monta?eras, la espa?ola Edurne Pasaban y la coreana Oh Eun-Sun, por ser la primera mujer que escalaba las 14 cimas de m¨¢s de 8.000 metros del planeta. En un principio, el honor se lo llev¨® la asi¨¢tica por apenas unas semanas de diferencia. Pero exist¨ªan dudas sobre si Miss Oh hab¨ªa llegado o no un a?o antes a la cima del Kangchenjunga, recelos que no han hecho m¨¢s que aumentar en los ¨²ltimos d¨ªas a ra¨ªz de que la propia Federaci¨®n Coreana de Alpinismo (KAF), asesorada por los m¨¢s veteranos alpinistas de ese pa¨ªs, llegara a la conclusi¨®n de que en efecto Miss Oh no alcanz¨® la cumbre de ese ochomil. La pol¨¦mica ha hecho que todas las miradas se volvieran de nuevo hacia esta venerable anciana, conocida tambi¨¦n como la notaria del Himalaya o la Dama de Hierro, que con la laboriosidad de una hormiga y la tenacidad del santo Job lleva desde hace 30 a?os una estad¨ªstica de todas y cada una de las ascensiones a los grandes picos del Himalaya y es capaz de certificar si una expedici¨®n hizo cumbre en una cima o no lleg¨® a pisarla. Y todo, sin haber estado nunca all¨ª arriba.
Hawley lleva desde hace 30 a?os una estad¨ªstica de cada una de las ascensionesal Himalaya
"Nos pregunt¨¢bamos: '?Qu¨¦ hace esta se?ora aqu¨ª?, ?por qu¨¦ nos pregunta tanto?", dice Carlos Soria
"Nunca he querido subir all¨ª arriba. Soy demasiado perezosa, me gusta dormir todas las noches en una cama y comer caliente"
Pero m¨¢s all¨¢ de la pol¨¦mica entre Pasaban y Miss Oh -Liz Hawley ha dicho que de momento mantendr¨¢ en su base de datos como "disputed" (disputada) esa cima para la coreana, sin entrar en m¨¢s valoraciones lo verdaderamente apasionante de este caso est¨¢ en el personaje en s¨ª, en la historia de esta anciana menuda y fr¨¢gil a la que rudos/as y curtidos/as ochomilistas de todo el mundo (los hombres y mujeres m¨¢s fuertes f¨ªsica y mentalmente del planeta) guardan un respeto casi reverencial.
Elizabeth Hawley naci¨® el 9 de noviembre de 1923 en Chicago (EE UU). Estudi¨® Historia en la Universidad de Michigan, pero nunca ejerci¨® como tal. Se inclin¨® hacia el periodismo y en 1946 empez¨® a trabajar en la revista Fortune, en Nueva York. All¨ª estuvo hasta 1957, cuando se dio cuenta de que la redacci¨®n era un mundo demasiado peque?o para ella. Renunci¨® a su puesto fijo y se march¨® a recorrer mundo. En 1960 recal¨® en Katmand¨², la capital de Nepal, con un contrato a tiempo parcial como corresponsal de la revista Time-Life y otro contrato de colaboraci¨®n de la agencia Reuters.
Desde all¨ª deb¨ªa de mandar cr¨®nicas pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales y, de vez en cuando, tambi¨¦n de gestas monta?eras. El Everest hab¨ªa sido escalado por primera vez hac¨ªa solo siete a?os y empezaba la era dorada del himalayismo. Poco a poco Hawley se introdujo en los c¨ªrculos de monta?eros de primer orden, se hizo ¨ªntima amiga de Edmund Hillary (la primera persona en subir al Everest) y en apenas tres a?os se hab¨ªa convertido en una referencia en el mundo de las expediciones al Himalaya.
Uno de los primeros espa?oles que la conoci¨® fue Carlos Soria, el m¨¢s veterano de nuestros alpinistas de ¨¦lite (a sus 71 a?os ha escalado ocho cumbres de m¨¢s de 8.000 metros y prepara una nueva ascensi¨®n al Manaslu, la octava cima del mundo, para este verano). Ocurri¨® en 1973, durante la primera expedici¨®n espa?ola a un ochomil: "Estuvimos mucho tiempo con ella, qued¨¢bamos a comer y nos pregunt¨¢bamos: '?Qu¨¦ hace esta se?ora aqu¨ª?, ?por qu¨¦ nos hace tantas preguntas?'. Fantase¨¢bamos con que era de la CIA y cosas as¨ª. Recuerdo que nos regal¨® hach¨ªs; del bueno, por cierto; eran otros tiempos, los tiempos de los hippies. Y nosotros algo ex¨®tico: los primeros espa?oles que aparec¨ªan por all¨ª", recuerda Soria.
Hawley comenz¨® a mandar cr¨®nicas de alpinismo a Reuters y otras revistas especializadas en 1963 y en 1980, ante la ausencia de un registro oficial, empez¨® a anotar con una minuciosidad de monje benedictino todas y cada una de las expediciones que llegaban al Himalaya por el lado nepal¨ª. Estableci¨® un sistema de trabajo tan simple como efectivo que sigue empleando hoy d¨ªa y que no tiene reparos en explicar a quien le pregunta: "Antes de que empiece la temporada me pongo en contacto con las agencias especializadas en senderismo y monta?ismo de Katmand¨². El Gobierno nepal¨¦s exige que cada expedici¨®n est¨¦ representada por una agencia. De modo que les pregunto qu¨¦ expediciones esperan y averiguo su fecha de llegada, en qu¨¦ hoteles van a alojarse, etc¨¦tera. Cuando llegan, me re¨²no con el jefe y le pido que me d¨¦ datos biogr¨¢ficos b¨¢sicos de cada miembro y que me diga cu¨¢les son sus planes iniciales de escalada. Luego, cuando regresan, vuelvo a reunirme con ellos para saber qu¨¦ han hecho -o qu¨¦ dicen que han hecho y, con todo eso, elaboro mis cr¨®nicas".
La red de contactos, esp¨ªas, amigos y confidentes que Miss Hawley ha creado en Katmand¨² la quisiera para s¨ª cualquier servicio secreto del mundo. Nada que pase relacionado con la monta?a se le escapa, si no lo detecta ella o sus colaboradores directos es alguno de sus muchos confidentes los que le avisan. As¨ª lo confirma la propia Edurne Pasaban que mantiene una intensa relaci¨®n con ella. De hecho, Miss Hawley le envi¨® a Edurne un e-mail el pasado 29 de agosto coment¨¢ndole la decisi¨®n de la Federaci¨®n Coreana respecto a Miss Oh y en el que le reconoc¨ªa: "Ciertamente lo siento por ella, pero parece que su ¨²nica opci¨®n es volver y ascenderlo de nuevo (el Kangchenjunga) y regresar con un mont¨®n de fotos m¨¢s reconocibles". Por supuesto, Pasaban fue a verla a Katmand¨² al regreso de su ¨²ltimo ochomil, el Shisha Pangma (8.027 metros), con el que cerraba su carrera por los 14 mayores picos del planeta, para darle detalles de esa ascensi¨®n. "Eso es lo incre¨ªble, normalmente por no decir siempre que llego a Katmand¨², cojo la llave de la habitaci¨®n, abro la puerta y suena el tel¨¦fono: es ella, seguro, para pedirme una entrevista. No s¨¦ c¨®mo, pero se entera de todo", explica la guipuzcoana.
Pese a que nunca ha visto siquiera el campo base del Everest (ni de ninguna otra cumbre) Miss Hawley es respetada en todos los ¨¢mbitos monta?eros. La propia Edurne lo confirma: "Lo que dice ella, va a misa. Para todos los alpinistas su opini¨®n es muy importante, aunque parezca raro, el que ella te confirme la cima es muy importante". Carlos Pauner, otro de los grandes escaladores espa?oles, compa?ero en muchas expediciones de Pasaban y con ocho ochomiles en su haber es de la misma opini¨®n: "Su palabra es respetada porque como ella misma dice no es juez. Ella ofrece unos datos objetivos, mira aqu¨ª, mira all¨¢ y dice de los que no tiene dudas de que han hecho cumbre y de los que tiene dudas de que en realidad llegaran. Pero no dice que no hayan llegado. Para un monta?ero profesional no estar en la lista de Hawley es un problema". Es la postura que Hawley ha adoptado en el caso Miss Oh versus Pasaban. En un e-mail enviado a finales de agosto a la revista especializada en monta?a Desnivel, asegura: "Acerca de qui¨¦n fue la primera mujer en escalar los 14 ochomiles, no tengo una opini¨®n para publicar. La Himalayan Database no juzga casos en disputa: solo recogemos lo que nos ha dicho la gente con conocimiento en esa situaci¨®n".
Buena parte de "esa gente con conocimientos" son los sherpas, su mejor fuente de informaci¨®n, una comunidad con la que tiene una relaci¨®n muy especial desde hace d¨¦cadas, cuando empez¨® a colaborar con su gran amigo Edmund Hillary en el Himalayan Trust, la fundaci¨®n que el primer hombre que pis¨® la cima del Everest cre¨® para ayudar al desarrollo de las comunidades sherpas del Himalaya nepal¨ª. De hecho, ella vive ahora en la casa de la fundaci¨®n en Katmand¨². Desde all¨ª trabaja como ha hecho siempre: con papel y l¨¢piz, sin prisas, tom¨¢ndose todo el tiempo del mundo en entrevistar a todos los protagonistas de una historia.
"Eso es lo m¨¢s fascinante del trabajo de Miss Hawley", confiesa Dar¨ªo Rodr¨ªguez, director y fundador de Desnivel. "En un mundo donde Internet obliga a darlo todo al instante, donde hay mucha opini¨®n pero poca informaci¨®n, donde muy pocos contrastan datos porque todo hay que darlo r¨¢pido, una anciana de 86 a?os, que funciona con las mismas fichas de papel de hace 40 a?os, que las rellena a mano, que actualiza su base de datos cada seis meses, que utiliza un sistema informativo tan arcaico que nadie entiende y que solo entra a Internet para saber qu¨¦ d¨ªa hicieron cumbre las expediciones y calcular as¨ª en qu¨¦ fecha aproximada estar¨¢n de vuelta en Katmand¨² ?es la referencia mundial! Deber¨ªa servirnos para recapacitar y pensar hacia d¨®nde se dirige el periodismo especializado de hoy".
Mientras tanto, miss Hawley sigue recorriendo Katmand¨² a bordo de su eterno Volkswagen escarabajo azul y su pelo cardado. En busca de expediciones a las que entrevistar. Con su carpetas, sus fichas de papel, su car¨¢cter irascible y explosivo (entrevistarla es todo un ejercicio de paciencia para cualquier periodista) y los recuerdos de haber conocido en la intimidad a los m¨¢s grandes del alpinismo mundial, desde Edmund Hillary, a quien tuvo que darle la tr¨¢gica noticia de que su mujer y su hija hab¨ªan fallecido en una accidente de avi¨®n cuando ven¨ªan a reunirse con ¨¦l en Nepal, o a Reinhold Messner, a quien considera "el alpinista m¨¢s importante" que ha conocido jam¨¢s.
Pero cuando se le pregunta si le gustar¨ªa escalar alguna de estas monta?as su respuesta es taxativa: "No. Me encanta verlas, creo que son un paisaje maravilloso, pero no tengo ning¨²n inter¨¦s en subir. ?Para qu¨¦? Soy demasiado perezosa, me gusta dormir todas las noches en una cama y tener comida caliente y variar de men¨²? Nunca quise ir all¨ª arriba".
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