Habla el jazz, calla la pol¨ªtica
El estadounidense Wynton Marsalis y su orquesta triunfan en La Habana - La flexibilidad de la Administraci¨®n de Obama ha hecho posible el viaje
El jazz vuelve a desdibujar las fronteras entre Cuba y Estados Unidos. Como era antes. Cuando Dizzy Gillespie y Chano Pozo revolucionaron el ritmo y surgi¨® el afrocuban jazz; cuando el flujo de m¨²sica y artistas entre ambos pa¨ªses era trepidante e imparable.
Con ese mismo esp¨ªritu de uni¨®n, como heredero de un largo legado de creaci¨®n compartida, el trompetista estadounidense Wynton Marsalis se present¨® el martes ante el p¨²blico cubano al frente de los 15 m¨²sicos de la Orquesta del Lincoln Center (JLCO). En dos horas cortas, la big band m¨¢s famosa del mundo recre¨® con preciosismo la evoluci¨®n y filosof¨ªa del jazz en Estados Unidos, en el primero de cinco hist¨®ricos conciertos en La Habana.
La noche entera fue una obra de arte. Desde el principio al final. Una delicada selecci¨®n de cl¨¢sicos de Ellington, Gillespie o Thelonius Monk, combinada con arreglos y composiciones propias e hilvanadas como una lecci¨®n magistral, rigurosa y vibrante, y no solo para ne¨®fitos; entre el p¨²blico hab¨ªa un centenar de m¨²sicos cubanos, empezando por el pianista Chucho Vald¨¦s, anfitri¨®n de Marsalis en La Habana. Fue emocionante para todos.
Para Vald¨¦s, la iniciativa del trompetista norteamericano y la JLCO marca "un verdadero hito" en los intercambios culturales entre ambos pa¨ªses. Por varios motivos. El primero, porque Marsalis y sus m¨²sicos no llegaron a La Habana simplemente a mostrar su arte. "Vinieron sobre todo a interactuar, y a algo todav¨ªa m¨¢s importante: a ense?ar a los m¨¢s j¨®venes, a dar continuidad a la tradici¨®n". Seg¨²n Chucho, "su mensaje educativo es una lecci¨®n para todos".
As¨ª es. Desde que desembarcaron en Cuba, los m¨²sicos estadounidenses han pasado por varias escuelas de m¨²sica de ense?anza elemental y media ofreciendo clases magistrales y transmitiendo a los alumnos su experiencia. El viernes dedicar¨¢n el d¨ªa entero a dar talleres en el conservatorio y en el Instituto Superior de Arte, mientras que el s¨¢bado por la ma?ana ofrecer¨¢n un concierto especial para estudiantes y j¨®venes m¨²sicos de jazz, a algunos de los cuales invitar¨¢n a tocar por la noche en su ¨²ltima presentaci¨®n, concebida como una gran descarga, un cierre apote¨®sico y multitudinario.
"Nuestro lema es unir a personas a trav¨¦s del swing, por eso estamos aqu¨ª", afirm¨® Marsalis poco despu¨¦s de llegar. Y cont¨® una an¨¦cdota: "Cuando yo era un ni?o de 12 a?os, un d¨ªa lleg¨® mi padre [el pianista Ellis Marsalis] con un disco de Chucho e Irakere, y me dijo: 'Mira, mira lo que est¨¢n haciendo los cubanos". Wynton estudiaba entonces trompeta y el disco ten¨ªa unos arreglos innovadores para metales. "Cuando lo puso, todo el rato era: '?Oh, mira esto! ?Oh, f¨ªjate lo que hacen!". El cuento era para decir que entre ambos pa¨ªses la m¨²sica y el jazz es "una cuesti¨®n de familia". "Vamos a hacer ahora lo que quer¨ªan nuestros padres", dijo. Simplemente eso.
Desde que Marsalis aterriz¨® en Cuba —hab¨ªa estado en un viaje exploratorio en 1997, cuando toc¨® con el pianista Frank Emilio en el club La Zorra y el Cuervo— todo ha sido muy intenso.
El domingo se present¨® en los estudios Abdala de La Habana para acompa?ar a Chucho y Omara Portuondo, que terminaban un disco a piano y voz con cl¨¢sicos del filin. Marsalis improvis¨® de tal modo en Esta tarde vi llover, que Omara acab¨® llorando como una ni?a.
Fue algo m¨¢gico, lo mismo que todas las andanzas cubanas de la Orquesta de Jazz del Lincoln Center neoyorquino, quiz¨¢ porque la visita llevaba mucho tiempo prepar¨¢ndose. Ha sido ahora, con la Administraci¨®n de Obama, cuando se materializa. Y tambi¨¦n es simb¨®lico que sea este mismo fin de semana, despu¨¦s de siete a?os sin poder actuar en Estados Unidos, cuando Chucho Vald¨¦s inicia una gira de un mes por San Francisco, Chicago, Los ?ngeles, Washington, Boston, Nueva York y otras ciudades estadounidenses. El prop¨®sito es presentar su disco Chucho's steps, realizado con su nueva banda, The Afro-Cuban Messengers.
Es lo natural, el jazz de ida y vuelta. El segundo concierto de Marsalis en La Habana trat¨® precisamente de eso, de las conexiones jazz¨ªsticas entre Cuba y Estados Unidos. Los m¨²sicos de la JLCO y los de Chucho se unieron en una sola big band para interpretar cl¨¢sicos cubanos, como Siboney, el danz¨®n Almendra o Como fue, y composiciones de Vald¨¦s como Misa negra y New Orleans, un tributo del pianista a la familia Marsalis.
El concierto de esta noche ser¨¢ un mano a mano entre Marsalis y Vald¨¦s con sus grupos peque?os, otro lujo m¨¢s en esta semana en que no se ha hablado ni una sola palabra de pol¨ªtica, y s¨ª mucho de arte y m¨²sica y de los puentes familiares que han existido siempre entre ambas orillas.
Un brindis por Frank Emilio
Wynton Marsalis ha querido que su viaje a Cuba sirva de verdadero puente musical y cultural entre ambas naciones y no ha permitido que sus objetivos se contaminen con la pol¨ªtica.
El lunes, durante una conferencia de prensa, alguien le pregunt¨® qu¨¦ pensaba de aquellos m¨²sicos que en su pa¨ªs no quieren viajar a la isla por motivos ideol¨®gicos. El trompetista dijo que en esos temas ¨¦l era "muy cool". "Quien quiera venir que venga, quien no, que no venga. Son decisiones personales, como cuando una pareja se divorcia. Uno no se puede meter en eso. Cada uno tiene sus razones, y las m¨ªas son estas".
Dicho esto, y para confirmar sus prioridades, a Marsalis se le ilumin¨® la cara al recordar el nombre del pianista cubano Frank Emilio Flynn, ya fallecido, con quien comparti¨® escenario en 1997 en La Habana y a quien invit¨® a ofrecer varios conciertos al Lincoln Center.
El legendario percusionista Tata G¨¹ines, tambi¨¦n desaparecido, estaba en ese mismo grupo. Al recordar a aquellos maestros, y la labor pedag¨®gica que hicieron con los j¨®venes, un miembro de la delegaci¨®n de Marsalis exclam¨®: "Un brindis por Frank Emilio".
Babelia
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