Solo hay un camino, la integraci¨®n
La opini¨®n p¨²blica mundial observa con preocupaci¨®n la suerte del pueblo roman¨ª o pueblo gitano, como lo conocemos en Espa?a. Se supone que alrededor del a?o 1000 hubo un ¨¦xodo de miembros de esta etnia desde el norte de India hacia Europa. De aqu¨ª se expandieron por otros continentes. Ello significa que, desde muy larga data, son ciudadanos europeos con tradiciones, culturas y modos de vida propios. A consecuencia de las expulsiones colectivas ordenadas por el Gobierno franc¨¦s, en proceso de an¨¢lisis por parte de las autoridades comunitarias, se ha abierto un intenso debate sobre la situaci¨®n de esta minor¨ªa ¨¦tnica y su integraci¨®n en los diversos pa¨ªses donde est¨¢ asentada.
M¨²ltiples testimonios coinciden en lo esencial: preocupaci¨®n por su situaci¨®n, cr¨ªticas a las expulsiones emprendidas por Gobiernos conservadores como el franc¨¦s o el italiano y serias dudas de que estos procedimientos se ajusten a las reglas y valores que inspiran el modelo europeo. No cabe duda de que, detr¨¢s de estos hechos, late un problema mayor: por qu¨¦ se produce el rechazo a estas minor¨ªas y si los procesos de integraci¨®n han sido los adecuados. Y parece tambi¨¦n haber una coincidencia muy mayoritaria en los an¨¢lisis: el pa¨ªs de Europa donde mejor se ha desarrollado el proceso de integraci¨®n es Espa?a.
Para Europa, Espa?a es el mejor ejemplo de inserci¨®n social de la comunidad gitana
?Cu¨¢les han sido los rasgos del modelo espa?ol? ?Cabe considerar lo ocurrido en Espa?a como un modelo de buenas pr¨¢cticas? La respuesta es positiva, al menos en lo que se refiere a la opini¨®n de la Uni¨®n Europea, la inmensa mayor¨ªa de sus Estados miembros, las organizaciones de defensa de los derechos de las minor¨ªas, los representantes de la comunidad gitana y hasta prestigiosas publicaciones, no precisamente progresistas, como The Economist, Time, o testimonios de expertos tan lejanos, f¨ªsicamente, como el australiano Peter Curson, profesor de poblaci¨®n y seguridad de la Universidad de Sidney, quien considera que el mejor ejemplo para Europa ha sido Espa?a, con la creaci¨®n de programas espec¨ªficos en educaci¨®n, salud, alojamiento y empleo.
Fue la Constituci¨®n espa?ola de 1978 la que estableci¨® los mecanismos de inclusi¨®n y respeto hacia todos los grupos ¨¦tnicos y culturas, previniendo e impidiendo la exclusi¨®n. Y hay que decir que esta ha sido una pol¨ªtica de Estado, seguida por las diferentes fuerzas pol¨ªticas que han ejercido el poder. En estos 30 a?os se ha erradicado pr¨¢cticamente el analfabetismo entre los gitanos, casi el 100% de sus ni?os est¨¢n escolarizados, aunque el abandono escolar es superior a la media, el chabolismo est¨¢ en regresi¨®n, la comunidad gitana no practica el nomadismo y el 95% de sus miembros est¨¢n asentados en ciudades de modo estable y residen en pisos de los que la mayor¨ªa son propietarios, lo que favorece su integraci¨®n social. En estos a?os se han desarrollado intensos programas de pol¨ªticas activas de empleo, en especial despu¨¦s de la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Europea, con la colaboraci¨®n del Fondo Social Europeo, tendentes a facilitar formaci¨®n profesional y ocupacional con prioridad para los gitanos desempleados. Ello ha permitido reducir dr¨¢sticamente sus tasas de paro y garantizar que, a¨²n hoy, en medio de una severa crisis econ¨®mica, m¨¢s del 75% de los miembros de esta comunidad tienen un ingreso estable. A¨²n recuerdo, siendo ministro de Trabajo del Gobierno de Espa?a, que, hasta en dos ocasiones, la Comisi¨®n Europea destac¨® estos programas como c¨®digos de buenas pr¨¢cticas, animando a otros pa¨ªses europeos a seguir el ejemplo espa?ol.
Recientemente, Ivan Ivanov, como recuerda la revista Time, director ejecutivo de la Oficina de Informaci¨®n Europea sobre el Pueblo Gitano, indicaba: "Espa?a ha hecho mucho m¨¢s que otros Estados miembros para integrar a los gitanos, y ahora tenemos que garantizar que este ¨¦xito se traslade a los dem¨¢s".
No niego que existan problemas, y serios. No niego que a¨²n se perciban, en ocasiones, ciertas actitudes racistas. Ni que los gitanos hayan superado siglos de discriminaci¨®n. Ni que este es un viaje de ida y vuelta que exige no solo la buena disposici¨®n de los poderes p¨²blicos, sino tambi¨¦n el esfuerzo de integraci¨®n que debe provenir de la propia comunidad y sus miembros. No, a¨²n queda mucho por hacer. A¨²n los gitanos en Espa?a tienen una expectativa de vida menor que el resto de la poblaci¨®n, inferior nivel educativo y mayores dificultades para la integraci¨®n en el mercado laboral, pero no hay duda de que este es el ¨²nico camino a seguir.
Si, como alegan las autoridades francesas, los gitanos expulsados tienen mayor ¨ªndice de criminalidad -lo que por cierto no ocurre en Espa?a, donde las diferencias son inapreciables-, peores condiciones de salud y viven en lugares deprimidos que ocupan ilegalmente y carecen de empleo, eso solo es el s¨ªntoma de un problema mayor: la ausencia de oportunidades, la falta de pol¨ªticas de integraci¨®n y de suficientes programas destinados a superar esas diferencias.
La soluci¨®n no est¨¢ en la adopci¨®n de medidas populistas que pretenden encubrir otros problemas o errores pol¨ªticos, buscando chivos expiatorios que desv¨ªen la atenci¨®n de las dificultades actuales y que pueden contravenir las normas por las que nos regimos los europeos. Como modestamente muestra el caso espa?ol, solo hay un camino: el trazado de itinerarios de inserci¨®n social e igualdad de oportunidades y la persistencia y continuidad de esos programas.
Jes¨²s Caldera es vicepresidente de la Fundaci¨®n IDEAS.
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