Noche de 'maracat¨®n'
S¨®lo un peque?o porcentaje de turistas que viaja a la Rep¨²blica Dominicana -comprensiblemente entregados a sesiones monogr¨¢ficas de playa en Puerto Plata o Punta Cana- tiene ocasi¨®n de descubrir algunos de los valiosos secretos de la capital antillana. Entre La HabanaSanto Domingo se reinventa a s¨ª misma en los ¨²ltimos a?os como epicentro urbano de un Caribe moderno y digno, y sus tres millones de habitantes asumen la m¨²sica, las letras y las artes esc¨¦nicas como herramientas esenciales de su integraci¨®n en la modernidad.
Vivos a¨²n los ecos del centenario -los dominicanos rematan muchas de sus conversaciones con un categ¨®rico ?siempre!- del gran escritor y presidente Juan Bosch, la historiadora y poeta Sherezade Vicioso ilustra con sereno fervor el di¨¢logo entre cultura culta y popular en fen¨®menos dignos de pasmo como los martes de El Secreto Musical (Baltazar de los Reyes con Pimentel). A la entrada, el r¨®tulo completo reza: "Secreto musical / pa gozar, ja, ja, ja, / no armas de fuego en el local / cortes¨ªa de solg¨¢s", y aqu¨ª se re¨²ne semanalmente la aristocracia del baile dominicano m¨¢s cabal, el Club Nacional de los Soneros. Seguridad y decoro son dos ep¨ªtetos poco usados en el barrio de Villa Consuelo, pero no es imposible encontrarse con algunos extranjeros atra¨ªdos por Ylario Mercedes y otros senadores del son, el merengue y el bolero.
En todo caso, pedir una unidad de los taxis Apolo (80 95 37 00 00) es el sistema m¨¢s seguro y r¨¢pido para moverse por la ciudad y no perderse, por ejemplo, la programaci¨®n diaria de la Casa del Teatro (Arzobispo Meri?o, 110), centro cultural de vanguardia en pleno barrio colonial donde el periodista y dramaturgo Freddy Ginebra articula alrededor del jazz y la escena un proyecto ¨²nico. Leonardo Padura Fuentes escribi¨® que si cada pa¨ªs tuviese al menos un diplom¨¢tico en la sombra como Freddy Ginebra todo ir¨ªa mejor en el mundo. Aqu¨ª se puede escuchar el piano bailable de Rafaelito Mirabal, beber ron sin miserias (con hielo y hasta arriba, proclaman) y coincidir con todo el que tiene algo que hacer o decir en el llamado mundo de la cultura. A pocos metros de all¨ª, y a la sombra de la primera catedral de Am¨¦rica, otro patio teatral, m¨¢s humilde pero siempre abarrotado, llama a la noche lun¨¢tica con un micr¨®fono abierto por el poeta Alex¨¦i Teller¨ªas ("explicar un poema suele ser m¨¢s cruel que explicar un chiste") en el Guloya (Arzobispo Portes, 205), donde espont¨¢neos y profesionales del verso y la risa desaf¨ªan el l¨²cido vaticinio del fil¨®sofo Alejandro Arvelo: "Se ha perdido el respeto al silencio".
Pero por encima de los ritmos tradicionales y entre todos estos secretos a voces hay uno, superior, que modula el calor de este tr¨®pico: el de la cerveza helada como alternativa al ron y sus variantes. Solo ciertos colmados de la ciudad vieja, donde discurren las ¨²ltimas conversaciones del d¨ªa, pueden competir con las Presidentes mejor enfriadas, a punto de congelaci¨®n, del Cinema Caf¨¦ (plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte), disco-bar de referencia en la ciudad y en pleno coraz¨®n del parque de los Museos. Restaurado y varado para la historia de la dignidad latinoamericana en el imprescindible Museo del Hombre Dominicano, el motovelero Black Jack en que el coronel Caama?o protagoniz¨® su ¨²ltima gesta antiimperialista en 1973 se yergue desde esta primavera como emblema de un pueblo consciente de su historia. "Mientras pueda el iracundo amordazar un verso", escribi¨® Jos¨¦ M¨¢rmol, acaso el m¨¢s grande poeta dominicano del siglo XX, "yo no voy a entender el sentido de escribir".
El desayuno de Martha
La noche dominicana proyecta luces de ne¨®n y un potente caudal de decibelios entre dos polos principales, la bachata y el perreo. Teleoferta (27 de febrero con M¨¢ximo G¨®mez) es uno de los templos m¨¢s populares del baile y una suerte de acr¨®polis de la desinhibici¨®n. Blindada contra la pedanter¨ªa, en esta sala siempre abarrotada se despachan bajo la uralita formatos familiares de Presidente y licores con hielo en vasos de pl¨¢stico durante toda la noche. Quiz¨¢ sea tambi¨¦n el pretexto perfecto para llegar puntual al desayuno m¨¢s cosmopolita de Santo Domingo, en el vecino barrio de Piantini, donde Martha Cuaical prepara en su refinado caf¨¦-bistr¨® La Dolcerie (Rafael Augusto S¨¢nchez, 20) el mejor mang¨² del Caribe. Pl¨¢tano hervido con fruta tropical y cebolla roja salteada, huevo frito, queso y salchichas y un caf¨¦ excelso para la extravagancia de empezar con un desayuno de reyes otro d¨ªa que no termina nunca.
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