El diablo, detective
A veces la conjunci¨®n de dos escritores da lugar a un tercero, de inter¨¦s literario no inferior a sus progenitores y distinto a ellos. Ocurre a veces en las traducciones m¨¢s personales: pienso, por ejemplo, en la versi¨®n de Edgar Allan Poe brindada por Baudelaire, que tanto hizo por la gloria del maestro americano en Europa continental. Borges propone el caso del poeta que surgi¨® de la complicidad a trav¨¦s de siglos y distancias geogr¨¢ficas entre el persa Omar Khayy¨¢m y el ingl¨¦s Edward Fitzgerald, para crear una nueva visi¨®n / versi¨®n de los "Rubaiyat". Pero tambi¨¦n pueden darse otras combinaciones: as¨ª ocurre cuando un escritor se convierte en protagonista de la obra de otro, como en La muerte de Virgilio de Hermann Broch... Veamos un ejemplo m¨¢s.
Cuando la estupidez se me hace insufrible, releo 'El diccionario del diablo' para calmarme
Ambrose Bierce fue sin duda el ¨²ltimo gran escritor norteamericano del siglo XIX, digno de tutearse con Poe, Melville, Hawthorne, Stephen Crane o Mark Twain. Ante todo periodista c¨¢ustico, atrabiliario y genial, compuso relatos de terror y cuentos de fantasmas que prefiguran los posteriores de Lovecraft o Montague Rhode James (pueden encontrarse en castellano en ediciones de Valdemar y Artemisa). Su estilo modern¨ªsimo une magistralmente una austeridad asc¨¦tica con el humor negro m¨¢s cruel. Un pastor de San Francisco, v¨ªctima como tantos de su s¨¢tira, le llam¨® "el diablo que r¨ªe" y sin duda su obra maestra es El diccionario del diablo, repaso despiadado y agud¨ªsimo de los t¨®picos e ilusiones de una era que a¨²n es en gran parte la nuestra (hay ediciones castellanas en Galaxia Gutenberg y Valdemar). Confieso releerlo peri¨®dicamente desde hace d¨¦cadas, cuando la estupidez -propia y ajena- se me hace insufrible, para calmarme... sin dejar de arder. Este insigne y justiciero mis¨¢ntropo desapareci¨® en 1913 en el M¨¦xico insurgente: Carlos Fuentes ha conjeturado sobre su fin en la notable novela Gringo viejo, tambi¨¦n llevada al cine.
Oakley Hall, fallecido en 2008, es autor -entre otras maravillas- de la mayor y mejor novela del Oeste jam¨¢s escrita: Warlock (Galaxia Gutenberg). Es una obra maestra no ya como las de Zane Grey sino como las de Faulkner, aunque la nitidez y precisi¨®n de su estilo le har¨¢ parecer inferior ante lectores pedantes y superficiales (entre los que suelen reclutarse buena parte de los cr¨ªticos literarios). Pues bien, Hall escribi¨® tambi¨¦n una serie de novelas policiacas protagonizadas por Ambrose Bierce, editadas por University of California Press y si no me equivoco in¨¦ditas en espa?ol. Son espl¨¦ndidas recreaciones de ambiente e intriga, en las que Bierce y su ingenuo ayudante Tom Redmond cobran una vida tan palpitante y ver¨ªdica como las circunstancias sociales, econ¨®micas e incluso er¨®ticas del gran pa¨ªs que hab¨ªa de convertirse poco despu¨¦s, para bien y para mal, en discutido rector del mundo occidental. Abundan en una perspicacia que no hace prisioneros por indulgencia, pero no renuncia tampoco a ocasionales toques de contenido romanticismo. Quienes disfrutamos anta?o con los placeres inconfesables de Marcial Lafuente Estefan¨ªa y Silver Kane nos regodeamos con ellas en un registro m¨¢s adulto pero no totalmente ajeno del mismo goce.
Vuelvo a mi Diccionario del diablo, sobre todo en estos tiempos en que el puritanismo sabe imponerse por v¨ªa de decretos higi¨¦nicos, contra el tabaco y otros vicios nefandos. Releo la entrada correspondiente: "abstinente, adj.: persona de car¨¢cter d¨¦bil que cede a la tentaci¨®n de privarse de un placer. Un abstinente total es aquel que se abstiene de todo menos de la abstinencia y especialmente de no intervenir en los asuntos ajenos".
Babelia
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