"Me veo como mi madre en los setenta"
Algunas j¨®venes est¨¢n obligadas a quedarse en casa al tener un hijo. Otras lo eligen
![Silvia Blanco](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F14492539-930e-4047-bb69-ff2d412d7c5a.jpg?auth=90144b8c8493f10b21099708e05fb31b5c9455ee725c7d27ae499df2e120ccd1&width=100&height=100&smart=true)
C.H., madrile?a de 35 a?os, tuvo que firmar un despido en el que dec¨ªa que hab¨ªa descendido su rendimiento y que hab¨ªa cometido "errores en el desempe?o de sus funciones" para dejar de soportar el "acoso brutal" que viv¨ªa en su empresa desde que dijo que estaba embarazada. "Ten¨ªa miedo, no denunci¨¦, y quer¨ªa que todo acabara. Antes intentaron que firmara una baja voluntaria en la que renunciaba a indemnizaci¨®n. Soy licenciada en Derecho, he trabajado siempre de administrativa, y ahora me quedo en casa limpiando y cuidando de mi hija. Se me cae la casa encima. Incluso me arreglo menos: total, voy de la guarder¨ªa a casa y vuelta. Antes ten¨ªa mi dinero y ahora dependo de mi pareja. Me siento como mi madre en los a?os setenta, aunque me haya criado como una mujer independiente", reflexiona. Ahora planea trabajar por su cuenta.
"No me compensa la media jornada: 750 euros. La guarder¨ªa cuesta 350", dice Eva
Las espa?olas tienen el primer hijo a los 30 a?os de media. Para las j¨®venes, hasta esa edad la igualdad de condiciones con los compa?eros de clase y del trabajo, con los amigos, los hermanos o la pareja suele ser un hecho. Pero estar embarazada hace que el discurso igualitario que unos y otras manejan con naturalidad, y en el que se ha educado la mayor¨ªa, se estampe contra una realidad a¨²n sexista. Sobre todo en el trabajo. "No hay diferencias sustanciales entre los j¨®venes porque lo que tienen en com¨²n es la precariedad. El empleo juvenil se ha ido homogeneizando a la baja. Ahora bien, cuando llega la hora de tener un hijo, quien aplaza o sacrifica su carrera sigue siendo ella. Es algo que penaliza su carrera, por lo tanto, los postergan, pero no suelen claudicar, sobre todo las que tienen mayor formaci¨®n", explica Fefa Vila N¨²?ez, profesora de Relaciones laborales y g¨¦nero en la Universidad Complutense.
Lorena Rodr¨ªguez, de 22 a?os, tambi¨¦n se queda en casa. En la de sus padres. No termin¨® la ESO, pero siempre encaden¨® empleos. Hasta que lleg¨® la crisis, se qued¨® embarazada, rompi¨® con su novio y un mes m¨¢s tarde la echaron del trabajo. Por este orden. "Acababa de renovar el contrato de tres meses que ten¨ªa como camarera y me despidieron". Diez d¨ªas antes hab¨ªa dicho a sus jefes que estaba embarazada. "No me dijeron que era por el ni?o, no me dieron ninguna explicaci¨®n". Al principio trat¨® de buscar otro empleo. "No se me notaba mucho, pero cuando dec¨ªa que iba a tener un ni?o, en las empresas me respond¨ªan: 'cuando pases esto, nos llamas'. Ahora estoy de siete meses y as¨ª no te coge nadie". Cuando nazca el beb¨¦, Rodr¨ªguez volver¨¢ a buscar empleo. Se muda con sus padres de ?vila "a un pueblo grande de M¨¢laga donde parece que hay m¨¢s trabajo". Su padre tambi¨¦n busca empleo y su madre no trabaja.
Todav¨ªa es pronto para saber, con datos estad¨ªsticos, si la crisis ha supuesto un retroceso en cuanto a igualdad entre los j¨®venes. Sin embargo, Almudena Moreno, profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad de Valladolid, maneja la hip¨®tesis de que, "si en ¨¦poca de bonanza econ¨®mica se ve¨ªa c¨®mo las chicas m¨¢s j¨®venes y con escasa formaci¨®n se empezaban a emancipar antes que las m¨¢s formadas, y dejaban el hogar de los padres para irse a vivir con una pareja de la que a veces depend¨ªan econ¨®micamente, es probable que esa tendencia se haya agudizado y pueda afectar a las m¨¢s formadas, aunque ellas lo ver¨¢n como algo temporal".
No hace falta estar embarazada para que te discriminen. Tener 32 a?os y estar casada son dos indicadores de que una mujer es una madre en potencia: "Un descarte". Eso le dijeron a Ana Mar¨ªa Gonz¨¢lez, de Valencia, con toda claridad el jueves durante la en¨¦sima entrevista de trabajo que hace desde que hace un a?o se qued¨® en paro. "Estoy harta de las tres preguntas: ?Est¨¢s casada? ?Tienes hijos? ?Quieres tenerlos? Dan igual mis 11 a?os de experiencia. Lo que me sac¨® de quicio de esa entrevista es que me dijeron claramente que estar embarazada, o poder estarlo, es un criterio de eliminaci¨®n como saber o no ingl¨¦s", explica.
Esta generaci¨®n, tan igualitaria en las expectativas y en la educaci¨®n, aterriza en el trabajo en pleno recorte del Estado de Bienestar. "Los avances logrados son s¨®lidos", explica Fefa Vila. La Ley de Igualdad es una buena herramienta y garantiza en teor¨ªa la conciliaci¨®n, "pero no de facto", sostiene. "Los derechos se resienten en ¨¦poca de crisis. Hay pocas ayudas y plazas de guarder¨ªa, los trabajos son temporales, los sueldos, bajos. En Espa?a se considera que la conciliaci¨®n es una renuncia, y no una garant¨ªa de tu vida profesional", a?ade Vila.
Ante la dificultad para conciliar en condiciones, algunas mujeres optan por dedicarse de lleno a ser madres. "Con un hijo, ?d¨®nde me van a querer?". Eva Gracia, 28 a?os, se hizo esta pregunta despu¨¦s de que en septiembre, cuando solicit¨® la jornada reducida, le anunciaran que su puesto "ya no existe" y que, si se reincorporaba, lo har¨ªa para ocuparse de "las tareas que fueran surgiendo". Se las enumeraron vagamente y vio que ten¨ªan que ver con las de una administrativa o una secretaria, no con las de una consultora jur¨ªdica, que era el puesto que desempe?aba antes de ser madre. "Al final pact¨¦ un despido". Tambi¨¦n tom¨® una decisi¨®n: "Se acab¨® la empresa privada. A partir de ahora, soy yo la que no quiere pasarse horas calentando la silla fuera de horario solo porque me van a mirar mal. Para mi madre es un error que yo haya decidido tener al ni?o a esta edad, cree que condeno mi carrera... Ella trabaja y piensa que ser maruja es terrible. Pero yo no me considero una maruja. Hay muchas chicas como yo, con aspiraciones y alta formaci¨®n que eligen esto".
Ahora est¨¢ en casa, tiene un blog (mamacontracorriente.com) que le aporta "autoestima, y puede que llegue a dar dinero", y cuida de su hijo. "Al principio no quer¨ªa dejar de trabajar, ten¨ªa miedo a perder el tren. Es una pena pasarse a?os estudiando, primero Derecho y luego un m¨¢ster en Mercantil, para esto. Adem¨¢s, he visto que econ¨®micamente no me compensaba la reducci¨®n de jornada. Iba a cobrar 750 euros al mes, pero eso implicaba pagar una guarder¨ªa privada en Madrid: 350 euros. Y es barata".
Mar¨ªa ?ngeles T., de 31 a?os, puede elegir. Elegir de verdad, al margen de las circunstancias. Ha estudiado dos ingenier¨ªas t¨¦cnicas, lleva seis a?os en Dubl¨ªn. Hace un a?o naci¨® su hija y ha decidido, con su marido, volver a Espa?a y dejar un trabajo bien remunerado. Tiene una casa en Alicante. All¨ª est¨¢ su familia y sus amigos. "Nos podemos permitir que yo no trabaje. Prefiero cuidar de mi hija un tiempo a que lo hagan otros. Mi marido viaja mucho, y ahora que tengo la jornada completa de nuevo en el laboratorio, llego muerta y tengo que ocuparme de la ni?a y de la casa. Una au pair vive con nosotros y cuida de la ni?a cuando trabajo. Pero es que quiero tener tiempo y energ¨ªa para estar con mi pareja y con mi hija. Y para m¨ª misma". Tiene claro que su elecci¨®n es transitoria: "No he estudiado dos carreras para ser ama de casa".
![La sombra de C.H., de 35 a?os, con su hija de 16 meses, ayer, en Madrid.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NYFVBSECMA67SVFBZF4GO5F2MU.jpg?auth=cc987ac30104050ed21c7d1b7b050c3fe5f4999a98e92cf59e7d024bc026d47d&width=414)
"Odio ser ama de casa"
La maternidad puede agrandar las diferencias de g¨¦nero, sobre todo en el trabajo. Y m¨¢s en ¨¦poca de crisis, ya que las mujeres "seguimos en la cuerda floja por mucha formaci¨®n que tengamos", dice Fefa Vila, experta en g¨¦nero. Perder el trabajo implica perder la independencia econ¨®mica y condiciona el papel de hombre y mujer en una pareja.
Ver¨®nica Cernadas tiene 33 a?os. Desde que empez¨® la crisis est¨¢ desempleada. Estudi¨® Filosof¨ªa, ahora hace el doctorado y ha tenido "mil empleos". Ha aprobado dos oposiciones de profesora de Secundaria, dos sietes y sin plaza. Ni para una sustituci¨®n. Su pareja s¨ª logr¨® una. Viven en Logro?o. "Somos iguales pero dependo de ¨¦l", explica. "Me da dinero todos los meses para hacer la compra y para lo que yo quiera. Cuando tenemos que tomar una decisi¨®n y no estamos de acuerdo, soy la segunda. Entonces me digo a m¨ª misma: 'soy un ama de casa, soy un ama de casa'. Forzosa. Y odio serlo. Odio ir a la compra, no quiero ser como las otras amas de casa, no quiero tener sus preocupaciones, ni ser experta en nada que tenga que ver con la casa". Nadie la educ¨® para esto. En el blog libretadepoemas.blogspot.com publica poes¨ªa. Se siente culpable si compra un bolso o un libro: "Busco la aprobaci¨®n de mi pareja para mis adquisiciones, igual que antes con mi madre. En cierto sentido me estoy infantilizando. Yo no creo que el dinero sea de los dos, es suyo, para eso lo gana. A veces pienso que ser¨ªa distinto si tuvi¨¦semos ni?os, yo los cuidar¨ªa y estar¨ªa haciendo algo productivo, y al rato me digo: '?solo para sentirme productiva?' Es absurdo".
En cifras
- La edad media a la que se es madre en 2010 en Espa?a es 30,83 a?os. En 1990 era 28,86.
- En el primer semestre de 2010, 162.597 mujeres percibieron la prestaci¨®n por maternidad, un 4,32% menos que en 2009.
- El sueldo de las mujeres que deciden ser madres es, de media, un 24% inferior al de los hom¨®logos varones que son padres (dato de IE Business School).
- Las mujeres con contrato temporal que se acogen a la reducci¨®n de jornada cobran un 20% menos por hora trabajada (frente al 4% menos que percibe las contratadas fijas).
- El 30% de los contratos son a tiempo parcial y recaen mayoritariamente sobre las mujeres.
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