Sobrevivir a la tragedia
Ru, primera novela de Kim Th¨²y, es un largo viaje de Vietnam a Canad¨¢ para escapar del comunismo. "En el camino quedaron muchos, estoy obligada a ser feliz", afirma la autora
Es menuda, pero con una sonrisa que es capaz de llenar la habitaci¨®n en la que nos encontramos. Se sienta en una esquina de la cama para hablar, pero no para quieta ni un instante, hay momentos que te olvidas de sus rasgos vietnamitas por los constantes movimientos de sus manos y su cara, no demasiado frecuentes entre los asi¨¢ticos. Kim Th¨²y (Saig¨®n, 1968) ha escrito su primera novela, Ru (Alfaguara), un relato de 145 p¨¢ginas en las que el lector tiene la sensaci¨®n de que ha recorrido la vida de esta mujer y su familia a lo largo del tiempo como si hubiese estado pegado a ella durante su escritura.
En la habitaci¨®n hay una maleta peque?a junto a unas zapatillas deportivas. Se ha acostumbrado a viajar con lo imprescindible, quiz¨¢ sea ese uno de los recuerdos m¨¢s profundos que le han quedado de la huida en la d¨¦cada de los ochenta de un Vietnam dividido en el que millones de personas perdieron la vida. Treinta a?os ha tardado Th¨²y en escribir esta historia que te agarra desde sus primeras letras y te hace sentir el dolor que debieron padecer esos miles de personas que huyeron de un pa¨ªs en el que la muerte te la encontrabas a la vuelta de la esquina por un r¨¦gimen comunista feroz. Con el oro que pose¨ªa, la familia logr¨® embarcase rumbo a un campo de refugiados en Malasia. "El para¨ªso y el infierno se hab¨ªan entrelazado en el vientre de nuestro barco. El para¨ªso promet¨ªa un vuelco en nuestra vida. El infierno expon¨ªa nuestros miedos: miedo a los piratas, miedo a morir de hambre, miedo a intoxicarnos con las galletas empapadas en aceite de motor, miedo a carecer de agua...". ?Se supera una situaci¨®n c¨®mo esa? "Quiz¨¢ sea el paso del tiempo el que me haga sentir que no es algo traum¨¢tico para m¨ª. He tenido la suerte de vivir, de salir de aquella situaci¨®n y no quedarme tirada en el mar. Mire hasta qu¨¦ punto llega el instinto de supervivencia. Cuando era ni?a viv¨ªa con decenas de criados en Vietnam en un lugar fant¨¢stico en el que todo se me daba hecho. Com¨ªa pescado y me pon¨ªa a morir porque era al¨¦rgica y adem¨¢s asm¨¢tica. Llegu¨¦ al campo de refugiados de Malasia y lo primero que me dieron los voluntarios de la Cruz Roja fue una lata de sardinas. La devor¨¦ y aqu¨ª estoy. Y tampoco he vuelto a tener un ataque de asma. Somos capaces de soportar todo por seguir viviendo".
Ru
Kim Th¨²y.
Traducci¨®n de Manuel Serrat Crespo
Alfaguara. Madrid, 2010
145 p¨¢ginas, 16 euros
"Vivo entre dos mundos y los dos me pertenecen. Eso me ayuda a asimilar muchas cosas que antes me causaban desaz¨®n"
Th¨²y entiende su vida como un viaje de aprendizaje, como un camino que deb¨ªa recorrer para llegar al menos hasta el lugar en el que se encuentra ahora. Antes fue costurera, int¨¦rprete, abogada en un importante despacho, due?a de un restaurante, cr¨ªtica gastron¨®mica de radio y televisi¨®n. Ahora es escritora y tiene bastante claro que por ah¨ª va su futuro, aunque sigue teniendo el restaurante en el que se cocina comida vietnamita, sin influencias europeas o canadienses. "He buscado viejas recetas y eso es lo que hago. Recuperar parte de la gastronom¨ªa de nuestro pa¨ªs que fue perdi¨¦ndose poco a poco. Durante los tres a?os que pas¨¦ en Vietnam, ya adulta, gestionando documentos de ni?os nacidos de padres estadounidenses y madres vietnamitas, muchos de ellos sin identidad, me permiti¨® conocer un mundo que me hab¨ªan arrebatado en la infancia". Kim Th¨²y no tuvo valor para volver a la casa de sus antepasados, de los que conserva unos boles azules y blancos cubiertos con una anilla de plata en los que com¨ªa su abuelo y en los que sus ni?os toman helado.
La escritora asegura que los sucesos ocurridos durante su infancia no los contempla como algo triste o tr¨¢gico, al contrario, y adem¨¢s percibes que cuando lo dice est¨¢ convencida de ello, por eso no extra?a cuando en las p¨¢ginas del libro, que tienes la sensaci¨®n que fluyen como un r¨ªo, cuando habla de uno de sus hijos, Henri, uno se imagine la escena y quede impactado. "No grit¨¦ ni llor¨¦ cuando me anunciaron que mi hijo Henri estaba aprisionado en su mundo. Cuando me confirmaron que es uno de esos ni?os que no nos entienden, que no nos hablan, aunque no sean ni sordos ni mudos". ?C¨®mo es su relaci¨®n con ¨¦l? "S¨¦ que nunca me llamar¨¢ mam¨¢ y que no comprender¨¢ jam¨¢s por qu¨¦ llor¨¦ cuando me sonri¨® por primera vez. Cada momento de j¨²bilo por su parte es una bendici¨®n y jam¨¢s dejar¨¦ de luchar contra el autismo".
?Qu¨¦ papel ha jugado su madre en la historia de su vida? "Y sigue jugando. A veces me pregunta ?sabr¨¢s alg¨²n d¨ªa lo que quieres? Desde ni?os nos prepar¨® para la aventura que finalmente nos llevar¨ªa a Canad¨¢. Despu¨¦s de una primera infancia de opulencia, con la llegada de los comunistas nos ense?¨® a fregar suelos y a comportarnos como criados para pasar desapercibidos. Ya cuando llegamos a Montreal fue todo bastante m¨¢s complicado porque yo solo sab¨ªa hablar vietnamita y me encontr¨¦ con un pa¨ªs que hablaba ingl¨¦s y franc¨¦s. Ahora lo pienso y creo que siento la misma frustraci¨®n que Henri, mi hijo. Yo ten¨ªa las palabras en mi mente, pero era incapaz de pronunciarlas y eso hac¨ªa que me sintiese fatal y me daba mucha rabia. Ahora s¨¦ que vivo entre dos mundos y que los dos me pertenecen: Vietnam y Canad¨¢, y eso me ayuda a asimilar muchas cosas que antes me causaban desaz¨®n".
A Kim Th¨²y siempre le hab¨ªa gustado escribir y, en libretas, iba anotando las historias que le contaban su padre y su madre. "Estaba obligada a recordar lo que nos ocurri¨® porque es la historia de muchos de los que lograron sobrevivir y un homenaje a los que quedaron sumergidos en las aguas. Cada d¨ªa no me dejo de repetir que soy una privilegiada y que estoy obligada a ser feliz".
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