Tirar la piedra y esconder la mano
El abuso de las fuentes an¨®nimas da?a la confianza de los lectores. No deber¨ªan usarse, como ocurre a veces, para amparar opiniones, ataques o informaciones tendenciosas
Les dec¨ªa en mi art¨ªculo del pasado domingo que es imposible hacer un buen periodismo de investigaci¨®n sin recurrir en ocasiones a fuentes an¨®nimas, pero su uso est¨¢ aumentando de forma preocupante y con frecuencia las encontramos en casos en que no est¨¢n justificadas. El aumento de las fuentes an¨®nimas es consecuencia de dos fen¨®menos concurrentes: una cultura pol¨ªtica que tiende a la opacidad porque pretende utilizar la informaci¨®n como arma partidista, y una creciente dejaci¨®n por parte de los periodistas de su deber de transparencia. Las fuentes se atreven cada vez con mayor frecuencia a exigir el anonimato y los periodistas somos cada vez m¨¢s tolerantes con sus exigencias.
En la revisi¨®n que he hecho para este art¨ªculo he encontrado un gran n¨²mero de noticias y cr¨®nicas en las que se citan como fuente a "analistas", "inversores" o "empresarios" an¨®nimos que deber¨ªan poder ser identificados. Tambi¨¦n he encontrado casos en los que el anonimato ampara meras opiniones, cuando no insidias. Y muchos otros en los que la fuente pide el anonimato porque teme represalias o no quiere cargar con las consecuencias de lo que dice.
Podr¨ªa citarles muchos ejemplos, pero me limitar¨¦ al ¨²ltimo que ha provocado una queja. Me escriben el m¨¦dico Javier Ruiz Moreno, la enfermera Mar¨ªa Antonia Insens¨¦ y la administrativa Juana L¨®pez Iturbe en nombre de los profesionales del hospital Sagrado Coraz¨®n de Barcelona para quejarse por una informaci¨®n titulada "Salud, insatisfecho con las prestaciones de Alian?a, rechaza contratarle nuevos servicios". El titular se basa en el siguiente p¨¢rrafo: "Fuentes de la Administraci¨®n se?alan que Salud, insatisfecha con la calidad de la asistencia de la mutua, se ha negado a ampliar los servicios contratados". Los remitentes aseguran que los profesionales sanitarios garantizan la calidad de la asistencia y se?alan la incongruencia de que el Departamento de Salud la considere deficiente cuando el hospital dispone del "certificado de acreditaci¨®n que otorga el propio departamento", que ha publicado adem¨¢s encuestas de satisfacci¨®n en las que la calidad est¨¢ por encima de la media.
La autora, Ariadna Trillas, admite la incongruencia pero se ratifica en lo publicado: "La informaci¨®n se basa en las afirmaciones de tres fuentes distintas. La fiabilidad de al menos dos de ellas es absoluta. Las tres pusieron como condici¨®n el anonimato. Acced¨ª, no sin gran frustraci¨®n, porque me pareci¨® que la informaci¨®n, por el calado que ten¨ªa, merec¨ªa tener difusi¨®n p¨²blica"."A menudo", prosigue Trillas, "se nos plantea la disyuntiva de publicar o no una noticia en que la fuente no da la cara. Entiendo que si la informaci¨®n es relevante, hemos de hacerlo, pero recabando hechos objetivos que puedan corroborarla". Todos los periodistas han afrontado este dilema. La cuesti¨®n es: ?d¨®nde situamos la l¨ªnea roja?
El director adjunto Vicente Jim¨¦nez, responde: "EL PA?S no necesita escribir 'llueve, seg¨²n el Instituto Nacional de Meteorolog¨ªa' para demostrar que se toma muy en serio las fuentes. Pero, entre pasarse o quedarse corto, mejor lo primero. Pese al chiste, conviene no tomarse en broma este asunto. El ideal de cualquier periodista es una informaci¨®n exclusiva, relevante e interesante, basada en fuentes identificadas. Pero entre lo deseable y lo posible siempre hay tensiones. De ah¨ª que nuestro Libro de estilo dedique cuatro art¨ªculos al uso de las fuentes an¨®nimas. En ellos se establece que el periodista tiene la 'obligaci¨®n' de no revelar sus fuentes cuando estas le exigen confidencialidad, que hay que especificar el porqu¨¦ de tal exigencia y que conviene ofrecer alg¨²n dato que ayude al lector a perfilar dicha fuente".
"Como norma", prosigue, "las fuentes an¨®nimas no deben ser utilizadas para expresar meras opiniones, ya que el valor de una opini¨®n est¨¢ en qui¨¦n la emite. El anonimato entra?a riesgos, y uno de ellos es el abuso, que hay que evitar. No siempre lo conseguimos. Pero sin fuentes an¨®nimas muchas informaciones de inter¨¦s p¨²blico no ver¨ªan la luz. El periodista debe ser capaz de caminar con equilibrio entre el riesgo de da?ar la credibilidad con el abuso, y el peligro de escamotear o empobrecer historias de inter¨¦s si no las utiliza".
De acuerdo con estos criterios, creo que traspasamos la l¨ªnea roja con demasiada frecuencia. Publicamos opiniones an¨®nimas. A veces recurrimos a las fuentes innominadas para eludir el f¨¦rreo control que ejercen los directores de comunicaci¨®n de empresas y organismos, pero en ocasiones lo hacemos para enmascarar que la ¨²nica fuente que tenemos es precisamente el gabinete de comunicaci¨®n. Y en no pocos casos, las usamos porque nos plegamos al inter¨¦s meramente partidista de la fuente.
La campa?a de las primarias del PSOE de Madrid ha motivado quejas de lectores por datos o afirmaciones que se atribu¨ªan a fuentes no identificadas o gen¨¦ricas como "el entorno" del candidato. Si eran miembros del equipo, ?por qu¨¦ no daban la cara? Se lo pregunto al periodista que ha cubierto estas primarias, Jes¨²s S¨¦rvulo Gonz¨¢lez: "En un duelo fratricida entre dos compa?eros de partido", responde, "ning¨²n cargo p¨²blico quer¨ªa aparecer como el traidor que airea los trapos sucios. Hab¨ªa adem¨¢s un mandato de Ferraz para evitar da?os que pudieran ser utilizados por el PP. Los testimonios eran necesarios y muchos exig¨ªan anonimato, pero solo hemos publicado lo que hemos podido corroborar".
El periodista puede y debe filtrar los sesgos partidistas. Pero aceptar estas limitaciones contribuye a la opacidad informativa. Prevenir el abuso de las fuentes an¨®nimas deber¨ªa ser un objetivo de este diario. "Existen mecanismos para ello", se?ala Vicente Jim¨¦nez. "Uno muy sencillo es no confundir una fuente con un simple portavoz o jefe de prensa. El periodista debe evitar ser reh¨¦n de sus propias fuentes cuando estas pretenden propagar falsedades, informaciones tendenciosas o medias verdades; debe conocer qu¨¦ intereses mueven a la fuente y por qu¨¦ exige el anonimato; y debe garantizar que la fuente ocupa un lugar central en el asunto que se aborda. En informaciones extremadamente delicadas o de gran impacto, el director tiene derecho a saber qui¨¦n est¨¢ tras una fuente an¨®nima antes de publicar la noticia".
Tomo nota de lo que dice el director y estar¨¦ atenta a su cumplimiento, porque nos jugamos el prestigio. Pero m¨¢s all¨¢ de esta vigilancia, creo necesario establecer alg¨²n tipo de protocolo espec¨ªfico de supervisi¨®n. El lector ha de poder confiar en que cuando el diario le dice que no puede darle la fuente, es por una muy buena raz¨®n. Adem¨¢s, el uso de fuentes an¨®nimas da al periodista un margen de discrecionalidad que puede ser mal utilizado. El lector Armando Segovia nos lo advierte con una referencia provocadora: la del "fantasma de Jayson Blair, el periodista de The New York Times que durante a?os escrib¨ªa historias-ficci¨®n desde lugares a los que no viajaba y entrevistas a personajes que no exist¨ªan".
Otro lector, el m¨¦dico Rafael Goya Moscoso, nos advierte de que el uso de fuentes an¨®nimas sirve en ocasiones para que el periodista pueda camuflar sus propias opiniones. Cuando una cr¨®nica se ampara en fuentes tan gen¨¦ricas como "algunos analistas" o "algunos expertos", los lectores tienen derecho a sospechar. Si son realmente analistas, sus opiniones ser¨¢n p¨²blicas. ?Qu¨¦ problema hay en citarlos? Y si son expertos, ser¨¢n solventes. ?Por qu¨¦ no identificarlos? A ra¨ªz del caso de Jayson Blair, The New York Times aplic¨® en 2004 una serie de medidas que permitieron reducir a la mitad el uso de las fuentes an¨®nimas. Creo que EL PA?S debe dar un paso m¨¢s en los mecanismos de control: el periodista deber¨ªa justificar cada fuente an¨®nima al menos ante un superior y no se deben utilizar para amparar opiniones o valoraciones, informaciones triviales o ataques personales o partidistas de ning¨²n tipo, como ocurre ahora con frecuencia.
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