El apocalipsis (financiero)
En el arranque de esta secuela m¨¢s oportunista que oportuna, Gordon Gekko sale de la c¨¢rcel y recoge los objetos personales que dej¨® en el umbral de la penitenciar¨ªa: un muestrario de objetos de lujo puntuado por un m¨®vil de dimensiones prec¨¢mbricas que aporta la medida del tiempo transcurrido entre Wall street (1987) -cl¨¢sico que lleg¨® a serlo por su capacidad para capturar el esp¨ªritu de su ¨¦poca y no por sus perdurables bondades cinematogr¨¢ficas- y Wall street. El dinero nunca duerme (2010) -pel¨ªcula que aspira, sin conseguirlo, a ser la ¨²ltima palabra en ficciones de crisis (financiera)-.
A la salida de la prisi¨®n, Gordon Gekko (un Michael Douglas que nunca ha llevado un traje tan a medida como este personaje) experimenta lo que podr¨ªa llamarse la experiencia del Fin de Raza: nadie viene a recogerle, mientras un presunto ex narcotraficante afroamericano entra en una kilom¨¦trica limusina acolchada con bases sonoras de hip-hop. Es una introducci¨®n estupenda, que revela a Oliver Stone en plenitud de control de sus registros m¨¢s zumbones.
WALL STREET. EL DINERO NUNCA DUERME
Direcci¨®n: Oliver Stone. Int¨¦rpretes: Michael Douglas, Shia LaBeouf, Carey Mulligan.
G¨¦nero: drama. Estados Unidos, 2010.
Duraci¨®n: 133 minutos.
Tibur¨®n de cuello blanco
L¨¢stima que la crisis econ¨®mica sea un material ¨¢spero incluso para el humor negro, que el resto del metraje siga las pautas de una suerte de hipot¨¦tico manual titulado Financial crackdown for dummies y que el cineasta sucumba a algunas de las met¨¢foras visuales m¨¢s ratoneras -con permiso del Fernando Le¨®n de Aranoa de Amador- que este cr¨ªtico haya visto en mucho tiempo.
Paradigma del tibur¨®n de cuello blanco de unos a?os ochenta regidos por la ley de la codicia desaforada y del subid¨®n especulador, el Gekko que aqu¨ª reingresa en la vida civil se reformula como gur¨² financiero sobre el paisaje de un preapocalipsis econ¨®mico propiciado por formas m¨¢s sofisticadas y amorales de s¨ª mismo. Cuando Stone comenta, con la imagen de unos ni?os jugando en Central Park con pompas de jab¨®n, la secuencia en que Frank Langella le expone a su disc¨ªpulo (Shia LaBeouf) la teor¨ªa de las burbujas financieras, incluso el espectador m¨¢s c¨¢ndido intuye que la pel¨ªcula no va a esforzarse demasiado para ser tomada en serio. No es, pues, una l¨²cida disecci¨®n de la crisis, sino la respuesta crepuscular -pero de final incomprensiblemente optimista, y ultrakitsch- al modelo de western con agentes de Bolsa que podr¨ªa haber fundado el primer Wall street.
Babelia
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